Redacción Farmacosalud.com
Según el ‘Documento de consenso sobre consulta telemática en hipertensión y riesgo vascular. Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA)’, las cifras de presión arterial (PA) sistólica y diastólica que se consideran óptimas para aquella persona que se tome la presión arterial en domicilio son las que se sitúan por debajo de 135/85 mm Hg, con una buena técnica de medida. “Si de forma sostenida las cifras estuvieran por encima de este nivel, el paciente debe consultar con su médico para que valore si hay problemas en la adherencia al tratamiento, si hay que realizar una Monitorización Ambulatoria de Presión Arterial (MAPA), o si hay que adoptar una modificación de estilos de vida e intensificar o cambiar el tratamiento farmacológico”, establece la Dra. Teresa Gijón-Conde, médica del Centro de Salud Cerro del Aire (Majadahonda, en Madrid) y coautora del nuevo documento.
“En aquellos casos en los que el paciente observe de forma sostenida cifras extremadamente elevadas de presión arterial habiendo realizado una técnica correcta, o note síntomas de alarma como cefalea continua, mareos, dolor torácico, etc., debe consultar con su médico de forma inmediata”, remarca la Dra. Gijón-Conde.
Adiestramiento en autoexamen físico
Entre los criterios de elección de consulta presencial o telemática que aparecen en el consenso, figura como uno de los requisitos para la visita telemática que el paciente esté ‘adiestrado en autoexamen físico’. El autoexamen físico en este caso se refiere a que el usuario realice medición de su peso, talla, perímetro abdominal y conozca la técnica para la toma correcta de la presión arterial y la frecuencia cardiaca. Además, debe conocer tanto la periodicidad en que debe realizar las tomas como en qué forma debe comunicar los datos a su médico.
“Sería ideal la telemonitorización de datos, pero eso en muchos casos todavía no es posible. En la técnica de Auto Medida de Presión Arterial (AMPA) sería deseable realizar 2-3 tomas de presión antes del desayuno y la cena con un monitor electrónico validado con esquemas de entre 4 y 7 días, descartando el primer día (12-24 lecturas)”, explica la experta. Las mediciones se efectuarán siguiendo las recomendaciones aceptadas para la toma de PA y la realización de AMPA. Se deberán realizar en una habitación tranquila después de 5 minutos de reposo, con el paciente sentado y con la espalda y el brazo apoyados. Deben llevarse a cabo 2-3 mediciones en cada sesión, con 1-2 minutos de espera entre mediciones.
Mayor periodicidad de las visitas en sujetos con riesgo alto o descontrol de su PA
De acuerdo con el nuevo documento, la frecuencia de visitas se seguimiento ‘dependerá de la categoría de riesgo global del paciente, así como de su nivel de PA. En general, se recomienda una frecuencia de revisiones telemáticas cada 6-12 meses en el hipertenso de riesgo bajo o de moderado RCV (riesgo cardiovascular) y que tiene controladas sus cifras de PA y sus factores de RCV'. 'En pacientes con RCV alto o muy alto, mal control de las cifras de PA y factores de riesgo asociados, ECV (enfermedad cardiovascular) o comorbilidades asociadas, habrá que individualizar, siendo recomendable un mínimo de visitas cada 3-6 meses y una visita presencial anual’.
“La frecuencia de las consultas según las recomendaciones de los expertos es orientativa y los factores a valorar serían el riesgo cardiovascular global, que tanto el paciente como el medico deben conocer, así como las cifras de presión arterial. Con un buen adiestramiento del paciente, éste debe conocer cuándo consultar, pero son recomendables una mayor periodicidad de las visitas en aquellos sujetos con riesgo alto o descontrol de sus cifras de presión arterial. En muchos casos, habrá que individualizar según las circunstancias”, detalla la Dra. Gijón-Conde.
En el consenso también se abordan ‘Estrategias de mejora y barreras en el manejo de la hipertensión y del riesgo vascular’. De este parte del texto destacan los conceptos de aproximación multiestratégica que implique al paciente sobre todo en los aspectos de adherencia al tratamiento y los estilos de vida saludables, y al personal sanitario y al sistema de salud en los aspectos de detección precoz de la hipertensión, fomento de la toma de presión arterial y simplificación de los tratamientos farmacológicos promoviendo el uso de combinaciones farmacológicas en menos comprimidos. “Además, una atención médica basada en el trabajo en equipo es recomendable para el abordaje del individuo hipertenso. Dicho equipo debería incluir: médico de familia, enfermería de Atención Primaria, médicos y enfermeras hospitalarios, farmacéuticos y trabajadores sociales”, especifica la coautora del documento.
Hay que facilitar el acceso tecnológico al mayor número de usuarios posible
Por último, el consenso sostiene que ‘durante la pandemia por COVID-19 se han descrito desigualdades en el uso de la telemedicina en colectivos más vulnerables, como población anciana, sujetos con menores recursos económicos, falta de acceso a la tecnología y problemas de comunicación por diferente idioma, etc., lo cual se debería tener en cuenta con la previsible generalización del uso de la telemedicina en el futuro’. “La solución a estos problemas pasaría por facilitar y simplificar el acceso tecnológico al mayor número de usuarios posible, facilitando la comunicación bidireccional entre profesionales y pacientes. No obstante, las consultas telemáticas pretenden mejorar el acceso del paciente a los profesionales sanitarios y mejorar su comunicación, pero no pueden sustituir a la atención presencial especialmente en los colectivos mencionados, que en muchos casos requerirían atención sanitaria presencial”, declara Gijón-Conde.
Los criterios que deben prevalecer en la decisión sobre la modalidad de consulta se basarán en la idea de que los beneficios superen a los riesgos, sea cual sea la modalidad elegida. Estos criterios habrán de ser consensuados entre profesionales, pacientes y sistema sanitario y deberán contemplar criterios puramente técnicos para priorizar al enfermo “que más se beneficie de la atención presencial, las preferencias del paciente y los recursos disponibles por parte del sistema sanitario”, manifiesta la facultativa. Hay que tener en cuenta que los pacientes con HTA (hipertensión arterial) y RCV muchas veces tienen comorbilidades asociadas importantes, mayor edad y en ocasiones situaciones de fragilidad que pueden condicionar el modo de atención sanitaria.