Redacción Farmacosalud.com
Los alérgicos están viviendo la cuarentena asociada al coronavirus de dos modos diferentes: desde el punto de vista de la patología alérgica, han salido beneficiados durante la fase de confinamiento, si bien pueden volverse las tornas durante la fase de desconfinamiento y, por consiguiente, salir perjudicados.
Así, las medidas de aislamiento en los domicilios y la utilización de mascarillas anticoronavirus han disminuido la exposición a los pólenes. Además, las medidas de restricción de movilidad han disminuido la presencia de contaminantes ocasionados por los vehículos e industrias, lo que, junto a las lluvias caídas en el último mes, “ha limpiado la atmósfera de pólenes como el del plátano de sombra, con lo que se ha reducido la sintomatología por los pólenes”, asegura el Dr. Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). “Sin embargo, las últimas lluvias están favoreciendo el crecimiento de las gramíneas, lo que puede ocasionar una mayor presencia de los pólenes de éstas junto con los del olivo en los meses de mayo y junio, coincidiendo con el proceso de desescalada y las ganas de salir al campo y a jardines”, advierte a renglón seguido el especialista. Por lógica, el incremento de la polución que se espera por el aumento de los desplazamientos asociados a la progresiva incorporación al trabajo de las personas confinadas tampoco favorece a los alérgicos.
www.polenes.com y ‘alertapolen’
Si los alérgicos a pólenes van a salir al exterior deben informarse de los niveles de estas partículas en la atmósfera a través de la página web www.polenes.com o de la aplicación para smartphones ‘alertapolen’. Ahora bien, durante la desescalada no todo son malas noticias para estos pacientes… gracias a la elevada capacidad de filtración de las mascarillas de protección -merced a sus microfibras de polipropileno- a la hora de atrapar los pólenes de la atmósfera, estos dispositivos “son muy importantes para reducir la exposición y, por tanto, reducir los síntomas y el consumo de medicación cuando los pacientes se encuentren en el exterior. Los alérgicos a pólenes van a beneficiarse de la utilización de mascarillas cuando se produzcan niveles elevados en los meses de invierno por las arizónicas y ciprés, en primavera por el plátano de sombra, abedul, gramíneas, olivo y parietaria, y durante el verano por la salsola y la parietaria”, afirma el Dr. Moral en declaraciones a www.farmacosalud.com.
Las mascarillas o respiradores son dispositivos diseñados con el objetivo de proteger al portador de la inhalación de humos, vapores, gases, microorganismos (bacterias, virus) y material particulado transportado por el aire. Además, estos dispositivos contribuyen a la protección del resto de personas cuando el individuo que los porta está en condiciones de contagiar alguna enfermedad, como ocurre con el coronavirus causante del COVID-19.
Existen tres tipos de mascarillas: higiénicas, quirúrgicas y de protección. Las primeras están fabricadas en tejidos lavables y no han demostrado su efectividad para evitar el contagio por microorganismos; las quirúrgicas filtran el aire que se exhala -desde dentro hacia afuera- y atrapan los virus contenidos en las gotas expulsadas al toser y estornudar del portador, impidiendo contagiar a los que le rodean, aunque no protegen al usuario de inhalar los virus porque no atrapan partículas menores de 1 micra.
En tercer y último lugar, las mascarillas de protección o FFP (Filtering Face Piece) -las indicadas para pacientes alérgicos- cubren nariz y boca filtrando el aire que se inhala y retienen las partículas que se encuentran en el aire como los pólenes y los virus. Estas mascarillas tienen una elevada capacidad de filtración frente a las partículas de pólenes y polvo en aire inhalado. "Como consecuencia de la reducción de los síntomas, se produce un descenso en el consumo de medicamentos de rescate y hay una menor asistencia a servicios de Urgencias”, explica Moral a través de un comunicado de SEAIC.
Las mascarillas homologadas reducen hasta un 80% las partículas de pólenes
Un estudio realizado por el Comité de Expertos de esta sociedad médica, en el que se analizó el poder filtrante de las mascarillas de protección ante la exposición al polen y los ácaros del polvo, concluyó que el uso de mascarillas homologadas -que reducen hasta un 80% las partículas de pólenes y polvo en el aire inhalado- es una herramienta eficaz para reducir los síntomas alérgicos.
Los principales aeroalérgenos que afectan a la población son pólenes, ácaros del polvo, esporas de hongos y epitelios de animales. Asimismo, la utilización de las mascarillas en alérgicos estaría especialmente indicada para aquellos que residen en zonas donde se producen de forma habitual niveles muy elevados de pólenes debido a la abundancia de determinadas plantas en esos lugares. “Esto ocurre en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza y Valladolid en los meses de marzo y abril por el plátano de sombra; en provincias como Jaén en mayo y junio por la polinización del olivo, y en Cáceres y Badajoz en las mismas fechas por las gramíneas”, apunta.
En este sentido, es tan importante el tipo de mascarilla que portan los pacientes alérgicos como su correcta colocación. Debe cubrir tanto la nariz como la barbilla y evitar que las fosas nasales queden al descubierto. “En el caso de que llevemos una mascarilla quirúrgica -debido a que en la crisis del COVID-19 puede ser difícil encontrar las protectoras- debemos procurar adaptar bien la parte superior de la mascarilla, que lleva un alambre flexible, al contorno de la nariz”, indica el Dr. Pedro Ojeda, alergólogo y responsable de Comunicación de la SEAIC. A lo que añade: “Los pólenes también se depositan en la mucosa de los ojos, por lo que es necesario llevar también unas gafas de sol que nos cierren bien el contorno de la cuenca ocular”.
Las vacunas contra la alergia, otra opción preventiva
Además de la utilización de estos dispositivos médicos, existen otras alternativas, como las vacunas de la alergia. Estos preparados deben administrarse previamente a la exposición a los pólenes. Dependiendo del tipo de vacuna, su administración puede hacerse desde unos meses a unas semanas antes de la época de polinización. “Sería una opción para reeducar la respuesta de nuestro sistema inmunitario frente a su hipersensibilidad a pólenes, haciéndolo más tolerante”, explica el alergólogo. Aun así, si se quiere disminuir la exposición a pólenes es necesario seguir las tradicionales recomendaciones: evitar estar al aire libre (especialmente los días ventosos), viajar en coche con las ventanillas subidas, revisar los filtros antipolen y evitar dejar mucho tiempo las ventanas de casa abiertas, entre otras.
Las alergias en niños varían con la edad
Por otra parte, las alergias más comunes en pacientes pediátricos varían en función de la edad. Antes de los 3-4 años las enfermedades alérgicas más comunes son la dermatitis atópica y las alergias a los alimentos. Las ambientales comienzan a aparecer a partir de los 5-6 años y los niños suelen manifestar síntomas como rinitis, congestión de la nariz, agüilla nasal, salvas de estornudos y picor nasal. “En función de la zona geográfica donde viva el niño, la posibilidad de sensibilizarse a unos y otros alérgenos ambientales puede variar”, señala Ojeda.
Para disminuir la exposición de los pacientes pediátricos se recomienda la utilización de mascarillas. Sin embargo, no suele haberlas de protección adaptadas al tamaño de los niños, por lo que pueden resultar muy incómodas para ellos y tenderán a quitárselas. “Los niños tolerarán mejor las mascarillas quirúrgicas, ya que no son tan cerradas y opresivas. Aunque no es lo ideal, es mejor opción que no llevar ninguna”, puntualiza el experto. Además del uso de mascarillas, es necesario que los menores sigan las medidas necesarias para disminuir la exposición a los pólenes. También hay que cerciorarse de que lleven a cabo y de forma adecuada el tratamiento prescrito por su alergólogo o pediatra.
Mascarillas y otros síntomas: no es coronavirus
Debido al gran número de casos de contagio por coronavirus en España y en el resto del mundo, el uso de mascarillas es una práctica que se ha globalizado. Sin embargo, la utilización de estos dispositivos para evitar la exposición a pólenes y ácaros del polvo tiene ya unos 30 años de historia. “Debido al rechazo que producían hasta el año pasado por el temor a que el resto de la gente pensara que podría tratarse de una persona infectada, se han infrautilizado”, lamenta el Dr. Moral.
En esta línea, es muy importante detectar las diferencias entre los síntomas del coronavirus y de la alergia con el fin de no confundir a una persona alérgica con una ‘positiva’ por COVID-19. Los síntomas de la rinitis alérgica son fundamentalmente picor nasal, muchas veces asociado a picor de ojos, estornudos repetidos, destilación nasal acuosa y congestión nasal de instrucción más o menos brusca. En cambio, la sintomatología del coronavirus puede ser similar a la de un catarro leve y más habitualmente con síntomas parecidos a los de una gripe: fiebre de moderada a intensa, malestar general y abatimiento y tos habitualmente seca, y puede asociar flemas y dificultad para respirar. “Los síntomas son progresivos, y desde el inicio de su presentación ya suele asociar la sensación de malestar general, como cuando empezamos con una gripe”, precisa el Dr. Ojeda. Asimismo, los pacientes que están infectados por el patógeno causante del COVID-19 deben llevar mascarillas quirúrgicas. A diferencia de las mascarillas de protección -que son las que usan los alérgicos-, no tienen válvulas y suelen ser de color verde. “Estos dispositivos médicos están diseñados para no dejar pasar las gotas producidas por la tos y el estornudo desde la boca y la nariz al exterior, para que así los sujetos infectados no puedan contaminar a los que están cerca”, explica el facultativo.
Por otro lado, “los datos de los que dispone la SEAIC en el momento actual no parecen indicar que ser alérgico conlleve mayor riesgo de contraer la infección por coronavirus. El sistema inmunológico de una persona alérgica funciona como el de una persona no alérgica con respecto a su función de defensa frente a microorganismos, como es el caso de los virus. Las personas asmáticas sí deben tener mayor precaución, porque cualquier infección respiratoria puede desestabilizar su asma. El coronavirus tiene una predilección especial por los pulmones y se podría inducir un mayor grado de inflamación en las vías respiratorias, con mayor riesgo de crisis de asma y, posiblemente, mayor gravedad de la infección por COVID-19”, advierte Moral.
Reivindicaciones para una desescalada con garantías
A todo esto, la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) y la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) reivindican a través de un comunicado conjunto una serie de medidas para afrontar con garantías el proceso de desescalada actual frente a la pandemia por COVID-19. Ante la aplicación de las medidas progresivas de desconfinamiento anunciadas por las autoridades sanitarias, y con el fin de evitar la congestión de los servicios de atención hospitalaria y primaria y afrontar esta nueva etapa de la crisis sanitaria con garantías, las seis sociedades científicas estiman preciso adoptar distintas medidas en los siguientes tres ámbitos clave:
● ASISTENCIAL. Urge dar respuesta a un doble desafío: seguir atendiendo pacientes con enfermedad por coronavirus (casos COVID-19) y, a la vez, tratar a los pacientes crónicos y/o pluripatológicos que han estado confinados sin un seguimiento médico estrecho por el estado de alarma, pese a los esfuerzos realizados por Atención Primaria (AP). Para ello -según el comunicado conjunto-, es necesario:
1. Disponer de una estructura en el ámbito hospitalario para el seguimiento de casos COVID-19 con criterios de gravedad o complicaciones y siempre asegurando la continuidad asistencial con la Atención Primaria.
2. Potenciar la continuidad asistencial de las patologías crónicas complejas, entre los dispositivos asistenciales hospitalarios y la Atención Primaria. Promover estrategias de comunicación como consultas virtuales, potenciar las historias clínicas compartidas y redefinir circuitos asistenciales.
3. Desarrollar tecnología en todos los ámbitos asistenciales que faciliten la atención no presencial a los pacientes.
● EPIDEMIOLÓGICO. En este campo (siempre según el consenso) resulta primordial:
4. Facilitar a los médicos de familia y atención hospitalaria el acceso inmediato a las pruebas diagnósticas y así promover la detección temprana de los casos posibles y proceder a su confinamiento y cuarentena.
5. Implantar el seguimiento continuo tanto para el diagnóstico como el seguimiento inmunitario de los sanitarios con especial énfasis en aquellos que atienden directamente a pacientes.
6. Asegurar, en todo momento, las medidas de protección necesarias, que incluye EPIS a sanitarios.
7. Dar directrices claras a la población sobre la reducción de las consultas presenciales y la necesidad de seguir respetando las medidas de protección colectiva.
● RECURSOS HUMANOS. Las necesidades de atención aplazadas durante el confinamiento junto con el seguimiento de casos COVID-19 darán lugar a un incremento de presión asistencial, lo que unido a un menor número de profesionales (infectados durante la pandemia, vacaciones y días de asuntos propios del personal médico y residentes R1 sin fecha de incorporación), puede generar demoras inaceptables y un importante deterioro de la calidad asistencial. Por ello, es preciso:
8. Renovar contratos al personal involucrado en la atención por COVID-19.
9. Mantener la prórroga prevista de residentes de último año y contratarlos como adjuntos con contratos acordes a su nueva categoría profesional.
10. Valorar la ampliación de plantillas en todos los ámbitos sanitarios, hospitalarios y extrahospitalarios, que aseguren la respuesta en esta nueva fase de la pandemia.