La prueba más utilizada para confirmar el diagnóstico de una alergia al frío es el test del cubito de hielo. Consiste en aplicar hielo, de manera controlada, en el antebrazo del paciente durante 5 minutos y pasados 10 observar si se produce reacción, como puede ser la aparición de picor, ronchas o hinchazón. “Aunque a priori la prueba parece sencilla debe realizarse de manera controlada y en la consulta del alergólogo. Es él quien puede interpretar de manera correcta la reacción y evitar que se produzcan quemaduras con el hielo”, ha advertido la doctora Marta Ferrer, según recoge la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
La urticaria por frío o urticaria a ‘frigore’ es una alergia poco frecuente que se manifiesta a través de una reacción cutánea ante el contacto con el frío derivado de la acción del viento, las bajas temperaturas, el lavado o inmersión en agua, el contacto con objetos fríos o la ingestión de bebidas o alimentos fríos. “En la zona de contacto con temperaturas bajas aparece picor, ronchas, ‘habones’ e hinchazón”, ha precisado Ferrer, coordinadora del Comité de Alergia Cutánea de SEAIC. “Aparece de forma inmediata y desaparece entre 30 minutos y las dos horas siguientes a la reacción, cuando la piel se calienta de nuevo”.
Evitar sumergirse de golpe en agua fría
Se recomienda que durante los meses de invierno los afectados por la alergia se prevengan de la exposición al frío con ropa de abrigo adecuada y lleven la medicación necesaria, como son los antihistamínicos prescritos por el médico. Hay que tener la precaución, si uno padece este tipo de urticaria, de no tomar bebidas frías, cubitos de hielo o helados, ya que se podría provocar un edema de glotis. Asimismo, es muy importante en los casos en que la urticaria por frío sea intensa, evitar sumergirse de golpe en agua fría lanzándose a la piscina o al mar, ya que, al estar toda la superficie corporal en contacto con frío, se produciría una reacción generalizada (anafilaxia) por la liberación repentina y masiva de histamina o la muerte por ahogo.
“Es muy raro que la primera manifestación sea una anafilaxia al tirarse a la piscina o bañarse en el mar -también en verano-. El paciente se da cuenta que cuando llega el invierno y sale a la calle, las zonas expuestas al frío (cara, cuello y manos fundamentalmente) se le enrojecen o le salen ronchas; o por ejemplo que cuando coge cosas de la nevera le pican las palmas de las manos o le salen ‘habones’”, ha indicado la experta.