Redacción Farmacosalud.com
Un grupo de niños y adolescentes de entre 6 y 17 años de edad con autismo que se sometieron a un trasplante fecal mejoraron sustancialmente tanto en los síntomas relacionados con la alteración gastrointestinal como en los del comportamiento, según se desprende de un estudio norteamericano. Con todo, el doctor Francisco Guarner, gastroenterólogo, expresidente de la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP) y actual miembro de la junta directiva de SEPyP, prefiere acoger los resultados de la investigación con cautela, ya que el trabajo “no es un doble ciego” y “no tiene un grupo control”, lo que plantea algunas reservas. Por ejemplo, “no dan un comparador, o sea, no hay respuesta a la siguiente pregunta: ¿cuál sería la mejora espontánea de estos niños si no se hubiera hecho el trasplante fecal? Esta caución es importante porque no podemos hacer promesas o abrir puertas a padres y madres de niños con autismo si los datos no son claros”.
El sistema gastrointestinal está considerado como el órgano inmunológico más importante y extenso del organismo humano por su enorme influencia en la actividad de otros órganos y sistemas. Esta interacción está todavía por explorar en el caso del eje formado por la microbiota intestinal (conjunto de microorganismos residentes en el intestino) y el cerebro, pero las primeras investigaciones demuestran un enorme potencial para encontrar nuevas fórmulas más eficaces en el tratamiento de enfermedades como el Parkinson, la ansiedad, la depresión e, incluso, el autismo. Así, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Ohio (EEUU) ha demostrado que existe beneficio en los síntomas del autismo en niños al reemplazar la microbiota habitual a través de un trasplante fecal, un procedimiento reservado hasta ahora para el tratamiento de infecciones graves por la bacteria C. difficile. El trabajo, publicado en la revista 'Microbiome', se centró en personas de entre 6 y 17 años de edad con autismo, quienes se sometieron a un trasplante fecal. Los niños mejoraron sustancialmente tras al menos ocho semanas de seguimiento, tanto en los síntomas relacionados con la alteración gastrointestinal como en los del comportamiento relacionado con el lenguaje, interacción social y conducta repetitiva, siendo menos hiperactivos, irritables y letárgicos, tal y como afirma James Adams, coautor de este trabajo.
“El autismo, una de las plagas de la sociedad desarrollada”
Para el presidente de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS), el doctor Ramón Cisterna, la explicación de estos resultados se esconde en las sustancias generadas por la microbiota implantada, como ácidos grasos de cadena corta, vitaminas y neuromediadores como serotonina, triptófano y GABA, así como de una serie de toxinas e interacciones fagos bacterias que son capaces de mejorar profundamente los síntomas de los niños con una microbiota fecal renovada.
El doctor Guarner considera que “el autismo es una de las plagas de la sociedad desarrollada, como pueden ser las alergias o las enfermedades autoinmunes. Nos hemos dado cuenta de que todas estas plagas guardan relación con una pérdida de exposición al mundo microbiano en el que el ser humano siempre ha estado inmerso. Había algunos patógenos pero había millones de no patógenos que regulaban nuestra inmunidad y nuestro equilibrio con el medio. Al tratar las enfermedades infecciosas, hemos quitado mucho de ese mundo microbiano normal y se ha desequilibrado el sistema inmune. Trastornos como el autismo tienen una muy baja incidencia en sociedades que todavía viven con bajo nivel de desarrollo. En modelos animales, además, se ha visto que no tener contacto con ninguna bacteria implica que el cerebro no se desarrolle bien. En el caso del autismo, se ha comprobado que los niños que presentan este trastorno tienen una microbiota muy deficiente”.
En opinión de Guarner, el estudio de la Universidad de Ohio ha sido realizado por “gente valiosa, gente científicamente creíble que ha llevado a cabo un seguimiento de casi 5 meses, pero el estudio no es un doble ciego y no tiene un grupo control. Es un solo grupo, es lo que se llama en farmacología un open label (se hace una intervención sin que haya un grupo en el que realiza una intervención ficticia). Lo bueno de este trabajo es que con el trasplante de la microbiota se ha conseguido que haya una microbiota mejor, más diversa y más estable, percibiéndose además una mejora tanto en los síntomas gastrointestinales como en los relacionados con el autismo. Sin embargo, no dan un comparador, o sea, no hay respuesta a la siguiente pregunta: ¿cuál sería la mejora espontánea de estos niños si no se hubiera hecho el trasplante fecal? Esta caución es importante porque no podemos hacer promesas o abrir puertas a padres y madres de niños con autismo si los datos no son claros. Cuidado, no es un estudio controlado… hay que acogerlo con cautela”.
El doctor Cisterna se mueve en esta línea al señalar que se necesitan más estudios controlados doble ciego y de placebo, dado que todavía no está aclarada la pauta: “Se trata de una iniciativa que permite cambiar la orientación en esta dolencia”.
El uso de probióticos y prebióticos aporta beneficios a los niños con autismo
El expresidente de SEPyP valora muy positivamente que en el estudio se haya seleccionado “muy bien a los donantes” y que se haya purificado “mucho la donación de heces para evitar que haya excesiva cantidad de virus”, es decir, que se haya hecho “un esfuerzo muy grande”, puesto que no es lo mismo actuar así que “coger una muestra de heces de una persona y pasársela a otra sin ningún control. Además, estamos hablando de excrementos, que normalmente son bacterias que el organismo ya no quiere tener”.
El gastroenterólogo recuerda que en la actualidad ya es habitual que a los niños con autismo se les trate con probióticos y prebióticos: “Con los prebióticos se ve una cierta mejoría, mientras que con los probióticos hay menos estudios, pero también se ve una mejoría, y sin riesgo, de manera que ya pueden utilizarse. ¿Qué prebióticos se recomiendan? Los que ya se han utilizado, que son las oligofructosas. ¿Y con respecto a los probióticos, qué se aconseja? Los más conocidos, los usados ya en pediatría. Los probióticos que han sido útiles para prevenir diarrea, para el intestino irritable o para la salud gastrointestinal se pueden utilizar en los casos de autismo”.