Redacción Farmacosalud.com
La placenta accreta es una patología que se produce cuando la placenta invade la pared muscular del útero impidiendo su normal expulsión después del parto. El intento de extracción manual durante el alumbramiento comporta un riesgo muy elevado de sangrado importante, que puede ser masivo y poner en riesgo la vida de la madre. Desde su puesta en marcha en diciembre de 2014, la Unidad Multidisciplinaria de Placenta Accreta (UMPA) de Vall d’Hebron (Barcelona), pionera en España, ha conseguido reducir drásticamente las complicaciones asociadas a esta patología, que afecta a una de cada 530 mujeres embarazadas.
En su abordaje del accretismo placentario y la reducción de riesgos de morbimortalidad para las pacientes, la Unidad Multidisciplinaria de Placenta Accreta ha llevado a cabo por primera vez en territorio español una operación de este tipo en quirófano híbrido (una sala que combina el espacio quirúrgico con sistemas de imagen radiodiagnóstica), de forma que, si se requiere embolización para controlar un sangrado importante, se puede llevar a cabo en el mismo quirófano.
La cantidad de sangre que pasa por el útero a término es alrededor de 700 ml/min
“La cirugía de la placenta accreta no siempre puede controlar el sangrado, ya sea por el volumen de éste o por las áreas donde se produce. El hecho de poder tener en un mismo espacio la posibilidad de la embolización supone un beneficio muy grande en términos de seguridad y salud de la paciente”, explica el Dr. Manel Casellas, jefe de la Unidad Multidisciplinaria de Placenta Accreta y médico del Servicio de Obstetricia de Vall d’Hebron.
La cirugía de la placenta accreta es compleja porque el riesgo hemorrágico es alto. La cantidad de sangre que pasa por el útero a término es alrededor de 700 ml/min. “El beneficio de operar en un quirófano híbrido es doble: permite recorrer in situ, en caso de que sea necesaria, a la embolización, y, por otro lado, aumenta la seguridad de la paciente, no solo por la posibilidad de la embolización in situ, sino también porque sólo se hacen procedimientos invasivos de radiología intervencionista si hacen falta. Hasta ahora se colocaban profilácticamente catéteres en las arterias ilíacas internas por si se producía sangrado durante la operación. Estos procedimientos, a pesar de ser seguros, no están exentos de riesgos”, comenta el Dr. Casellas.
El quirófano híbrido es una sala de cirugía que cuenta con la tecnología de imagen radiodiagnóstica (una plataforma de terapia guiada por imagen) que permite identificar in situ el vaso que está sangrando. Esta tecnología genera una imagen de alta precisión y resolución de forma inmediata para detectar el vaso que sangra. Así, no hay que trasladar a la paciente a otra sala. Una vez identificado el vaso afecto, se introduce el producto necesario para detener la hemorragia.
La Unidad Multidisciplinaria de Placenta Accreta ha atendido desde su creación alrededor de 40 mujeres y ha conseguido mejorar sustancialmente los datos de morbimortalidad materna y fetal. Se han podido reducir de forma significativamente estadística las hemorragias mayores, la necesidad de transfusiones, las lesiones quirúrgicas, las reintervenciones, los ingresos maternos en la UCI y la mortalidad materna. Para reducir las complicaciones durante el parto que puede causar la placenta accreta, los profesionales de la Unidad Multidisciplinaria de Placenta Accreta programan el alumbramiento (alrededor de la semana 36). El objetivo de programar el parto es evitar un inicio espontáneo del mismo que puede conducir a complicaciones fundamentalmente hemorrágicas. Algunas (cada vez menos) de las mujeres que sufren placenta accreta no se diagnostican hasta el momento del alumbramiento, cuando la placenta no se desprende espontáneamente y se intenta una extracción manual, que puede causar lesiones y sangrados importantes.
La Unidad Multidisciplinaria de Placenta Accreta está constituida por un equipo formado por personal de obstetricia, cirugía oncológica ginecológica, radiología intervencionista, anestesiología, urología, neonatología, especialistas en magnética nuclear fetoplacentaria y enfermeras y enfermeros. Esta atención altamente especializada es capital para ofrecer a la paciente los mejores resultados.
Una complicación originada por cirugías previas y sobre todo cesáreas
El principal factor de riesgo para que una mujer pueda sufrir placenta accreta es haber sido sometida a una o varias cesáreas. Las cirugías previas en el útero, legrados previos, radiación en el útero, la edad avanzada, la fecundación in vitro o el tabaquismo también pueden ser factores de riesgo. Uno de los retos de dicha Unidad Multidisciplinaria es trabajar para mejorar los procedimientos diagnósticos de esta patología. Por eso, ecografistas especializados estudian particularmente a las pacientes con antecedentes de cesárea y placenta accreta previa.
Este grupo de gestantes es el de máximo riesgo para desarrollar la patología. La resonancia magnética funcional (procedimiento también rutinario en la Unidad) es de gran ayuda para evaluar la extensión y grado de invasión de la placenta. Después de la constitución de esta Unidad Multidisciplinaria, el porcentaje de pacientes con placenta accreta que se detectan con suficiente antelación antes del parto en Vall d’Hebron ha pasado del 56% al 96%.