Redacción Farmacosalud.com
La Clínica López Ibor (CLI, en Madrid) ha desarrollado, con el respaldo de la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE), un programa terapéutico para ayudar a recuperar el equilibrio emocional a los profesionales sanitarios que se han visto afectados de alguna manera por el COVID-19. Los trabajadores del sector salud que han estado en primera línea durante la pandemia han sido sometidos a altos niveles de estrés y han sufrido de forma recurrente alteraciones emocionales que, si no se abordan de manera correcta, pueden derivar en trastornos psíquicos más graves. El nuevo protocolo terapéutico para el abordaje del post-trauma y el síndrome burnout (estar ‘quemado’) busca dotar a los profesionales sanitarios de mecanismos y estrategias de afrontamiento que les ayuden a sobreponerse de los efectos negativos que les ha generado la crisis del coronavirus. Una de las herramientas utilizadas para mejorar el estado de estos pacientes es la terapia de grupo.
El nuevo programa consiste en un abordaje combinado de psicoterapia y farmacoterapia. “Pongamos el caso de un paciente que acude porque, durante la pandemia, ha fallecido una persona allegada y está teniendo dificultades extraordinarias para superar este trance. En primer lugar, será evaluado en consulta por un médico psiquiatra, quien valorará si, aparte de los síntomas emocionales que tiene, está padeciendo algún otro síntoma físico que haya que subsanar y que pudiera estar interfiriendo en su estado mental (por ejemplo, que estuviera padeciendo un hipotiroidismo, que ya de por sí puede generar un cierto desánimo)”, explica a www.farmacosalud.com la Dra. Julia Picazo, coordinadora de Psiquiatría de la CLI.
En segundo lugar, este mismo psiquiatra evaluará también la magnitud de los síntomas psíquicos que está teniendo el paciente, para, en función de ello, decidir si necesita tomar alguna medicación de tipo ansiolítico o antidepresivo, fundamentalmente, con el fin de paliar su sufrimiento. “Y una vez hecha esta primera valoración, el paciente comenzaría con sesiones de psicoterapia de tipo individual o grupal, de cara a poder gestionar las emociones negativas que se están derivando de la situación dramática que ha vivido”, señala la Dra. Picazo.
Terapia grupal: fomentar el apoyo mutuo y compartir estrategias de afrontamiento
Cuando se habla de psicoterapia grupal, se habla de grupos terapéuticos formados por varias personas afectadas y dirigidos por uno o dos terapeutas (dependiendo de la magnitud del grupo) con experiencia en este tipo de dinámicas. En estas sesiones colectivas “se comparten experiencias vividas y sufridas durante la pandemia, de cara a fomentar el apoyo mutuo y compartir estrategias adecuadas de afrontamiento”, sostiene la experta.
“La intervención está enfocada a trabajar la regulación emocional cuando se están padeciendo síntomas ansiosos o alteraciones del ánimo, y subsanar el estrés post traumático y el agotamiento mental como consecuencia de la atención realizada durante la pandemia”, indica Picazo mediante un comunicado de la CLI y ASPE. Por su parte, la coordinadora de Psicología de la CLI, Beatriz Mora, manifiesta que “los profesionales sanitarios han vivido situaciones que pueden poner en riesgo su equilibrio mental. Por tanto, la interpretación que hagan de esta situación y de sus consecuencias, así como la forma de afrontarla, puede ayudarlos a reducir el riesgo de sufrir dichas alteraciones en su salud mental. Y esto es lo que trabajamos en nuestro Programa Post COVID-19 dirigido a estos profesionales”.
Durante las sesiones se trabaja “la identificación y reconocimiento de los problemas y las respuestas que se activan ante el estrés, así como el autocontrol emocional y la toma de decisiones. También se potencian hábitos saludables, pautas de autocuidado, mecanismos de adaptación y aceptación, estrategias de afrontamiento y preparación a la vuelta”, detalla Mora.
El estrés sufrido puede propiciar un consumo abusivo de sustancias psicótropas
Los primeros estudios realizados para valorar el impacto del COVID-19 entre el personal sanitario indican que algunos miembros de este colectivo presentan síntomas compatibles con el estrés postraumático, síntomas de ansiedad, depresión, u otros trastornos de índole psíquica. “Qué duda cabe que la primera afección que se nos viene a la mente a los profesionales de la salud mental al analizar la situación por la que han atravesado los compañeros sanitarios durante la pandemia es el Trastorno de Estrés Postraumático; pero también hay otras patologías que se han podido desencadenar a raíz de la pandemia, y más aún cuando la persona en cuestión ya venía ‘tocada’ emocionalmente por otros motivos (conflictos familiares, problemas laborales, etc.), como son las depresiones, las reagudizaciones de trastornos psíquicos previos (como el Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC), o la recaída o el inicio en el consumo abusivo de sustancias psicótropas”, apunta Picazo.
El nuevo plan terapéutico contempla todos los escenarios por los que hayan podido pasar los profesionales de la salud: desde los que están ‘quemados’ por el estrés laboral generado a raíz de la pandemia, hasta los que hayan enfermado por COVID-19 durante el ejercicio de su actividad facultativa, pasando por los que tienen afectaciones psicológicas derivadas del sufrimiento ajeno, representado, por ejemplo, por aquellos familiares y allegados que no han podido despedirse de un paciente moribundo debido a las restricciones impuestas en los hospitales para evitar posibles contagios por coronavirus.
“Se trata de enfocar la terapia en las situaciones tan complejas y dramáticas a las que han tenido que enfrentarse los profesionales sanitarios; por ejemplo, a la hora de gestionar los recursos que se les ha proporcionado, al hecho de haber tenido que enfrentarse al riesgo de contagiarse uno mismo y de contagiar a sus allegados, a la separación física que han tenido que establecer con respecto a sus hijos, padres, cónyuges, etc., para evitar estos posibles contagios, al hecho de tener que asimilar la cantidad de muertes y sufrimiento humano del que han sido testigos, etc. En estos casos, son muy beneficiosas las terapias de grupo, ya que -como se ha apuntado anteriormente- cuando se comparten estas experiencias tan difíciles con compañeros que han vivido lo mismo que tú, se establece una gran complicidad entre los participantes que da pie a una ventilación emocional muy efectiva”, precisa la coordinadora de Psiquiatría de CLI.
“Los profesionales sanitarios han vivido esta situación desde una perspectiva específica que requiere un abordaje terapéutico donde se aborde la dualidad como paciente y cuidador de la salud. Es necesario realizar un tratamiento personalizado en función de cada caso”, remarca Picazo.
“No puede determinarse con exactitud el tiempo que necesitará la persona para recuperarse”
El programa dura entre dos y cuatro semanas, según los requerimientos individuales de cada paciente. De todos modos, y en función de cada caso, no se descarta que ese período de tiempo pueda prolongarse, tal y como comenta la Dra. Picazo: “En principio, se estima que el programa dure entre dos y cuatro semanas. Pero como ocurre en cualquier situación médica, en general no se puede determinar con exactitud el tiempo que necesitará la persona para recuperarse, ni siquiera después de la primera visita de evaluación de daños. En caso de que el drama actual vivido se haya juntado con una patología psíquica previa o con un entorno afectivo, laboral, etc. previamente dañado, es posible que el tiempo necesario para la recuperación sea mayor”.
En opinión de Carlos Rus, presidente de ASPE, “estas iniciativas en favor de los profesionales son muy positivas, más si vienen avaladas por un referente de la Salud Mental como la Clínica Lopez Ibor. No cabe duda de que los profesionales sanitarios han sufrido de una forma particular la pandemia y es necesario darles el apoyo físico y psicológico que merecen”.
Demostrada la transmisión transplacentaria del SARS-CoV-2
En otro orden de cosas, un estudio publicado en ‘Nature Communications’ certifica que el SARS-CoV-2, coronavirus causante de la enfermedad COVID-19, puede transmitirse de madre a feto durante el embarazo. Según los autores de la investigación, desarrollada en Francia, se ha demostrado la transmisión del SARS-CoV-2 vía útero. La madre había resultada infectada de coronavirus en el último trimestre de la gestación.
El recién nacido presentaba afectaciones neurológicas compatibles con alteraciones neurológicas observadas en adultos enfermos de COVID-19. Según publica el rotativo ‘The Guardian’, el recién nacido evoluciona favorablemente. De acuerdo con las mismas fuentes, las pruebas de laboratorio practicadas revelaron que el coronavirus se había propagado desde la sangre de la madre a la placenta, y luego al feto.