Redacción Farmacosalud.com
Con la aparición de la insulina Degludec, un diabético puede salir de noche y despreocuparse totalmente de controlar la hora de administración del fármaco, asegura el doctor Andreu Nubiola, director médico en Medigrup Nubiola (Barcelona) y jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital l’Esperit Sant (Santa Coloma de Gramenet, en Barcelona). De hecho, Degludec es la única insulina de su clase que permite una administración horaria flexible, es decir, ofrece a las personas con diabetes la posibilidad de inyección subcutánea a cualquier hora a lo largo del día y la noche, adaptándose a sus necesidades, precisa Nubiola. O sea, es una insulina que se adapta a la vida del paciente en lugar de que el paciente tenga que adaptar su vida a la administración de la insulina.
En el mundo de la diabetes hubo un antes y un después con la aparición de los análogos de insulinas basales, que se administran una vez al día, y prandiales, que son las de acción rápida y se administran antes de cada ingesta. De ese modo, la medicina se acerca bastante a la secreción de insulina fisiológica de un páncreas normofuncionante. Hasta ahora, las insulinas basales debían colocarse más o menos a la misma hora, por ejemplo al acostarse, refiere el doctor.
Una duración de acción más allá de las 42 horas
“Pero hay que pensar -prosigue Nubiola- en los diabéticos tipo 1 juveniles y ponerse en su lugar, dado que a partir de la adolescencia las salidas nocturnas son frecuentes. Supongamos que esas personas normalmente se acuestan a las 10’30h-11h de la noche, que es cuando se ponen la insulina… hasta ahora, cuando trasnochaban y volvían por ejemplo a las 3-4 de la madrugada, tenían que llevarse el bolígrafo de insulina y administrársela más o menos a la misma hora (a las 10,30h-11h de la noche), estuvieran donde estuvieran. En cambio, el perfil de acción tan largo y tan plano de Degludec permite a los pacientes -si no están en casa a la hora en la que habitualmente se ponen la insulina- colocársela por ejemplo a las 4 de la madrugada si es que llegan al hogar a esa hora, o incluso al día siguiente, y sin ningún tipo de problema en cuanto a variaciones en el control glucémico. Esto da muchísima libertad. Además, Degludec consigue reducir el aumento de peso asociado al uso de la insulina, y ello es muy importante en la diabetes de tipo 2 asociada a obesidad”.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha dado luz verde a la insulina Degludec, habiéndose aprobado su reembolso por el Sistema Nacional de Salud. Se trata de una insulina basal que se administra una vez al día y está indicada para el tratamiento de las personas con diabetes tipo 1 y tipo 2 que tengan más de un año. De acuerdo con la compañía comercializadora, Novo Nordisk, este medicamento proporciona una duración de acción más allá de las 42 horas, lo que permite reducir con éxito el nivel de glucosa en sangre a largo plazo (HbA1C) y el riesgo de hipoglucemias.
Hasta ahora, la insulina basal de más larga duración 'caía' al cabo de 18-19 horas
Según el endocrinólogo, “la insulina basal, idealmente, debería mantener su eficacia más allá de las 24 horas, simulando la labor de un páncreas normal, que fabrica insulina constantemente a lo largo de todo el día (secreción basal) proporcionando ‘picos’ de secreción de insulina en relación a la ingesta de carbohidratos, cosa que intentamos imitar proporcionando insulina de acción ultrarápida (prandial). Hasta ahora, la insulina basal de más larga duración en el tiempo era la glargina, conocida como Lantus, y no cubría las 24 horas, sino que al cabo de 18-19 horas perdía eficacia, de forma que en la cena el paciente tenía que administrarse mayor cantidad de insulina prandial para soslayar este problema. La mayor duración de acción de Degludec solventa también este contratiempo”.
Degludec está avalada por un amplio programa de ensayos clínicos, BEGIN, que ha contado con la participación de más de 11.000 pacientes. En diferentes estudios comparativos entre esta insulina e insulina glargina, las personas tratadas con Degludec lograron reducciones similares del nivel de glucosa en sangre a largo plazo (HbA1C) y una reducción numéricamente mayor de la glucosa plasmática en ayunas, utilizando un menor número de dosis de insulina en la mayoría de los ensayos, ha especificado la compañía Novo Nordisk.
Las hipoglucemias (bajo nivel de azúcar en la sangre) son el principal riesgo que conlleva la convivencia diaria con la diabetes. Para entender cuáles son los factores que favorecen la existencia de ese peligro, de entrada hay que tener en cuenta que, en condiciones normales, el páncreas produce insulina con el fin de regular perfectamente los niveles de glucosa en sangre, por lo que dicho órgano debe adaptar constantemente su secreción a las diferentes situaciones que pueden modificar los niveles de glucosa, tales como la ingesta de carbohidratos, el ejercicio físico, el estrés o infecciones, entre otras. Así pues, el objetivo último del proceso es obtener un perfecto equilibrio entre insulina y glucosa. Los pacientes con diabetes tipo 1 y también una gran proporción de los que presentan diabetes tipo 2 requieren insulina, dado que su páncreas pierde la capacidad para secretarla, presentando por ello niveles de glucosa inadecuadamente elevados.
En esos casos, se inicia la administración de insulina en inyección subcutánea con la intención de imitar la labor que debería efectuar un páncreas normal, “tarea harto difícil porque se requieren hasta 4-5 dosis de insulina de diferentes tipos y cinéticas (basales y prandiales) con el fin de obtener niveles de glucosa en sangre adecuados. Sin embargo, los niveles bajos de glucosa o hipoglucemia son inherentes al tratamiento con insulina, ya que en muchas ocasiones no podremos evitar que los niveles de esta hormona puedan ser excesivos en relación a los niveles de glucosa debido a su gran variabilidad en diferentes condiciones: inadecuada ingesta de carbohidratos, ejercicio físico, etc. En otras palabras: no podemos ser tan efectivos como el propio páncreas. No obstante, en los últimos años disponemos de diferentes tipos de insulinas que facilitan nuestro objetivo de control glucémico”, describe el director médico de Medigrup Nubiola.
“El niño diabético presenta mayores probabilidades de crisis convulsivas”
En la población pediátrica diabética, las hipoglucemias son especialmente comprometedoras, sobre todo las nocturnas. El experto explica por qué: “En primer lugar, el cerebro infantil es inmaduro y responde peor a la hipoglucemia, presentando mayores probabilidades de crisis convulsivas; además, las señales de aviso mediadas por el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal con una adecuada respuesta adrenérgica también están comprometidas, presentando poca sintomatología a la hipoglucemia y por tanto menor capacidad de respuesta. Asimismo, las reservas de glucógeno hepático suelen ser bajas, dificultando la recuperación de una hipoglucemia”.
“Por otro lado, padecer hipoglucemias de forma continuada puede ser causa de deterioro neuronal y conducir a un cierto déficit cognitivo. Además, en los niños el peligro de la hipoglucemia comporta que, al igual que en los adultos, instintivamente prefieran tener los niveles de glucosa más elevados con el fin de no sufrir el malestar que supone una hipoglucemia. Sintomáticamente hablando, estar algo más alto de azúcar no les produce ningún efecto molesto, salvo beber y orinar más. Esto es un peligro, dado que mantener siempre niveles de glucosa anormalmente elevados puede acarrear complicaciones crónicas a largo plazo”, determina.
Hacer un ‘perfil nocturno’: una prueba molesta pero que puede resultar muy eficaz
Con independencia de la edad del diabético, la hipoglucemia nocturna también preocupa porque en la mayoría de los casos el paciente no la reconoce bien y la alteración puede progresar hacia una hipoglucemia más grave. ¿Cuál es la manera de reconocer bien ese tipo de disfunción? En principio, los pacientes aprenden a hacer un autocontrol de la glucemia capilar mediante una pequeña punción en el lateral de la yema del dedo con el propósito de determinar sus niveles de glucosa. Una de las prácticas habituales es someterse a lo que se conoce como ‘perfil nocturno’. Este examen, que no tiene que realizarse cada día pero sí un día determinado, consiste en determinar el nivel de glucosa cuando el paciente se acuesta y repetir la verificación cada 3-4 horas, durante la noche. “Esto supone despertar al diabético de madrugada, pero a veces la prueba tiene la capacidad de podernos predecir qué es lo que está ocurriendo, o sea, si es un problema de exceso de insulina, o si es otro fenómeno que se conoce como ‘fenómeno del alba’, en que el ritmo del cortisol hace que los niveles de glucosa puedan variar”, comenta Nubiola.
Esta prueba se podrá obviar con la reciente aparición de sensores de glucosa que se colocan en el tejido subcutáneo y que transmiten minuto a minuto los niveles de glucosa a un receptor que el paciente puede llevar en el bolsillo. Los datos obtenidos gracias a los sensores se vuelcan en el ordenador mediante una gráfica. “Hasta ahora, las insulinas basales administradas en el momento de acostarse tenían un incremento de acción en las primeras horas, lo que obligaba en algunos casos a dar un aporte extra de carbohidratos (resopón) al paciente, antes de acostarse, para evitar la hipoglucemia. Por otro lado, lo que hacemos cuando sospechamos que hay hipoglucemias nocturnas es reducir progresivamente los niveles de insulina basal que administramos por la noche”, explica el facultativo.