Redacción Farmacosalud.com
A juicio del Dr. Lluís Montoliu, miembro de la Comisión COSCE (Confederación de Sociedades Científicas de España) de Estudio del Uso de Animales en Investigación Científica, el Acuerdo COSCE por la Transparencia en Experimentación Animal “ha cubierto plenamente” el déficit de información “que teníamos y que cubrían los grupos animalistas, que habitualmente eran solamente los que lanzaban mensajes a la sociedad. Quiero pensar que hemos contribuido a crear una sociedad mejor informada y por ello más libre para decidir e interpretar adecuadamente por qué sigue siendo necesaria la experimentación con animales”.
Las ejemplares zoológicos “no son sujetos de derecho, pero les debemos un respeto máximo y consideramos que usarlos es un privilegio que solamente puede admitirse cuando no existen otros medios alternativos para abordar el experimento, y cuando esté justificada éticamente la posible alteración que puedan sufrir frente a los potenciales beneficios que la investigación pueda producir para la salud humana y/o animal”, sostiene Montoliu. Y es que las especies zoológicas también pueden salir beneficiadas cuando son usadas para la investigación encaminada a mejorar la salud humana, ya que pueden realizarse hallazgos veterinarios en aspectos como la “reproducción y estado de conservación de la especie (para fauna silvestre)”, apunta el experto, a su vez investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.
-¿Hoy en día, qué animales se usan para investigaciones científicas? ¿Son básicamente modelos murinos, los clásicos ratones de laboratorio?
Según los datos facilitados por el MAPA en 2019, se registraron 817.742 usos de animales, de los cuales 519.540 corresponden a roedores (63,5%), en su gran mayoría ratones de laboratorio (460.761; 56,3%), junto a ratas, cobayas, hámsters y otros roedores en menor cantidad.
Tras los roedores, los tres grupos de animales más utilizados son los peces (141.336; 17,3%), las aves (101.452; 12,4%) y los conejos (20.586; 2,5%). El resto de especies usadas (cerdos, vacas, cabras, ovejas, caballos y otros équidos, gatos, perros, primates no humanos, anfibios, reptiles, cefalópodos y otros) se utilizan en cantidades sensiblemente mucho menores. Toda la información está disponible en nuestro portal de transparencia, en la web de la COSCE: https://cosce.org/informes-de-los-usos-de-animales-en-investigacion-y-docencia-en-espana-2009-2019/.
-¿A grandes rasgos, qué derechos tienen los ejemplares sometidos a experimentación científica?
Los animales no son sujetos de derecho, pero les debemos un respeto máximo y consideramos que usarlos es un privilegio que solamente puede admitirse cuando no existen otros medios alternativos para abordar el experimento, y cuando esté justificada éticamente la posible alteración que puedan sufrir frente a los potenciales beneficios que la investigación pueda producir para la salud humana y/o animal.
Los animales están exquisitamente protegidos por una estricta regulación europea y nacional y por un conjunto de recomendaciones y directrices internacionales sobre su bienestar que delimitan con gran precisión lo que puede o no puede hacerse, y dónde y quién puede trabajar con los ejemplares de experimentación, todo ello evaluado y refrendado, en su caso, por diversos comités de ética. En España, antes de que un proyecto de experimentación animal pueda llevarse a cabo, nuestra legislación requiere la aprobación de tres órganos distintos e independientes: un primer Comité de Ética de la Experimentación Animal que valida localmente el proyecto de un investigador, un órgano habilitado independiente que evalúa el proyecto de acuerdo con los requisitos del RD53/2013 de 1 de febrero, y finalmente la aprobación de la autoridad competente, que en España son las CCAA (comunidades autónomas).
Desde que un investigador plantea un posible experimento con especies zoológicas hasta que puede llevarlo a cabo pueden pasar varios meses, durante los cuales numerosas personas de esos comités se encargarán de revisar todos los aspectos que puedan alterar el bienestar animal frente a los objetivos que el investigador planea obtener como resultado de su investigación.
-¿En qué momento se encuentra la relación entre la ciencia que experimenta con animales y los grupos ‘animalistas’ o colectivos en defensa / protección de las especies zoológicas?
Entiendo que, gracias al Acuerdo COSCE por la Transparencia en Experimentación Animal, ahora la sociedad recibe información rigurosa y completa de por qué, cuántos, dónde, quién y para qué se utilizan los animales en experimentación. Además, la sociedad recibe dicha información directamente de los investigadores y las instituciones que realizan estas investigaciones. Creo que el Acuerdo COSCE ha cubierto plenamente este déficit de información que teníamos y que cubrían los grupos animalistas, que habitualmente eran solamente los que lanzaban mensajes a la sociedad. Quiero pensar que hemos contribuido a crear una sociedad mejor informada y por ello más libre para decidir e interpretar adecuadamente por qué sigue siendo necesaria la experimentación con animales.
-La transparencia en el uso de esas especies para la investigación ha vuelto a aumentar en el último año, según afirman las entidades adheridas al Acuerdo COSCE. ¿Eso es suficiente para las entidades animalistas?
El cuarto compromiso del Acuerdo COSCE nos obliga a explicar todo lo realizado en favor de la transparencia en experimentación animal desde las instituciones adheridas, y esta auditoría se la encargamos a una entidad independiente europea, de gran prestigio: se trata de EARA, que recoge las respuestas a la encuesta anual, resalta los logros conseguidos y señala los espacios donde tenemos todavía que mejorar. Esta es una iniciativa a largo plazo en la que cada año lo iremos haciendo mejor y aportando mayor información y de más calidad a la sociedad. Creo que lo importante es que la información que facilitemos sea suficiente para la sociedad en general, que es a quien nosotros nos dirigimos.
-Precisamente, EARA (Asociación Europea de Investigación con Animales) ha realizado el tercer Informe Anual sobre el Acuerdo, que analiza, a través de una encuesta, el grado de cumplimiento de cada uno de los compromisos contemplados. El informe apunta que el aumento de la transparencia es visible en múltiples aspectos, como por ejemplo el aumento de la concienciación de los investigadores. ¿Cómo es esa concienciación, en qué se traduce?
La utilización de ejemplares zoológicos en proyectos de investigación es una actividad muy regulada que exige una reflexión previa por parte de los investigadores, quienes deben evaluar si el experimento que quieren realizar no puede realizarse de ninguna otra manera que no sea usando animales. Y, si es así, deben explicarlo, razonarlo y argumentarlo para que, tras los diferentes comités que evaluarán el proyecto, pueda ser autorizado, si procede.
La concienciación se visualiza a la hora de poner en valor el papel que han jugado los animales en un determinado hallazgo o descubrimiento reflejado en una determinada publicación, algo que quizás antes no se resaltaba suficientemente y que ahora creemos que es muy importante explicar, junto con la noticia que relata el avance realizado. Por ejemplo, no tendríamos vacunas seguras y eficaces contra la COVID-19 si, antes de proceder a realizar los ensayos clínicos con voluntarios, no se hubieran validado previamente en los estudios pre-clínicos con animales. El papel de los animales de experimentación en esta pandemia es probablemente el mejor ejemplo que ilustra por qué no podemos prescindir de ellos y por qué tenemos que seguir usándolos en investigación, con rigor, respeto y con el cumplimiento exquisito de la legislación que regula su uso de forma muy estricta.
-Las instituciones adheridas al Acuerdo COSCE se comprometen a ser transparentes, mejorar la comunicación con los medios y la sociedad, ser proactivas en promover eventos para que la opinión pública conozca la investigación animal, e informar anualmente sobre las actividades realizadas y compartirlas. ¿Esa investigación en animales en beneficio de los humanos, también puede acabar beneficiando a las propias especies zoológicas, por ejemplo con el hallazgo de avances veterinarios?
La investigación que requiere experimentación animal puede tener, en efecto, como beneficiarios potenciales tanto a las personas (y entonces hablamos de modelos animales de enfermedades humanas, por ejemplo, que son esenciales en muchos campos de la biomedicina como el cáncer, las enfermedades infecciosas, afecciones neurodegenerativas o las enfermedades raras o de baja prevalencia) como a los propios animales cuando se investiga -naturalmente- sobre temas de salud que les afecten, como por ejemplo, en el caso de estos últimos, sobre su reproducción y estado de conservación de la especie (para fauna silvestre). Varias de las instituciones adheridas trabajan en proyectos de investigación de salud animal.