Redacción Farmacosalud.com
Parece que ya sea algo normal, algo así como inevitable, cuando se habla de ancianidad: la fractura de cadera. Un tipo de lesión que, por si fuera poco, aumenta cada año y se prevé que siga haciéndolo debido al progresivo envejecimiento de la población. Pero la resignación está reñida con la medicina y, si por algo se caracteriza la doctora Fátima Brañas, geriatra del Hospital Infanta Leonor de Madrid, es por su voluntad de poner los puntos sobre las íes a la hora de abordar esta problemática. De entrada, dice: “Estamos hablando de unas 500 fracturas de cadera por cada 100.000 habitantes/año” registradas en España, lo que, desde un punto de vista porcentual, “es mucho”. Acto seguido, preguntada sobre si estamos preparados para lo que se avecina, teniendo en cuenta que el incremento de la esperanza de vida puede llevar aparejado el susodicho aumento de fracturas de cadera, Brañas opina que “nuestro sistema sanitario actual está ‘diseñado’ para el adulto joven que acude con un problema agudo, se diagnostica, se resuelve y el paciente se va de alta. El paciente real ha cambiado pero el sistema no”. De hecho, “son todavía muchos los hospitales en nuestro país que no cuentan con unidades de ortogeriatría”, precisa la doctora, quien también aborda un hecho poco comentado, pero no por ello menos importante, relacionado con las fracturas de cadera y la Tercera Edad, como son las repercusiones anímicas derivadas de la lesión: “Está demostrado que en el periodo posterior a la fractura de cadera es frecuente iniciar algún tratamiento antidepresivo […] Todos pierden autonomía, lo que en muchos casos supone cambio de domicilio, ir a vivir a una residencia… en definitiva, depender de otros. El trastorno del ánimo reactivo a la pérdida de funcionalidad es muy frecuente e importantísimo no pasarlo por alto, pues el estado de ánimo es crucial para la recuperación”.
-En España, anualmente se producen más de 60.000 fracturas de cadera en la población anciana. ¿Porcentualmente, eso es mucho o poco teniendo en cuenta de que hay cerca de 8 millones de personas de la Tercera Edad viviendo en territorio español?
Estamos hablando de unas 500 fracturas de cadera por cada 100.000 habitantes/año en nuestro país, una tasa que aumenta cada año y, lo más importante, estamos hablando de una patología con un gran impacto en la vida del que lo sufre, no sólo en términos de mortalidad sino también y sobre todo en términos de funcionalidad, autonomía y calidad de vida…por lo tanto la respuesta es clara: sí, es mucho.
-Se prevé que este tipo de lesiones aumente en paralelo con el incremento de la esperanza de vida en la población anciana. ¿Desde un punto de vista logístico, la sanidad está preparada para afrontarlo?
Nuestro sistema sanitario actual está ‘diseñado’ para el adulto joven que acude con un problema agudo, se diagnostica, se resuelve y el paciente se va de alta. El paciente real ha cambiado pero el sistema no. El paciente más frecuente hoy es un anciano que acude al hospital con un problema (agudo como la fractura de cadera o crónico reagudizado) y que precisa un abordaje global que no termina en la solución al problema concreto. El problema de la fractura de cadera por ejemplo no termina con la síntesis de la fractura… en ese momento no ha hecho más que empezar. Por eso es imprescindible un abordaje multidisciplinar de colaboración entre traumatología, geriatría y rehabilitación para dar la mejor atención posible a estos pacientes. Este trabajo colaborativo es necesario y ha demostrado sobradamente sus beneficios; sin embargo, son todavía muchos los hospitales en nuestro país que no cuentan con unidades de ortogeriatría. Son precisas además más unidades de recuperación funcional que permitan conseguir el verdadero objetivo que se pretende cuando se opera a un paciente de fractura de cadera: que recupere su capacidad de caminar. Si no se adapta el sistema al paciente en lugar de pretender adaptar el paciente al sistema…entonces no estaremos preparados. Si lo hacemos gestionaremos mejor los recursos disponibles, además de tratar mejor a los pacientes y, entonces sí, el sistema estará preparado.
-Se ha observado que estas fracturas, en el caso de los ancianos, son más frecuentes en invierno. ¿Se sabe por qué o al menos se tiene algún indicio?
Es cierto que algunos estudios sugieren cierta variación estacional. Sin embargo, hoy por hoy no hay una razón convincente ni científica para explicarlo. Se ha sugerido que el clima frío podría influir al facilitar la posibilidad de caída; no obstante, con los datos que tenemos de los estudios parece poco probable al ver, por ejemplo, que en la Comunidad Canaria (con una mínima variación de la temperatura a lo largo del año) el 30% de las fracturas de cadera se producen en invierno y el 21% en verano. En otras comunidades como Aragón y Navarra (con una gran diferencia de la temperatura entre estaciones) no existe prácticamente variación en la incidencia de fracturas a lo largo del año. Por otra parte, la mayoría de las fracturas de cadera ocurren en el interior de los domicilios, lo que nada tiene que ver con la estación del año.
-¿La osteoporosis se lleva la palma en cuanto al origen de las fracturas de cadera en la Tercera Edad?
Yo diría que la osteoporosis es LA CAUSA con mayúsculas de fracturas de cadera.
-¿Por qué más mujeres sufren la lesión que los hombres?
Probablemente por dos motivos: 1ª, por el descenso de estrógenos que se produce con la menopausia, que es un factor causal de osteoporosis, y 2º, porque la esperanza de vida de las mujeres es mayor que la de los hombres y, como hemos dicho, la prevalencia de la fractura de cadera aumenta con la edad.
-¿Qué medidas sencillas se pueden adoptar para minimizar el riesgo de sufrir una fractura de cadera?
Usted lo ha dicho en su pregunta: minimizar el riesgo. Minimizar el riesgo de caerse y mantener una buena salud ósea con una dieta sana rica en calcio y con una vida activa, incorporando el ejercicio físico moderado a nuestras vidas. Huelga decir que el tabaco y el alcohol sin moderación son 2 factores de riesgo importantes de osteoporosis, así que…también hay que dejar de fumar.
-Capítulo aparte merece la mortalidad por esta lesión en los ancianos. Se estima que el 26% de los pacientes muere a los 3 meses de la intervención, llegándose incluso al 30% de letalidad al cabo de un año. ¿Por qué se registran esas cifras?
La fractura de cadera por fragilidad en el paciente anciano es en muchas ocasiones la punta del iceberg de otros problemas médicos que subyacen y, en consecuencia, es el desencadenante de la desestabilización clínica que puede terminar en la muerte.
-Por cierto, ¿se sabe por qué mueren más hombres que mujeres a raíz de una fractura de cadera?
No en todos los estudios se asocia el sexo masculino con mayor riesgo de mortalidad, por lo que no hay respuesta certera para esta pregunta.
-Poco se habla de las repercusiones anímicas que comporta dicha lesión en la población anciana. ¿Qué nos puede contar acerca de ello?
Está demostrado que en el periodo posterior a la fractura de cadera es frecuente iniciar algún tratamiento antidepresivo. Como decíamos al principio, la trascendencia de la fractura de cadera radica en el brutal impacto que ocasiona en la vida del paciente. Todos pierden autonomía, lo que en muchos casos supone cambio de domicilio, ir a vivir a una residencia… en definitiva, depender de otros. El trastorno del ánimo reactivo a la pérdida de funcionalidad es muy frecuente e importantísimo no pasarlo por alto, pues el estado de ánimo es crucial para la recuperación.