Redacción Farmacosalud.com
La mortalidad hospitalaria por infarto de miocardio se ha duplicado durante la pandemia de COVID-19, según pone de manifiesto un registro de la Asociación de Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), publicado en la Revista Española de Cardiología, que compara datos de la pandemia con respecto a los datos de 20191. Dos de las razones que podrían explicar tal incremento estarían relacionadas con la resistencia a acudir a un centro sanitario por temor a contagiarse por el coronavirus -lo que habría retardado la atención prestada a los sujetos con síntomas de infarto-, y la propia acción del COVID-19 en aquellas personas que presentaban los problemas cardíacos. Así lo ha explicado a www.farmacosalud.com el Dr. Oriol Rodríguez Leor, miembro de la Asociación de Cardiología Intervencionista de la SEC y primer firmante del estudio ‘Impacto de la COVID-19 en el tratamiento del infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST. La experiencia española’.
El nuevo estudio, en el que han participado 75 hospitales españoles, ha comparado los procedimientos, los resultados hospitalarios y las características de los enfermos, que fueron separados en dos cohortes (grupos) según se les hubiera tratado antes o después de la pandemia. En el primer grupo de pacientes se incluyó a aquellos tratados desde el 1 de abril al 30 de abril de 2019, y en el segundo a los que fueron atendidos entre el 16 de marzo y el 14 de abril de 2020 (durante el confinamiento). “Los resultados indican que la COVID-19 ha tenido un tremendo impacto sobre la mortalidad aguda por infarto. En concreto, la mortalidad hospitalaria por esta causa prácticamente se ha doblado durante la pandemia frente al periodo previo”, asegura el Dr. Rodríguez Leor a través de un comunicado de la SEC.
“Había menos pacientes, y los pacientes que venían consultaban más tarde”
El trabajo difundido ahora viene a completar los datos de un registro previo, publicado a finales de marzo2, en el que se detectó una reducción del 40% en el tratamiento del infarto durante la primera semana de la pandemia de coronavirus, coincidiendo con la declaración del estado de alarma, respecto a la semana del 24 de febrero al 1 de marzo, previa al inicio de la crisis sanitaria. Los nuevos datos obtenidos siguen confirmando una disminución del número de individuos con sospecha de ataque al corazón, pero de una forma más moderada con respecto a los resultados objetivados en el inicio del registro, en las primeras semanas de la pandemia. Así, en un principio se observó la mencionada reducción del 40% que, posteriormente y con datos que se ampliaron a más semanas de pandemia, se situó en una disminución del 28%.
El nuevo registro también constata un aumento del tiempo de isquemia, es decir, los minutos que transcurren desde que se inician los síntomas del infarto hasta la primera asistencia médica. Antes del COVID-19 ese tiempo era de 200 minutos, mientras que durante la crisis pandémica alcanzó los 233. “No solamente vimos que había menos pacientes, sino que vimos que, además, los pacientes que venían consultaban más tarde. Uno de los principales condicionantes de la mortalidad del infarto es el tiempo de evolución del mismo, o dicho de otra manera, el tiempo que pasa desde que el paciente inicia los síntomas hasta que recibe el tratamiento. Eso está directamente relacionado con la mortalidad: a mayor tiempo transcurrido, mayor mortalidad”, detalla el Dr. Rodríguez Leor.
Una de las razones que explicarían tanto la disminución de la cifra de enfermos cardíacos atendidos en el hospital como el retraso en la demanda de atención por parte de las personas que presentaban signos de ataque al corazón, sería la resistencia durante el confinamiento a acudir a un centro sanitario por temor a contagiarse y desarrollar el COVID-19. “Había un factor que hacía que los pacientes evitaran el contacto con el sistema sanitario: en este caso, pensamos que era el miedo a ir a grandes hospitales, donde estaban todos los pacientes con COVID. Además, las autoridades sanitarias en ese momento recomendaban a la gente que evitara, dentro de lo posible, ir a los centros hospitalarios porque estaban saturados… se decía: ‘sólo si realmente usted se encuentra muy mal, vaya a un hospital’, recuerda el especialista.
El concepto ‘efecto selección’
Para el primer firmante del estudio, el “miedo” al contagio, sumado al mensaje que abogaba por “descongestionar los centros hospitalarios, en ese momento saturados por la atención al COVID-19”, contribuyeron a que el número de pacientes cardíacos bajara y que, además, los pacientes que decidían ir al hospital, lo hicieran “más tarde”.
De todos modos, Rodríguez Leor destaca que existen “múltiples factores que probablemente contribuyeron a ese incremento de la mortalidad, y seguro que hay algunos que no los hemos podido identificar”. De entre los sí identificados, estaría el mismo COVID-19 y sus graves efectos orgánicos, en este caso complicaciones padecidas por personas con problemas cardiacos, tal y como certifica el facultativo: “Dentro de esos pacientes que tenían un infarto, había algunos que además tenían infección por COVID”. En cualquier caso, todo parece indicar que la combinación de coronavirus SARS-CoV-2 e infarto tuvo un papel menor en la letalidad registrada, ya que “sólo el 6,2% de los pacientes atendidos con infarto presentaban infección confirmada por el nuevo coronavirus”, precisa el Dr. Rodríguez Leor.
En paralelo, pudo haberse producido un ‘efecto selección’, es decir, los pacientes que estaban mejor pudieron haberse quedado en casa y que los que estaban peor habrían acudido a los hospitales. Así las cosas, se sospecha que las cifras de mortalidad por ataque al corazón acabaron aumentando porque los que estaban menos graves -y por tanto con mayores posibilidades de supervivencia- no compensaban las cifras asociadas a los que presentaban cuadros más graves -y por tanto con menores probabilidades de superar el trance-.
“Se ha demostrado que el sistema sanitario es maduro, funciona bien”
A todo esto, Rodríguez Leor quiere dejar muy claro que el incremento de letalidad por infarto registrado durante el período del confinamiento no puede relacionarse con la calidad del servicio médico prestado: “A pesar de que los hospitales o los sistemas asistenciales (Emergencias, centros de Atención Primaria, etc.) estaban muy tensionados, una vez hecho el diagnóstico del ataque cardíaco, el tiempo transcurrido hasta la aplicación del tratamiento fue completamente comparable al del 2019, y el tratamiento administrado completamente comparable al del 2019. O sea, que el sistema o las redes de atención al infarto que existen en España han funcionado de forma adecuada a pesar de todo lo que ha implicado la pandemia”. De hecho, no ha habido diferencias en la forma de tratar a los afectados por ataque cardíaco: más del 94% de los pacientes han sido tratados con angioplastia primaria, la terapia de elección del infarto agudo de miocardio.
El experto admite que, a veces, estos servicios o redes de atención al infarto “están un poco infradotados a nivel de recursos económicos, humanos y materiales”, pero esa es una carencia que queda compensada por el “sobreesfuerzo por parte de los profesionales”, de tal manera que “tenemos unos resultados que son comparables a los de cualquier país de nuestro entorno”, incluso “mucho mejores que los de la mayor parte de los países de nuestro entorno”. En una situación especialmente compleja como la de la pandemia, “se ha demostrado que el sistema es maduro, funciona bien”, apostilla.
“Desde la SEC lanzamos en su momento reiterados mensajes para que las personas que presentaran síntomas que pudieran sugerir el inicio de un infarto llamaran de inmediato al 112 y se activase así el código infarto, que ha demostrado muy buenos resultados en los últimos años”, apunta el Dr. Ángel Cequier, presidente de la SEC, quien recuerda que, “a pesar de la pandemia, los servicios de Cardiología de los hospitales españoles han estado y están preparados para seguir atendiendo perfectamente a los pacientes con patología cardiovascular aguda”.
Referencias
1. Rodriguez-Leor O, Cid-Álvarez B, Pérez de Prado A, Rossello X, Ojeda S, Serrador A, et al (Working Group on the Infarct Code). Impact of COVID-19 on ST-segment elevation myocardial infarction care. The Spanish experience. Rev Esp Cardiol. 2020. DOI: 10.1016/j.rec.2020.08.002.
2. SEC. La SEC registra una reducción del 40% en el tratamiento del infarto durante el estado de alarma. secardiologia.es. 2020. Noticias cardiología. https://secardiologia.es/comunicacion/notas-de-prensa/notas-de-prensa-sec/11489-la-sec-registra-una-reduccion-del-40-en-el-tratamiento-del-infarto-durante-el-estado-de-alarma