Redacción Farmacosalud.com
A juicio de la Dra. María Victoria Mateos, hematóloga del Servicio de Hematología del Hospital Universitario de Salamanca, la bioinformática se está convirtiendo “en una herramienta prácticamente imprescindible” en la lucha contra el cáncer, en concreto, a la hora de descubrir los mecanismos que desencadenan la aparición de tumores. Cada vez hay técnicas más sensibles que son capaces de evaluar las alteraciones genéticas de todo tipo de tumores, lo que significa que se pueden encontrar determinadas alteraciones ya conocidas y analizar el genoma completo.
“Cuando analizamos el genoma completo, la información que recibimos es tan amplia que, realmente, nosotros como médicos, seríamos incapaces de poder analizar esos datos. Ahí es donde entran los bioinformáticos, quienes, a través de procesos estadísticos, procesos informáticos muy seleccionados, complejos al menos para nosotros, son capaces de agruparnos, en función de las alteraciones genéticas que encontramos en cada tipo de tumor, diferentes perfiles de pacientes”, sostiene Mateos. Ese sería el primer paso para ir hacia una medicina mucho más personalizada. Así, mediante la integración de análisis genómicos que permitan identificar tumores específicos diferentes en cada paciente, y una vez que se conozca cuál es el perfil genético de cada tumor en cada paciente, se podrán diseñar estrategias terapéuticas cada vez más personalizadas.
“La terapia celular ha llegado a la oncohematología para quedarse”
Por otro lado, la hematóloga del Hospital Universitario de Salamanca considera que “la terapia celular ha llegado a la oncohematología definitivamente para quedarse, lo cual significa que vamos a utilizar células para atacar tumores”. La terapia celular intenta trabajar con las células del sistema inmune del paciente para que sean capaces de atacar el tumor y destruirlo. “Tenemos muchas células en nuestro sistema inmune que podemos utilizar para atacar los tumores. Se ha empezado a través de la terapia CART-T, con los linfocitos T, pero esto simplemente es el punto de partida… vamos a utilizar células NK, vamos a utilizar otro tipo de células de nuestro sistema inmune para, definitivamente, intentar atacar todos los tumores”, apunta la Dra.
Mateos indica que los cánceres hematológicos, “con contadas excepciones como pueden ser la leucemia mieloide crónica o la leucemia promielocítica aguda, son enfermedades genéticamente muy complejas”, lo que significa que la proliferación del tumor está dominada por más de una alteración. “Además, hay muchas enfermedades” en las que incluso la evolución de la afección a lo largo del tiempo “induce cambios genéticos”, explica la facultativa, quien añade que, a veces, el tratamiento es capaz de seleccionar determinados clones y permitir al mismo tiempo “expandir otros clones minoritarios”. El microambiente medular juega también un papel importante en este tipo de cánceres.
Todo esto pone de manifiesto que se está ante unas patologías muy complejas a las que “es muy difícil, prácticamente imposible”, atacar con un único fármaco, afirma. “Afortunadamente" -continúa Mateos-, ya se ha llegado al año 2020, "donde para prácticamente todas las enfermedades hematológicas han surgido y están surgiendo nuevas estrategias de tratamiento”. Eso se traduce en que los tratamientos de los pacientes son cada vez más complejos, como lo demuestra el hecho de que se combinen tres y hasta cuatro fármacos, incorporando los anticuerpos monoclonales, con el objetivo es “intentar atacar el tumor hematológico a través de diferentes vías” debido precisamente a la complejidad genética de esas afecciones, establece la experta.
La Dra. Mateos ha realizado estas declaraciones con motivo del Congreso ‘Tendiendo puentes’, dedicado a la Oncología médica, hematología y farmacia oncohematológica, y cuyo desarrollo ha tenido lugar en Toledo este pasado mes de noviembre.