Redacción Farmacosalud.com
El conocido como COVID-19 Persistente es una nueva sintomatología que afecta a muchas personas que han padecido el COVID-19. De entre la variada gama de secuelas que sufren, la sensación de fatiga es una de las más habituales. De acuerdo con el Dr. Antonio Valero, presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), por ahora no hay constancia de que los alérgicos y asmáticos afectados por esta nueva sintomatología presenten cuadros más graves: “Tenemos casos de COVID Persistente en alérgicos y asmáticos pero no se ha detectado que esos pacientes, en lo relativo a las secuelas de medio-largo plazo que estamos viendo asociadas al coronavirus, presenten diferencias significativas con respecto a las personas que no tienen alergia respiratoria o asma y que han enfermado de COVID-19”.
Recientemente ha tenido lugar el 32º Congreso de la SEAIC, cuyo formato virtual -debido a la pandemia- no ha impedido que la reunión haya sido “todo un éxito de participación, ya que hemos tenido 1.350 personas inscritas, un número parecido al registrado en un congreso presencial”, asegura Valero. La alergia alimentaria ha sido uno de los temas abordados en el encuentro científico. En este sentido, el facultativo destaca que, aparte de los avances conocidos en el abordaje de la alergia a la proteína LTP, ya “se está trabajando en nanopartículas para inmunoterapia alimentaria, en este caso centrada en el cacahuete”.
-¿En líneas generales, qué balance hace del 32º Congreso de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC)?
Desgraciadamente, este año hemos tenido que hacer, por primera vez, el Congreso virtual de la SEAIC y, como todo en esta época, lo que nos rodeaba era la incertidumbre sobre los resultados que se iban a obtener con esta experiencia. La verdad es que hemos contado con el apoyo magnífico de la Secretaría Técnica de El Corte Inglés, desde la que se ha diseñado una plataforma que ha facilitado mucho la realización de nuestra reunión científica. Una vez dicho esto, podemos asegurar que el Congreso ha sido todo un éxito de participación, ya que hemos tenido 1.350 personas inscritas, un número parecido al registrado en un congreso presencial. Ha habido una gran actividad científica, que a su vez ha sido muy bien valorada. La verdad es que la participación de los asistentes a las sesiones a través del chat ha sido formidable y muy notoria, con lo cual podemos decir que hemos tenido un gran éxito en cuanto a inscripciones, colaboración de la industria y contenidos científicos.
-Un estudio determina que la población alérgica y asmática no padece un mayor riesgo de contagiarse ni de sufrir una evolución grave por coronavirus. ¿No obstante, se sabe si las secuelas del COVID-19 en determinadas personas -el denominado COVID Persistente- aqueja en mayor modo a alérgicos y asmáticos que se han infectado por el nuevo coronavirus, con independencia de cómo hayan vivido el período activo de esta infección?
Ya se sabe y es conocido que los pacientes con alergia respiratoria-asma no sufren más riesgo de contagiarse por coronavirus. En caso de haberse contagiado, tampoco tienen por qué padecer las manifestaciones clínicas más graves y duraderas. En otras palabras, no tienen mayor facilidad de infectarse y, en caso de haberse contagiado, no tienen más riesgo de que los síntomas y la evolución sean peores en comparación con la población normal con COVID-19. Tampoco se ha constatado que los efectos adversos persistentes o a largo plazo de esta infección sean mayores en alérgicos respiratorios y en asmáticos, sean éstos últimos alérgicos o no. Tenemos casos de COVID Persistente en alérgicos y asmáticos pero no se ha detectado que esos pacientes, en lo relativo a las secuelas de medio-largo plazo que estamos viendo asociadas al coronavirus, presenten diferencias significativas con respecto a las personas que no tienen alergia respiratoria o asma y que han enfermado de COVID-19.
-La presentación clínica del coronavirus SARS-CoV-2 se caracteriza principalmente por tos, fiebre y disnea, si bien se han descrito otros síntomas como lesiones cutáneas (eritema con vesículas o pústulas, erupciones vesiculares, lesiones urticariales, erupciones maculopapulares y livedo o necrosis).
Tenemos que distinguir dos cosas: la primera es que hay lesiones cutáneas propias de una infección vírica, igual que ocurre con el sarampión, varicela, etc. (los virus pueden producir lesiones en la piel dentro de sus manifestaciones clínicas). La segunda remite al hecho de que cuando tenemos un problema de salud, en este caso el COVID-19, tratamos con diferentes fármacos, y dichos fármacos pueden provocar reacciones adversas, que pueden ser también de índole cutánea. Así, tendríamos algunos casos de alergias cutáneas a los medicamentos administrados. Evidentemente, hemos visto reacciones en la piel con alguno de los fármacos que se utilizan, por ejemplo la hidroxicloroquina, que puede provocar episodios alérgicos o de hipersensibilidad.
Es muy importante diferenciar esos dos aspectos. Ahora bien, en ocasiones es difícil distinguir la manifestación cutánea propia de la enfermedad vírica, en este caso el SARS-CoV-2, de las manifestaciones cutáneas propias de los efectos secundarios que pueden derivarse del uso de ciertos fármacos.
-En la reunión de SEAIC se ha debatido acerca de los pros y contras en defensa del uso, o no, de los corticoides inhalados a intervalos para tratar el asma. ¿Qué puede ampliarnos sobre todo ello?
Actualmente hay un debate abierto sobre esta cuestión, de ahí que se estén desarrollando estudios para dar respuesta a la controversia. Lo que se plantea es muy sencillo: el asma es una afección inflamatoria y los pacientes que están en fases leves de la patología presentan una broncoconstricción intermitente y leve, es decir, se les obstruyen los bronquios, con lo cual tienen sensación de dificultad con respecto al paso del aire. Por ello, se les trata con broncodilatadores.
La pregunta es: ¿deberíamos añadir al broncodilatador un antiinflamatorio -que serían los corticoides inhalados- para tratar la base inmunopatológica de su enfermedad? Parece ser que sí. Y sería razonable pensar que, en fases de asma leve persistente o incluso de asma leve intermitente, la aproximación terapéutica mediante el uso de corticoides inhalados podría ser adecuada. Eso está claro en el asma leve persistente, pero hacen falta algunos estudios que corroboren el pensamiento o la reflexión existentes en el ámbito de los especialistas que tratan a pacientes con asma intermitente, y verificar, en este sentido, si realmente hay datos que evidencien que el uso de corticoides inhalados puede mejorar la evolución natural de esta variante de la patología.
-Recientemente en España se ha diseñado una herramienta que permite cuantificar la respuesta de los asmáticos a los medicamentos biológicos. Se trata de un cuestionario que recoge una puntuación de respuesta en cuatro aspectos básicos: exacerbaciones, función pulmonar, control de asma y reducción de la dosis de corticoides orales. ¿La nueva herramienta ya se está aplicando en la práctica clínica?
Este cuestionario nos da una idea, en base a la contestación de ‘sí’ o ‘no’, de cómo responde el paciente con asma grave no controlada al inicio del tratamiento con biológicos. Es una herramienta sencilla que, naturalmente, en muchas ocasiones tiene que complementarse con otras exploraciones más complejas. El nuevo cuestionario, que ya se está utilizando en la práctica clínica, nos define de alguna forma la respuesta que se obtiene con la terapia, lo que nos permite tomar la decisión de mantenerla o no. Lo importante es que estamos ante una herramienta sencilla y de uso común que nos permite a todos poder valorar si el tratamiento biológico tiene efecto según cada caso. Dado que estos fármacos presentan un alto coste económico, en la medida de lo posible hay que intentar optimizar, tanto a nivel económico como en términos de salud, la aplicación de este tipo de terapias.
-En la cita congresual se han revisado los tratamientos inmunomoduladores más actuales que pueden curar, o al menos disminuir, la gravedad de las afecciones alérgicas, como por ejemplo los tratamientos con inmunoterapia en la alergia a alimentos. ¿Qué avances se han conocido al respecto?
Ya utilizamos desde hace muchísimos años, incluso diría que desde hace décadas, la inmunoterapia específica para alergia respiratoria. En lo concerniente a la alergia a alimentos, actualmente se está incrementando su prevalencia, habiéndose alcanzado un 6-8% en niños y un 4-6% en adultos. El tratamiento de esta afección pasa por, en primer lugar, identificar cuál es la causa o alimento problemático, y en segundo lugar aplicar la terapia propiamente dicha, que consiste en evitar la exposición al producto en cuestión. No obstante, resulta complicado evitar esas ingestas porque hay alergias alimentarias que son muy amplias, y a veces se encuentran trazas de alimentos -por ejemplo los frutos secos- que nos pueden condicionar una reacción grave.
Había que dar una respuesta a este tipo de pacientes, y la respuesta ha sido la inmunoterapia para la alergia alimentaria. Ya se está trabajando con inmunoterapia para la alergia a la famosa proteína trasportadora de lípidos o LTP, que es un alergeno que está en el melocotón y en muchos otros productos (frutos secos, gambas, etc.) Y estamos en el buen camino: se ha visto que es un tratamiento eficaz y seguro, ya que los pacientes llegan a tolerar alimentos que contienen la citada proteína, y sin que las pequeñas dosis de este alergeno presentes en la ‘vacuna’ generen una reacción que implique un riesgo vital, como es la anafilaxia o el choque anafiláctico. Se está logrando, pues, mejorar la calidad de vida de estas personas.
Por otra parte, se está trabajando en nanopartículas para inmunoterapia alimentaria, en este caso centrada en el cacahuete. Hay que valorar su eficacia y seguridad porque toda estrategia inmunoterápica presenta el beneficio de mejorar o disminuir la respuesta inmunológica al contacto con el alergeno, alimentario en este caso, pero también existe el riesgo de que aparezcan reacciones adversas.
-Lo cierto es que la alergia a LTP resulta ser, en términos de calidad de vida, muy dura para aquellos pacientes altamente sensibilizados…
La LTP es una proteína que está presente en muchos alimentos vegetales (frutas, frutos secos, verduras, cereales y legumbres). Hay pacientes más sensibles y otros menos sensibles. Los que son muy sensibles, con muy pequeñas cantidades de cualquiera de estos productos pueden sufrir reacciones potencialmente graves como una anafilaxia o choque anafiláctico. Sufrir este grado de sensibilidad comporta tener que evitar una cantidad muy importante de alimentos, lo que acaba generando problemas de malnutrición. Lo que se busca entonces es ajustar, a cada paciente, la dieta para que pueda tomar con seguridad las proteínas, glúcidos, lípidos y minerales adecuados para su nutrición. En el mercado ya existe la primera vacuna o inmunoterapia para la alergia a LTP, SLIT Melocotón, que comercializa la compañía ALK-Abelló. Esta terapia puede ayudarnos a mejorar la dieta de evitación y garantizar la seguridad para este tipo de pacientes alérgicos.