Redacción Farmacosalud.com
La Red de Atención a las Adicciones (UNAD) ha puesto en marcha la campaña ‘La adicción no tiene edad’ con el fin de visibilizar que las drogodependencias y otras adicciones pueden afectar también a individuos de la Tercera Edad. Los hijos, entorno afectivo e incluso los vecinos pueden sospechar de una posible conducta adictiva en personas mayores a partir de determinadas señales, como son, principalmente, “cambios en actitudes y comportamientos, pero también deterioro físico y cognitivo”, precisa Luciano Poyato, presidente de UNAD.
“Ante la más mínima duda sobre esto, lo importante es tender la mano a la persona que tenemos al lado y realizar un acompañamiento, pero nunca rechazarla o juzgarla”, destaca Poyato a través de www.farmacosalud.com.
Triple estigma cuando se trata de una mujer
La campaña tiene también como objetivo introducir mejoras en la prevención frente a las adicciones y en la atención prestada al colectivo de la Tercera Edad que las padece. En la sociedad actual existe una gran estigmatización hacia los sujetos que recurren al consumo de sustancias adictivas, “un rechazo que se duplica en el caso de las personas mayores por el hecho de consumir y ser mayores. Incluso hablamos de triple estigma cuando nos referimos a mujeres de edad avanzada que sufren un problema de adicción, ya que no cumplen con el rol de género, algo que les genera sentimientos de vergüenza y culpa. Esto tiene grandes consecuencias para todo este grupo de población, como son un mayor aislamiento, consumos ocultos y un escaso acceso y mantenimiento a los tratamientos y recursos asistenciales”, advierte el experto.
Por este motivo, una de las líneas de trabajo de UNAD es la sensibilización y concienciación social. La estrategia de esta organización va encaminada, precisamente, hacia la eliminación de los prejuicios y estigmas que rodean a los sujetos que consumen, ya que “son personas con los mismos derechos y la misma dignidad que aquellas que no lo hacen”, indica Poyato.
Además, cuando se habla de mayores y adicciones, es importante poner el foco en la normalización del proceso de envejecimiento y, en este sentido, aceptar que el hecho de cumplir años no significa necesariamente que determinadas conductas desaparezcan de la vida. Es más, “los consumos pueden mantenerse o incluso iniciarse independientemente de la edad de las personas”, puntualiza el presidente de UNAD.
El problema de ‘engancharse’ a ciertos medicamentos
La nueva campaña, financiada a través de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, dispone de un impactante y al mismo tiempo emotivo spot que induce a la reflexión. De acuerdo con el estudio ‘Personas mayores y adicciones: un diagnóstico de LARES y UNAD, con perspectiva de género’, el 56% de los ancianos reconoce haber tomado fármacos como ansiolíticos y/o antidepresivos en el último año. Este grupo tiene una edad media de 78 años y un 64% de los individuos que lo conforman son mujeres. Además, el informe destaca que la toma de esta clase de sustancias va asociada a unos bajos niveles de percepción del riesgo de estar incurriendo en posibles conductas adictivas.
“Según los expertos que han formado parte de nuestra primera escuela de Mayores y Adicciones, puesta en marcha en este 2023, estos fármacos, que se recetan para tratar la ansiedad o el insomnio, por ejemplo, se prescriben con más frecuencia con la edad, especialmente en mujeres. Al ser medicamentos psicotrópicos, actúan en el Sistema Nervioso Central, lo que provoca un alto potencial adictivo y un impacto en las capacidades cognitivas y motoras”, manifiesta Poyato.
De la misma manera, el mismo estudio muestra que el 52% de las personas encuestadas ha consumido alcohol y/o tabaco en los últimos 12 meses, una cifra que baja al 44,8% en el caso de las mujeres. En relación con las sustancias ilegales, el 9,8% ha consumido alguna o varias de ellas en el último año. Por otro lado, el 42% ha jugado y/o apostado en el último año, una cifra que crece hasta el 52,6% en el caso de la población femenina y que se mantiene en el 47,4% en la masculina.
Vivir en pareja es un factor de protección, siempre y cuando el cónyuge no sea adicto
Con estos datos sobre la mesa, la campaña de UNAD quiere poner de manifiesto que los consumos problemáticos pueden iniciarse, agravarse o mantenerse con la edad y que, en ocasiones, pasan a ser invisibles, incluso por el entorno más cercano, que se niega a ver y tratar adicciones que en realidad son de manual. Además, si a todo esto se le suma la soledad, el estigma o la falta de apoyos que pueden padecer los adictos, la atención se hace aún más difícil. “La soledad es, sin duda, un factor de riesgo en lo que respecta al consumo de sustancias, pero existen muchos otros, como la baja autoestima, la influencia de los grupos de pertenencia más inmediatos o incluso el propio estilo de vida. Por el contrario, el hecho de vivir en pareja puede ser entendido como un factor de protección frente al consumo adictivo, siempre y cuando la pareja y el entorno más cercano no sean consumidores”, subraya Poyato.
Con el aumento de la esperanza de vida, la supervivencia de los pacientes que han sufrido o sufren adicciones también se prolonga. “Son personas con adicciones que envejecen y que, por lo tanto, necesitarán recursos específicos, recursos compartidos con profesionales preparados y concienciados para trabajar con población mayor con algún tipo de adicción”, apunta.
‘La adicción no tiene edad, pero siempre tiene alternativa’
Desde UNAD se pide a las Administraciones públicas compromiso y responsabilidad con respecto a la atención que deben recibir estos pacientes, una asistencia que, a juicio de dicha entidad, debería prestarse de una manera interdisciplinar y poniendo siempre el foco en la prevención. Porque, como dicta el spot, ‘la adicción no tiene edad, pero siempre tiene alternativa’.
“Teniendo en cuenta que la esperanza de vida es cada vez mayor en España y que, por tanto, la sociedad está cada vez más envejecida, las Administraciones públicas deberían incorporar y desarrollar recursos específicos para atender las necesidades reales de esta parte de la población. Resulta indispensable dirigir una mirada hacia el envejecimiento, que incluya además la perspectiva de género, por lo que comentaba anteriormente sobre la estigmatización. Así, es preciso prestar especial atención a la multimorbilidad y evitar la soledad no deseada. Para ello, es necesaria la implicación y coordinación de todos los servicios que atienden a estas personas, pero también tener en cuenta a sus familias y cuidadores”, concluye Poyato.