Redacción Farmacosalud.com
Las carreras de montaña han llegado para quedarse y formar parte del paisaje, sobre todo los fines de semana. Tanto es así, que incluso se ha puesto en marcha la primera escuela del mundo infantil de corredores de montaña*. Para el doctor Emilio López-Vidriero, consultor traumatólogo y director de ISMEC (International Sports Medicine Clinic), la población infantil puede participar perfectamente en este tipo de actividades siempre y cuando vayan bien equipados, las pruebas a realizar estén adaptadas y no haya ningún impedimento médico que desaconseje la práctica de dicha disciplina.
Una carrera de montaña es una prueba deportiva de gran dureza. El corredor discurre por un terreno complicado, con grandes desniveles y obstáculos (pueden encontrarse piedras, lodo, hoyos, etc) y con condiciones meteorológicas que pueden variar e intercalarse a lo largo del recorrido (viento, calor, humedad, etc.) “En el desarrollo de la madurez deportiva del niño, obviamente los sobreesfuerzos para quedar exhaustos no es lo más aconsejable”, comenta el doctor. Pero si una carrera por la montaña está controlada y su distancia está adaptada, “igual que un cross infantil, donde los niños corren una distancia muchísimo menor que los adultos y, aunque el terreno es abrupto, los niños se divierten”, no tiene por qué haber ningún problema para que los ‘peques’ se animen a participar en ese tipo de pruebas, sostiene López-Vidriero. “Simplemente, hay que adaptarse a las circunstancias, igual que en cualquier otro deporte en que haya niños… una ultramaratón, obviamente, no está diseñada para el cuerpo de un niño, entendiendo como niño una persona menor de 13-12 años de edad”, advierte el experto.
Equipamiento especial para las carreras de montaña
De entrada, recorrer un terreno montañoso a la carrera requiere un “equipamiento especial: unas zapatillas que tengan una buena adherencia y una ropa flexible y transpirable”, señala el traumatólogo. Además, hay que “controlar la temperatura corporal y estar bien hidratados”, por lo que no está de más seguir al pie de la letra las recomendaciones de “un monitor o un profesional” en la materia, agrega.
¿Llegados a este punto, desde un punto de vista médico, a qué perfil de niño se desaconseja participar en carreras de montaña? Una vez más, hay que aplicar el sentido común. Por ejemplo, hay que vigilar muy especialmente a niños que presenten patologías. “Hay que hacer algún tipo de screening para valorar si se tiene alguna patología cardiaca o endocrina, o alguna patología del aparato locomotor que les impida realizar esa actividad o ponga en riesgo su vida. A partir de ahí (si se supera el examen médico), si el niño está bien adaptado y bien desarrollado, no debería tener ningún problema”, explica López-Vidriero. Y, en caso de que la intensidad de la carrera sea mayor de lo habitual, “tendrán que hacerse un estudio con un médico deportivo, que son especialistas en este tipo de estudios, para valorar si el niño está perfectamente desarrollado, adaptado y capaz”, precisa el experto.
Los niños tarahumara, un caso especial
Como ejemplo de que la población infantil puede adaptarse a cualquier escenario deportivo, López-Vidriero recuerda el caso de los indios tarahumara de Méjico: sus niños corren largas distancias por la montaña como una forma de jugar. Y lo hacen con tanta pasión, que se les considera la raza mejor adaptada a carreras montañosas y de larga distancia.
Más allá de este ejemplo, hay un caso en concreto que pone nombre y apellidos a la preparación para este tipo de pruebas ya desde edades muy tempranas: Kíllian Jornet. Este deportista es todo un campeón del esquí y las carreras de montaña que, como quien dice, empezó antes a correr por el Pirineo que a respirar (¡con tres años de edad ya coronó su primer tres mil!) Eso sí, Jornet partió con cierta ‘ventaja’ porque su padre es guía de montaña y guarda de un refugio y su madre es profesora de deportes de montaña… a eso se le llama llevarlo en la sangre.
Pero claro, no todos los niños tienen la oportunidad de corretear por terrenos alpinos o campestres sin darse ni cuenta de que están ‘entrenándose’ una vez ya han aprendido a caminar. Por lo tanto, a disfrutar de la montaña… pero con sentido común.
* La página web de la mencionada escuela indica que “se enseña a los jóvenes a practicar deporte de forma saludable y segura”