Redacción Farmacosalud.com
Una decena de fármacos integran el arsenal terapéutico actualmente disponible para combatir la esclerosis múltiple (EM). Es una cifra que se ha incrementado de forma considerable en los últimos tiempos. Sin embargo, los expertos alertan de que aún es preciso incorporar nuevas opciones capaces de reducir la progresión de la enfermedad. Una de esas opciones podría ser el uso de terapias, por ahora experimentales, que actúan sobre las células B, implicadas en aspectos inflamatorios y neurodegenerativos de la EM. “Poder frenar la progresión es, sin duda, la gran necesidad médica no cubierta. Especialistas españoles están estudiando activamente nuevas formas de tratar a nuestros pacientes para conseguir ese objetivo”, asegura el doctor Xavier Montalban, director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat) y jefe del Servicio de Neurología-Neuroinmunología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona).
El uso de las células B como diana es una estrategia novedosa en fase de investigación, ya que actualmente la mayoría de los tratamientos se dirigen a las células T. El doctor Montalbán está al frente de las investigaciones internacionales enfocadas a comprobar los beneficios asociados al bloqueo de las células B. “Estas células juegan un papel muy importante en la progresión de la enfermedad. Cuando se inicia la fase progresiva irrumpen unas estructuras que afectan a los ganglios linfáticos. Entre éstos están los folículos linfoides, capaces de provocar un daño continuo y permanente en las células del cerebro. En este sentido, los estudios fase II que han probado las ventajas de utilizar una terapia anti-célula B sugieren que podría detener dicha progresión y que seguramente sea por su bloqueo de las células B”.
Un nuevo concepto: NEDA, o ausencia de recaídas
NEDA son las siglas en inglés (No Evidence of Disease Activity) de un nuevo concepto en EM, definido como la ausencia de recaídas, lesiones detectadas por resonancia magnética y progresión de la enfermedad. “Procedente de la Oncología y, siendo un parámetro deseable y a tener en cuenta, quizá sea demasiado exigente para la EM y debamos matizar mejor lo que significa aquí ‘libre de enfermedad’”, opina el doctor Montalban. Para este experto, el futuro del tratamiento, en los próximos años, pasará por un mejor desarrollo de la medicina personalizada a través de la identificación de biomarcadores de diferente tipo, ya sean de imagen, biológicos, genéticos, etc., para poder seleccionar la terapia más adecuada. “Seremos igualmente -augura este especialista- más sensibles a la presencia de enfermedad activa y a tratar de seguir reduciendo su progresión”.
La EM es un trastorno crónico, autoinmunitario y neurodegenerativo del sistema nervioso central caracterizado por inflamación, desmielinización, pérdida de oligodendrocitos y neuronas, que da lugar a una progresiva discapacidad neurológica. Continúa siendo una de las principales causas de incapacidad permanente en la población joven, ha informado la compañía Roche.