Dra. Cristina Villegas Fernández
La palabra atopia significa ‘fuera de lugar’ -fue utilizada por primera vez por Coca en 1923-, concepto que abarca el grupo familiar y constitucional de enfermedades asociadas como asma, fiebre del heno y reacciones urticarianas a medicamentos y alimentos.
En 1933, Slzberger y Wise introdujeron el término de dermatitis atópica (DA) para definir el proceso inflamatorio cutáneo que puede acompañar a la atopia.
Es difícil realmente definir la ‘dermatitis atópica’. Se trataría de un proceso inflamatorio cutáneo crónico que puede acompañar a la atopia; sin embargo, se han propuesto nuevos términos en los últimos años, como el acrónimo SEDA: Síndrome de Eccema Dermatitis Atópica. En general, podemos decir que no existe acuerdo único sobre la definición.
Es un proceso muy frecuente en la infancia, de entre un 0,7 a un 2,4% de la población general, siendo la prevalencia de la DA mucho mayor en niños que en adultos. Entre un 7 y un 20% de los niños la padecen en algunos países europeos, según las últimas encuestas; en un 60% antes del año de edad y un 30% entre los 1 y 5 años de vida.
En relación con la etiología de la DA se ha encontrado una relación genética, pero no es suficiente para explicar el aumento exponencial en el número de casos registrados en los últimos 30 años. Por lo tanto, solo hablaríamos de una predisposición a padecer una enfermedad de la cual todavía se desconocen las causas reales, siendo las otras teorías más importantes la ambiental, la infecciosa y la alteración de la barrera epidérmica por alteración de una proteína estructural epidérmica, la filagrina.
El síntoma más frecuente de la DA es el prurito: es tan importante, que para muchos autores es el principio de la enfermedad.
Podemos diferenciar dos grandes grupos en la clínica de la DA:
a) Forma Clásica: Presenta prurito, liquenificación y manifestaciones eccematosas. Se divide a su vez en:
-Fase del lactante: Predominan las lesiones eccematosas, con eritema en mejillas, vesículas exudativas y costras. También existe afectación del tronco, pero los pliegues suelen estar libres; en ocasiones las lesiones ocupan toda la superficie corporal.
-Fase infantil: Fase desde los dos a los 10 años. Las lesiones suelen localizarse en superficies de flexión, y predominan las lesiones de liquenificación e intenso prurito.
-Fase del adulto: Se caracteriza por la xerosis, y puede acompañarse de manifestaciones menores o atípicas.
b) Forma Atípica: Formas menores o frustradas; pueden aparecer individualmente o acompañar a la forma clásica de al DA: Quelitis descamativa, pitiriasis alba, eccema dishidrótico, prurigo strófulo, eccema numular, dermatitis perioral, foliculitis atópica.
Se asocia a otras manifestaciones de la atopia, como asma, rinitis, conjuntivitis y alergia alimentaria. Se piensa que la DA actúa como puerta de entrada para numerosos alérgenos. Puede asociarse con otras enfermedades cutáneas como la ictiosis vulgar, en la que hasta un 50% de los pacientes presentan algún rasgo atópico. Los pacientes con DA presentan un grado variable de inmunodeficiencia, tanto por alteraciones de la inmunidad celular como por presentar disminución de la barrera cutánea, por lo que son más propensos a desarrollar enfermedades víricas cutáneas como verrugas y molluscum, así como a la diseminación de infección del herpes simple: eccema herpeticum o erupción variceliforme de Kaposi.
En relación fundamentalmente con el síntoma más importante de esta enfermedad, los pacientes, tanto niños como adultos, presentan un deterioro de su calidad de vida, de grado variable, directamente proporcional a la intensidad de los brotes de eccema y el prurito asociado.
Los brotes de la DA se relacionan con pérdida en la calidad del sueño y del descanso, niveles de desempeño personal más bajos en los ámbitos escolar en los niños y laboral y social en los adultos, además de una significativa afectación emocional asociada a la gravedad de la enfermedad.
Los niños con DA presentan con frecuencia problemas de comportamiento, como una mayor dependencia, temor, limitaciones en la participación en deporte (afectando a su vida social), y alteraciones del sueño, que pueden suponer somnolencia diurna y dificultades en la escolarización. Además, se ha demostrado que los niños con DA tienen un riesgo elevado de padecer trastornos de hiperactividad y pérdida de capacidad de atención. Y si además del eccema asocian problemas del sueño, desarrollan con mayor frecuencia trastornos emocionales y de conducta que repercuten negativamente en la vida del paciente y en la de sus familias, que ven alterada su rutina familiar y sus actividades sociales por los brotes recurrentes de la enfermedad de sus hijos.
El prurito, principal síntoma de la DA, puede afectar a la calidad de vida relacionada con la salud (CVR) del paciente que lo sufre, habiéndose demostrado que los pacientes que lo padecen presentan una pérdida de energía considerable, además de alteraciones del sueño y morbilidad psiquiátrica, llegando incluso a restringir la vida social de la persona afectada.
Desde el punto de vista psicológico, tanto en niños como en adultos las situaciones cotidianas generan reacciones físicas y emocionales que interactúan unas con otras mediante las conductas, los hábitos y las acciones corporales. Cuando las situaciones cotidianas sobrepasan el nivel de tolerancia, interés o ansiedad que un individuo (niño o adulto) les presta normalmente, esta situación cotidiana se vuelve una situación estresante. En el caso de los pacientes atópicos, es el prurito el factor que sobrepasa la tolerancia.
El prurito puede exacerbarse por situaciones estresantes del día a día en los niños: cambios en su entorno familiar (separación de los padres, un nuevo hermano…) o del colegio (cambio de centro, profesor, clase...), o por actividades como el deporte, piscina, contacto con animales, picos de polinización… y en los adultos cualquier estresante psíquico o físico que pueda alterar su situación basal.
Es por tanto fundamental la educación para la salud en la enfermedad de la dermatitis atópica en los padres de niños afectos de esta enfermedad, con el fin de que sepan modular y comprender las diferentes manifestaciones de la misma y poner los medios necesarios para que el entorno de sus hijos atópicos sea el más adecuado, desde el punto de vista de los cuidados médicos así como de su entorno físico y psicológico.
Los adultos deben también aprender a comprender su enfermedad, a realizar todas las medidas de prevención indicadas por su dermatólogo, y a realizar el tratamiento médico adecuado prescrito cuando sufren brotes de su enfermedad.
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