Redacción Farmacosalud.com
Para hacer senderismo hay que llevar unas botas apropiadas de trekking o de montaña. Ahora bien, hay amantes de esta clase de rutas que, por más que lleven calzado apropiado, tienen tendencia a sufrir ampollas en los pies. Para evitar padecerlas, de entrada hay que tener claro que nunca debe estrenarse un calzado en un trayecto montañoso más o menos prolongado, de ahí que se requiera un período previo de adaptación a las botas. Además, existen varias medidas que impiden la formación de las lesiones ampollosas, tal y como expone el podólogo del Hospital HM San Francisco de León (en León), David Muñoz: “Siempre que hagamos cualquier actividad (trekking, senderismo, alta montaña, etc.) debemos usar el calzado específico para dicha actividad. Si nunca lo hemos usado antes, conviene hacer un periodo previo de adaptación. Si tenemos tendencia a padecer ampollas, es muy importante una previa hidratación de las zonas afectadas y el día de la actividad aplicar productos especiales (vaselina, ungüentos, cremas, aceites, etc.) para evitar la posible fricción y la posterior aparición de la ampolla”.
Lo primero que debe hacer una persona que jamás ha practicado senderismo y que se estrena en esta actividad durante las vacaciones de verano “es apelar a la lógica. Como cualquier deporte, el senderismo requiere un periodo de adaptación al medio, al calzado y a otros factores, por lo que siempre es recomendable hacer una serie de salidas previas cortas, o procurarse una cierta preparación física”, establece Muñoz en declaraciones a www.farmacosalud.com.
“A nivel podológico -continúa el experto-, lo más importante es conocer tu pie, por lo que es básico acudir al podólogo para realizar un estudio biomecánico en el que de manera detallada el profesional te diga el tipo de pie que tienes, tu forma de pisar tanto en estática como en dinámica, y, sobre todo, en caso de necesitarlo, para que te proponga un tratamiento ortésico para la prevención de posibles patologías derivadas de la actividad o del tipo de pie que se tenga. Además, el especialista en podología también dará una serie de pautas y cuidados para tus pies (corte correcto de uñas, hidratación, consejos pre y post-actividad, etc.)”
La tentación del senderista de remojarse los pies en un río o estanque…
Otro aspecto a tener en cuenta para la práctica del senderismo es la longitud que deben tener las uñas de los pies. Ante todo, hay que recordar que la función principal de las uñas es la protección del dedo. Así pues, si son “demasiado cortas o muy largas, lógicamente no cumplirán esta función. Por lo tanto, es necesario tener un corte recto y cuadrado a la medida adecuada y, en el caso de tener el mínimo inconveniente o complicación, acudir al podólogo”, remarca el especialista del Hospital HM San Francisco de León.
Una vez seguidas todas esas recomendaciones, tras un largo rato caminando por la montaña es posible que el senderista se tope con un río o estanque, con lo que la posibilidad de remojar los pies en agua fría (siempre que no esté prohibido por ser un paraje protegido) buscando la relajación podológica antes de reemprender la marcha es una opción más que tentadora. ¿Ese baño es bueno, es malo… o bien no es ni bueno ni malo? Según responde Muñoz, “el agua fría provocará un efecto vasoconstrictor, lo que ayudará a que se reduzca la posible dilatación o inflamación del pie por el calor y por la bota. No obstante, es igual de importante secarse bien los pies prestando especial atención a los espacios interdigitales”.
Medidas para que el Camino de Santiago no se convierta en un vía crucis podal
Los consejos expuestos son válidos también para aquellas personas que decidan hacer el Camino de Santiago, peregrinaje en que los pies pueden convertirse en los grandes perjudicados si no se llevan a cabo una serie de cuidados antes y durante el trayecto. “Es aconsejable acudir a un podólogo antes de hacer el Camino de Santiago, para que revise si existe algún tipo de problema o si el peregrino tiene que extremar algunas precauciones. Además, debe hacerse un entrenamiento previo, utilizar botas de trekking o de montaña y calcetines habituales, evitando estrenar calzado, y cortarse las uñas correctamente y sin dejar picos”, explica el especialista en Podología.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos hace hincapié en la importancia de hidratar los pies con crema por la noche; evitar lavarlos con agua caliente antes de la ruta, ya que favorece la aparición de ampollas; ajustar adecuadamente el calzado y el calcetín, y proteger los roces con apósitos. Durante la marcha lo mejor es caminar relajado, usar bastones para tener más estabilidad y descansar entre cinco y diez minutos cada hora. De acuerdo con Muñoz, al finalizar cada jornada del Camino de Santiago “se deben lavar y secar bien los pies y revisar si existen posibles alteraciones, realizar estiramientos de la musculatura de los pies y ponerlos en alto”.
Si a pesar de seguir todos los consejos para evitar dolencias podales durante el verano se siente alguna molestia relevante, lo ideal es visitar a un especialista en podología, quien podrá detectar dónde está el origen del dolor y pautar el tratamiento adecuado. Y es que, más allá del senderismo montañero o la ruta del Camino de Santiago, resulta de suma importancia extremar aquellas medidas preventivas que permitan evitar sorpresas desagradables durante la época veraniega. En este sentido, Muñoz apunta que “las altas temperaturas, andar descalzos en lugares públicos, la sudoración excesiva, la utilización de calzado no apropiado y la falta de higiene pueden ser los causantes de que nuestros pies se vean aquejados por diversos problemas que reduzcan en menor o mayor medida nuestra calidad de vida durante los meses estivales”.
Por esta razón, una de las recomendaciones más importantes es tener una correcta higiene, para lo que es básico secar bien los pies, prestando especial atención a los espacios que hay entre los dedos, e hidratarlos con una crema indicada para ello. A este respecto, es recomendable no compartir toallas ni calzado para evitar así las infecciones fúngicas. Además, las personas a las que les sudan mucho los pies deberán utilizar antitranspirantes o productos secantes tras habérselos lavado y secado.
No caminar descalzos sobre superficies calientes
El calzado que se utilice durante el verano debe ser cómodo y flexible y además debe facilitar la transpiración, siendo recomendable que haya sido elaborado a base de materiales naturales, puesto que con ello se evita que los pies suden mucho. “Es aconsejable cambiar habitualmente de zapatos y no abusar mucho del uso de zapatillas deportivas, ya que un uso excesivo de éstas favorece la sudoración y la aparición de hongos”, señala.
Asimismo, el podólogo recuerda que no es apropiado caminar descalzos en superficies calientes, dado que hacerlo seca la piel y pone las condiciones para que aparezcan durezas. Por otro lado, la infección por hongos y papilomavirus se pueden prevenir utilizando siempre chancletas de goma en lugares donde el suelo esté húmedo como la piscina, la playa, las saunas, las duchas o los baños públicos, informa HM Hospitales mediante un comunicado.