Redacción Farmacosalud.com
La desnutrición en personas de la tercera edad (ancianos desnutridos) es un fenómeno que no pasa desapercibido en las farmacias comunitarias, las de toda la vida, las farmacias ‘de calle’. Jaume Guillén, farmacéutico y titular de la Farmacia Guillén, ubicada en Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona), explica a www.farmacosalud.com que hay una serie de factores que pueden llevar a pensar que un anciano está en riesgo de sufrir problemas de malnutrición, como por ejemplo que compre productos de alimentación infantil sin tener ningún nieto a su cargo. A la hora de buscar soluciones para posibles casos de desnutrición, los farmacéuticos disponen de un test que mide el estado nutricional del usuario, y en caso de verificarse la existencia de tal problema, aplican un algoritmo de recomendaciones y posteriormente realizan un seguimiento del paciente.
Según Guillén, “se calcula que el 17% de pacientes ancianos de todos los ámbitos (comunidad, institucionalizados y hospitalizados) están desnutridos. De este grupo, el 4% corresponde a los que viven en sus casas… saquen ustedes las conclusiones”.
Teniendo en cuenta, además, que el 60% de los clientes de las farmacias son mayores de 65 años, y que “entre el 25% y el 35% de nuestros ancianos está en riesgo nutricional y un 3-10% ya están desnutridos, con estos datos está claro que se detectan casos de ancianos desnutridos” en este tipo de establecimientos, afirma Guillén.
La ingesta de proteínas, lo primero que los ancianos malnutridos retiran de su dieta
Lo primero que estos pacientes retiran de su dieta es la ingesta de proteínas, ya que “es lo que más les cuesta masticar; con la edad también producimos menos saliva y esto agrava el problema… hacen más bola con la ingesta de proteínas”, indica el titular de la Farmacia Guillén.
Factores de riesgo
De acuerdo con este profesional de la salud, hay varios factores que pueden llevar a un farmacéutico comunitario a pensar en la posibilidad de que una persona de la tercera edad está en riesgo de sufrir malnutrición:
a) Mayores que compran productos de alimentación infantil sin tener ningún nieto a su cargo
b) Postoperados
c) Disfagia: ictus, alzhéimer, Parkinson….
d) Pacientes encamados
e) Pacientes que compran productos para la fijación de las prótesis dentales
f) Los ancianos que viven solos y en los que hay un deterioro de la persona
g) Clientes mayores que compran productos para la sequedad bucal
h) Pacientes que manifiestan una pérdida de peso
i) Pacientes polimedicados
Métodos de comprobación y aplicación de soluciones
Sin embargo, una cosa es pensar en la posibilidad de que haya un cuadro de desnutrición, y otra es comprobar fehacientemente que el usuario padece realmente esa alteración. Para poder detectar precozmente tales cuadros, en las oficinas de farmacia se dispone de una metodología específica, tal y como detalla Guillén: “De entrada, nosotros les ofrecemos la posibilidad de medir su estado nutricional… sólo les vamos a robar 5 minutos (creemos que tienen todo el tiempo del mundo). Una vez acceden, les hacemos el test de MNA".
En función de los resultados obtenidos, hay un algoritmo de consejos:
[Difusión: J. Guillén]
Cuando se detecta un caso de malnutrición, la estrategia de actuación del farmacéutico pasa por realizar una serie de recomendaciones nutricionales, guiadas sobre todo por el incremento de ingesta de proteínas y ejercicio físico. En casos graves, lo que procede es la derivación al médico y a servicios sociales.
Si es necesario, se utiliza suplementación proteica, rica en vitaminas y minerales
Posteriormente, apunta el experto, el farmacéutico hace un seguimiento nutricional de esas personas: “Vamos midiendo cómo va evolucionando el paciente para asegurar su recuperación; intentamos verlo cada dos meses. Sobre todo, medimos el incremento del % de músculo en su cuerpo”.
A la hora de reconducir a esos pacientes, desde la farmacia se intenta diseñar una serie de consejos nutricionales, en tanto que “¡la clave es comer bien!”, exclama. Y en los casos en que sea necesario, se utiliza suplementación proteica, rica también en vitaminas y minerales. “Los formatos que trabajamos es la línea Meritene. Su amplia gama de productos nos permite adaptar la recomendación a cada tipo de necesidad. Tenemos batidos de proteínas, suplementos sin sabor para añadir a cualquier comida, papillas, potitos…. La gama es extensa y eso nos facilita el consejo”, señala Guillén.
“Al anciano que vive solo le cuesta hacer una dieta equilibrada”
Si la malnutrición no se corrige, puede agravarse el deterioro del paciente, habiendo un incremento del riesgo de sufrir escaras (en el caso de pacientes encamados), aparición de cuadros de apatía, pérdida de fuerza, incremento de enfermedades, aumento del riesgo de caídas, etc.
Para Guillén, el anciano que vive solo es un perfil de usuario que merece una especial atención: “A la persona que vive sola le cuesta hacer una dieta equilibrada porque, según su criterio, con un caldo o una leche con galletas ya tira…. Intentamos que vayan al centro de mayores del pueblo, donde tienen la posibilidad de comer con amigos y así van a hacer una comida completa. ¡Insistimos en que tienen que salir de casa… moverse es la clave, tener actividad!”