Redacción Farmacosalud.com
Alejar los lavabos -lavamanos- de los pacientes ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) reduce de manera más que evidente las colonizaciones e infecciones por bacilos gram negativos, lo que lleva aparejada una disminución del consumo innecesario de antibióticos y, consecuentemente, una reducción de los días de estancia de pacientes con bacterias multirresistentes y de los días de atención bajo aislamiento. “En nuestro trabajo los datos sugieren una disminución de alrededor de 2 veces el uso de antibióticos contra bacilos gramnegativos no fermentadores -BGNNF- (bacterias propias del agua potable), 1'6 frente a enterobacterias (que podrían proceder de los sifones) y casi 6 veces las colonizaciones en la vía aérea del paciente crítico con ventilación mecánica invasiva también por BGNNF, durante el año posterior a la intervención”, especifica el Dr. Gonzalo de las Casas, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.
De forma global, durante los dos años posteriores se redujeron un 30% los días con necesidad de uso de antibióticos, un 80% los días con presencia de bacterias multirresistentes y un 50% las jornadas de pacientes sometidos a precauciones de aislamiento. “Quiero aclarar que la evidencia de estos estudios es limitada porque, en muchas ocasiones, son intervenciones dirigidas a problemas concretos y evaluaciones inmediatas antes-después. Sin embargo, hemos encontrado más estudios, tanto nacionales como internacionales, que alertan de los mismos riesgos y que también obtienen mejoras en sus resultados de control de infección tras la retirada de los lavabos”, subraya el Dr. De las Casas, a su vez miembro de la Red de Bioseguridad de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH). “Por ello -prosigue en declaraciones a www.farmacosalud.com-, recomendamos la evaluación de riesgos en la Unidad coordinada por Medicina Preventiva. Además, hemos redactado un ‘Decálogo sobre el uso seguro de los lavabos’ en este tipo de unidades con una extensa bibliografía que puede servir de apoyo para la toma de decisiones”.
El agua de consumo humano y su red de distribución no es estéril
Las UCIs, junto a otras unidades como las de trasplantes o quemados, usan dispositivos invasivos que son necesarios para la atención de las personas ingresadas, de ahí que se tienda a denominar a esos equipos como de ‘cuidados aumentados’, caracterizados por la asistencia intensificada con contacto estrecho, la condición de inmunosupresión de los enfermos o las pérdidas extensas de integridad cutánea, respectivamente.
Sin embargo, “estas condiciones generan una gran vulnerabilidad a los pacientes en relación con la bioseguridad del entorno en que se proporcionan los cuidados. El agua de consumo humano y su red de distribución no es estéril; tampoco lo es el agua embotellada, e incluso la filtrada microbiológicamente puede generar riesgos biológicos según cómo se gestione. Por tanto, la cercanía de lavabos a estos pacientes, su frecuencia de uso y el vertido de fluidos biológicos y sus salpicaduras pueden generar riesgos directos al paciente por las condiciones anteriormente enumeradas o bien a través de la contaminación del material utilizado en ellos”, detalla en un comunicado De las Casas, quien intervino en el XXI Congreso Nacional y X Internacional de la SEMPSPH, celebrado recientemente.

Actividad en una UCI durante la crisis del COVID-19
Fuente: Francisco Avia / Hospital Clínic (IMAGEN DE ARCHIVO)
Si bien este aspecto de la atención sanitaria empieza a ser abordado, aún hay cierto desconocimiento sobre la detección del problema y la mejor forma de gestionarlo en cada caso. Esto es debido a que influyen muchos factores en cada situación y los estudios no siempre pueden arrojar evidencias sólidas.
Lavamanos que suelen estar ubicados en el box, a no más de 1-2 metros de la cama del paciente
Durante su exposición, el Dr. De las Casas presentó los resultados de una intervención sobre el agua que consistió en retirar los lavabos más próximos a los pacientes ingresados en UCI, medida que obtuvo los buenos resultados higienico-sanitarios apuntados anteriormente. En estos casos, el término lavabo se refiere al lavamanos (conjunto formado por grifo, pileta, sumidero y sifón) y no al inodoro / sanitario. “Nuestra experiencia ha ido dirigida a estos lavamanos, que habitualmente se encuentran en el mismo box (habitáculo) donde se encuentra la cama del paciente, y a no más de 1-2 metros” de él, señala el experto.
Estos lavamanos se instalan cerca del sujeto ingresado para favorecer la higiene de manos de los profesionales sanitarios, si bien hoy en día la limpieza se realiza mayoritariamente a través de dispensadores de solución hidroalcohólica (ya antes de la pandemia). Es por ello que los grifos de esos lavabos se abren poco (lo que es un riesgo porque se colonizan de microbios debido al estancamiento o falta de flujo del líquido-elemento*), o se acaban usando como repisas de material sanitario o para vertidos (fluidos de paciente o medicación), pero apenas para lavarse las manos.
Por otra parte, los lavamanos también se pueden colonizar retrógradamente por microorganismos desde las bajantes a los sifones sin necesidad de verter fluidos del paciente. “Por lo tanto -destaca De las Casas-, esto (la retirada de los lavabos más próximos al paciente) no tiene nada que ver con la autonomía del sujeto ingresado ‘para ir al baño’ (WC), ni mucho menos con modificar estos hábitos. Además, los pacientes que mantienen la autonomía durante su ingreso en UCI para ir al baño tienen estancias más breves y menos riesgo de contraer infecciones por estos medios”.

Fuente: Archivo
Lavabo / pileta para tareas limpias como el agua de bebida y preparación de medicación oral
Así pues, los riesgos existentes se centran en aquellos lavamanos que, situados cerca del paciente, y tras ser colonizados mediante los mecanismos antes comentados, generan salpicaduras y aerosoles durante su apertura y contaminan material sanitario o bien alcanzan al paciente y sus dispositivos. También pueden contaminar las manos de los profesionales sanitarios, lo que puede redundar en una asistencia insegura y constituir, obviamente, un riesgo para el enfermo. Hay UCIs que tienen los lavabos dentro de los boxes de los enfermos a una distancia de 1-2 metros del paciente crítico, y otros que los tienen fuera, donde el riesgo es menor siempre que se prevengan las salpicaduras al material clínico, se usen frecuentemente (para evitar el estancamiento del agua) y se limpien y desinfecten adecuadamente.
“Aclaro una vez más que hablamos de los lavabos y no del WC (inodoro / sanitario). En este sentido, cuando una evaluación del riesgo indique que es mejor retirar los lavamanos de los boxes, se deben reorganizar las tareas en la Unidad. Es decir, debe haber algún lavamanos fuera de los boxes para que el personal se pueda lavar ante salpicaduras con fluidos… pero deben ser muy pocos, cuantos menos mejor, para asegurar que su grifo se abre frecuentemente y que también se limpia y desinfecta, minimizándose así su colonización interna (recordar una vez más que el agua paralizada hace proliferar los microorganismos que van en ella)”, indica el miembro de la Red de Bioseguridad de la SEMPSPH.
También debe haber un lavabo / pileta para tareas limpias como el agua de bebida y preparación de medicación oral, otro para limpieza de material, y un vertedero para fluidos (que no lavabo). Todos ellos alejados del paciente y del material sanitario. También se pueden instalar paneles separadores a los lados o encastrarlos como medidas de mitigación sobre el material”, aduce.
* el agua potable puede contener algunos microorganismos que no son nocivos si dicha agua potable se usa para la ingesta