Redacción Farmacosalud.com
La esquizofrenia es un trastorno clínico complejo y multifactorial que afecta al paciente deteriorando sus capacidades en diversos aspectos psicológicos como el pensamiento, la percepción, las emociones o la voluntad. Se estima que afecta a alrededor de un 1% de la población con patrones evolutivos diversos, que abarcan desde una enfermedad crónica devastadora a formas multiepisódicas con episodios de remisión que, en una pequeña proporción de pacientes, puede llevar a la recuperación completa. La investigación en esquizofrenia es continua y creciente. Según el Dr. Miquel Bernardo, especialista en Psiquiatría e investigador principal del grupo G04 del programa de Esquizofrenia de CIBERSAM, en las tres últimas décadas el conocimiento sobre la enfermedad ha avanzado “de forma vertiginosa”.
“La investigación en esquizofrenia es de las que mayor intensidad e impacto está teniendo en biomedicina. Hoy se conocen tanto los factores psicosociales como neurobiológicos (genéticos, bioquímicos y de circuitería cerebral) que la determinan y se están validando estrategias clínicas para obtener la máxima eficiencia”, afirma. No en vano la esquizofrenia es una de las áreas de la Salud General y de la Salud Mental en particular en la que mayor investigación se produce. Hoy son centenares las escalas, cuestionarios, inventarios y entrevistas semiestructuradas, así como los instrumentos que se encuentran disponibles para investigación, evaluación y docencia.
Para poner orden en ese maremágnum informativo, Bernardo, en colaboración con la Dra. Silvia Amoretti Guadall, investigadora en la Unidad de Esquizofrenia del Hospital Clinic de Barcelona, han publicado ‘Nuevos Planteamientos Clínicos en Esquizofrenia’ (Ediveramérica), una monografía que, “tras una exhaustiva revisión”, reúne “30 herramientas esenciales siguiendo criterios de pragmatismo y aplicabilidad para ayudar a los clínicos en la práctica real a objetivar, cuantificar y evaluar los distintos dominios que integran la enfermedad”.
El Dr. Bernardo, que considera que esta obra cubre “una necesidad no cubierta” en el ámbito de la salud mental, explica que para la confección de la publicación han elegido las herramientas “que pueden tener más proyección de futuro para abordar los retos que la esquizofrenia plantea en el momento actual”, descartando escalas que pueden tener interés histórico pero que, en opinión del experto, “actualmente están superadas por nuevos instrumentos más factibles”.
Las escalas han sido clasificadas en la obra según su utilidad clínica de forma cronológica, pero el lector encontrará también un listado por orden alfabético. Para orientar al clínico, además, las escalas han sido clasificadas valorando parámetros relacionados con su factibilidad, aplicabilidad, complejidad y difusión en el entorno científico, así como su potencial de uso para la toma de decisiones clínicas. “Los profesionales de la salud mental, tanto psiquiatras como psicólogos, enfermeras y otros cuidadores, tendrán en sus manos los instrumentos más factibles actualmente para evaluar y tomar decisiones respecto a la mejor forma de abordar la práctica clínica en esquizofrenia”, añade el psiquiatra.
Antipsicóticos con mejor perfil de tolerancia
La evidencia científica en torno a la esquizofrenia es cada vez mayor gracias al incremento y a la rigurosidad de los estudios. “Hoy se conoce mejor el substrato neurobiológico de la enfermedad y el papel que los factores ambientales juegan en el marco de una interacción gen-ambiente desde variables como el consumo de tóxicos, los traumas psicológicos, el estrés y la adversidad psicosocial y la inmigración entre otros factores ambientales, tanto psicosociales como físicos, que juegan un papel determinante en la aparición de la enfermedad”, reflexiona Bernardo.
Este conocimiento y la citada mejora de la metodología de investigación han permitido el desarrollo de nuevos fármacos y la validación de nuevos tratamientos psicosociales. Para Bernardo, la eficacia y la efectividad de todos los tratamientos existentes hoy en día “está por encima de cualquier duda” y los antipsicóticos más recientes “aportan un mejor perfil de tolerancia, tanto desde el punto de vista extrapiramidal como metabólico y cardiovascular”. Un ejemplo de esas nuevas opciones terapéuticas es lurasidona, el nuevo antipsicótico de segunda generación que, para el experto, “cubre una necesidad no cubierta” en el campo de la esquizofrenia.