Redacción Farmacosalud.com
Un estudio ha detectado que la población en tratamiento simultáneo con 5 o más medicamentos se ha triplicado en diez años. El aumento de la polimedicación se da en todos los grupos de edad, incluida la gente joven. Una de las razones que explican esta tendencia es la denominada ‘medicalización de la vida’, o uso excesivo de fármacos para superar, por ejemplo, acontecimientos de la existencia (una ruptura de pareja) que antes no eran tratados por la medicina. “Estamos hablando de personas que consumen 5 o más medicamentos durante al menos 6 meses. Lo preocupante es que, a partir de un suceso vital estresante, la persona pueda consumir demasiados fármacos durante demasiado tiempo. El médico de familia establece una relación de confianza con las personas que atiende y puede ayudar a encontrar cambios en el estilo de vida, medidas o terapias no farmacológicas (psicoterapia, por ejemplo) que contribuyan a resolver el problema del paciente utilizando el menor número de medicamentos durante el menor tiempo posible. Un ejemplo son las benzodiacepinas, recomendadas en ficha técnica durante semanas o meses como máximo (según indicación), y que sin embargo siguen consumiendo miles de personas durante años”, remarca el Dr. Miguel Ángel Hernández Rodríguez, coautor del trabajo ‘Evolution of polypharmacy in a spanish population (2005‐2015): A database study’.
“Para conseguir mejorar estos aspectos, el médico de familia necesita tiempo suficiente en consulta, un recurso muy escaso que necesita ser mejorado invirtiendo en Atención Primaria”, reclama a través de www.farmacosalud.com Hernández Rodríguez, a su vez coordinador del Grupo de Trabajo-semFYC (Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria) en Utilización de Fármacos.
Tristeza, duelo, síndrome postvacacional…
“Como médicos de familia, observamos con preocupación como pequeños cambios en los límites de las definiciones de enfermedad suponen que amplias proporciones de población pasen a ser etiquetadas como enfermas y, en consecuencia, reciban un tratamiento que, además de innecesario, les puede ocasionar más riesgos que beneficios”, manifiesta el presidente de semFYC, el Dr. Salvador Tranche. A su juicio, hay un “uso excesivo de medicamentos para superar acontecimientos vitales o etapas propias de la vida (pérdida de un ser querido, ruptura de pareja, despido laboral, jubilación, menopausia...) como otra expresión de la ‘medicalización de la vida’”.
En este sentido, el presidente de semFYC comenta que la especialidad de Medicina de Familia, con su orientación integral y longitudinal, debe ser parte de la solución, si bien “la falta de tiempo para atender adecuadamente a los pacientes en Atención Primaria y el excesivo uso de los servicios de Urgencias potencian el aumento de la prescripción de medicamentos”. Al igual que Hernández Rodríguez, el Dr. Tranche apuesta por un incremento de recursos en Atención Primaria, con el fin de que “se traduzca en minutos de consulta” y una mayor calidad asistencial. También sería necesario “aumentar la colaboración con los compañeros y compañeras de los hospitales”, agrega.
La ‘medicalización de la vida’ es un fenómeno ampliamente estudiado. Se caracteriza, en buena parte, por la creación de enfermedades o supuestos problemas de salud que, en realidad, no tienen suficiente base científica o no son tan frecuentes como pudiera parecer. “Esta medicalización genera la prescripción de gran cantidad de medicamentos, la solicitud de pruebas diagnósticas, etc. Hay muchos ejemplos”, afirma Hernández Rodríguez, quien a renglón seguido enumera algunos de ellos:
-Se considera necesario el control médico de ciertas etapas de la vida (adolescencia, menopausia, envejecimiento, etc.)
-Problemas personales/sociales pasan a considerarse problemas médicos (tristeza, duelo, síndrome postvacacional, etc.)
-Factores de riesgo pasan a considerarse como auténticas enfermedades (osteoporosis, dislipemia, etc.)
-Situaciones o cuadros poco frecuentes pasan a ser considerados, de forma artificial, como situaciones o cuadros frecuentes (disfunción eréctil, disfunción sexual femenina, etc)
-Síntomas o cuadros leves son elevados, de forma artificial, a indicadores de cuadros graves (colon irritable, síndrome premenstrual, etc.)
¿Más violencia contra el personal sanitario? ¿Más ‘medicina defensiva’?
Con respecto a la menopausia, el coordinador del Grupo de Trabajo-semFYC en Utilización de Fármacos sugiere que una cosa es tratar a una mujer que sufre molestias físicas causadas por trastornos de tipo menopáusico, y otra hacer un uso excesivo o inadecuado de los tratamientos disponibles: “Las mujeres en las que estos trastornos interfieren significativamente en su calidad de vida, son tratadas con medicamentos. Desgraciadamente, el tratamiento masivo de millones de mujeres con terapia hormonal sustitutiva incrementó, por ejemplo, el riesgo de cáncer de mama en esta población. En el Reino Unido, se calculó que esta terapia provocó 20.000 casos de cáncer de mama. También incrementa el riesgo, entre otros, de ictus o tromboembolia venosa. Por lo tanto, la clave está en hacer un uso prudente de los fármacos para las personas que lo necesiten y durante el menor tiempo posible. El paciente debe estar informado de los potenciales riesgos de los medicamentos que va a consumir”.
Claro que, negarse a tratar farmacológicamente a los pacientes enganchados a la ‘medicalización de la vida’… ¿puede acarrear violencia verbal y física en las consultas contra médicos y personal de Enfermería? “No hablamos en ningún momento de negar tratamientos -puntualiza el Dr. Hernández Rodríguez-. Buscar las mejores alternativas posibles con el paciente (farmacológicas y no farmacológicas), procurando utilizar los fármacos adecuadamente y durante el menor tiempo que sea posible, de ningún modo va a acarrear problemas, sino todo lo contrario. Debemos ser conscientes de que ningún medicamento es inofensivo, ni tampoco ‘para toda la vida’.
Por otro lado, el facultativo apela una vez más a la dotación de mayores recursos para evitar que el freno o la limitación de la ‘medicalización de la vida’ degenere y favorezca, paradójicamente, la aparición de otro efecto vinculado a los excesos terapéuticos, como es la práctica por parte del estamento médico de la ‘medicina defensiva’. Esta estrategia consiste en la realización de pruebas innecesarias o la prescripción sobrecargada de tratamientos por miedo a recibir denuncias de usuarios de la sanidad por presunta desatención: “La medicina defensiva se produce normalmente en escenarios de gran presión asistencial / demanda de los pacientes. Normalmente, cuando la asistencia se realiza con medios y tiempo suficientes, la relación médico-paciente fluye con normalidad y es posible solucionar el problema de salud teniendo en cuenta las expectativas y valores de la persona atendida”.
“Sin embargo -prosigue-, la sobrecarga asistencial genera más pruebas diagnósticas y la prescripción de más medicamentos. El incremento de las consultas urgentes en los últimos años agrava la situación. Una de las soluciones a estos problemas es que las personas puedan tener cita con su médico de familia hoy o mañana, porque contribuye a una atención más longitudinal y coordinada, disminuyendo así el número de consultas a Urgencias, múltiples tratamientos farmacológicos, etc. Por desgracia, ya hay datos de que las listas de espera para los médicos de familia son una realidad en muchos centros de salud españoles, superándose incluso una semana de espera”.
Se reduce el porcentaje de pacientes sin tratamiento crónico
El estudio ‘Evolution of polypharmacy in a spanish population (2005‐2015): A database study’ ha sido publicado en ‘Pharmacoepidemiology and Drug Safety’, revista oficial de la Sociedad Internacional de Farmacoepidemiología, con un Factor de impacto de 2,87. En 2005, la población estudiada fue de 2,6 millones, mientras que en 2015 llegó a los 4 millones de personas. Entre los principales resultados de la investigación figura, además del aumento de los sujetos polimedicados, el hecho de que el porcentaje de pacientes que no tienen prescrito ningún tratamiento crónico haya disminuido, pasando del 80,2% en 2005, al 63,1% en 2015. Es decir, en 2005 dos de cada diez personas se medicaban para tratar una enfermedad crónica, mientras que, en 2015, casi cuatro de cada diez incorporaban en su historial médico la prescripción de un tratamiento crónico.
Para Hernández Rodríguez, “el envejecimiento de la población explica esta tendencia solo en parte, puesto que la polimedicación no solo se ha incrementado en las edades más avanzadas, sino también en las personas jóvenes”. Hernández Rodríguez asegura en un comunicado que “estos resultados implican que la polimedicación debería ser considerada un problema de salud pública que debería abordarse conjuntamente por todo el Sistema Nacional de Salud, tanto en el ámbito sanitario público como en el privado”. Cabe señalar que, a nivel internacional, el aumento de las personas en tratamiento simultáneo con varios fármacos es una tendencia generalizada en otros países europeos, Estados Unidos y Japón, como se ha constatado en estudios homólogos al presentado en España por el GdT-semFYC en Utilización de Fármacos.
Deprescripción razonada
El experto apunta como medidas complementarias e igual de necesarias “la apuesta por la deprescripción razonada de medicamentos, emplear tan sólo los que sean esenciales, y trabajar con nuestros pacientes para que conozcan cada vez mejor sus tratamientos y las alternativas no farmacológicas con las que pueden mejorar su estado de salud. La evidencia constata que la manera más eficiente de mejorar nuestro estado de salud pasa por llevar un estilo de vida saludable, lo que no tiene relación alguna con los medicamentos y sí mucho con una alimentación adecuada, el ejercicio físico regular, y la renuncia a hábitos como el tabaquismo o el alcohol”.
Otro de los aspectos que Hernández Rodríguez relaciona con la polimedicación es la diferencia de grupos o clases que forman una sociedad: “No hay que olvidar tampoco que, a mayor pobreza o peor nivel educativo, peor estado de salud y mayor consumo de fármacos”.
Una de las particularidades de la nueva investigación es que se ha realizado sobre todos los individuos mayores de 14 años incluidos en una base de datos multirregional de Atención Primaria de la población española (BIFAP). Se trata de una base de datos de historias clínicas electrónicas de Atención Primaria para la realización de estudios farmacoepidemiológicos perteneciente a la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS). BIFAP, que cuenta con la colaboración de varias Comunidades Autónomas, ha permitido estudiar una población de hasta 4.002.877 pacientes en 2015.
Bibliografía
• Hernández Rodríguez MA, Sempere‐Verdú E, Vicens C, et al. Evolution of polypharmacy in a spanish population (2005‐2015): A database study. Pharmacoepidemiology and Drug Safety. Enero 2020. DOI: 10.1002/pds.4956 Difusión online: https://www.researchgate.net/publication/338425141_Evolution_of_polypharmacy_in_a_spanish_population_2005-2015_A_database_study
• Cerecedo Pérez MJ, Tovar Bobo M, Rozadilla Arias A. Medicalización de la vida. «Etiquetas de enfermedad: todo un negocio». Atención Primaria. Volumen 45, número 8, Octubre 2013, 434-438. https://doi.org/10.1016/j.aprim.2013.04.014. Elsevier: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0212656713001844
• www.farmacosalud.com. El aumento de la mortalidad evitable, factor asociado a la medicina defensiva. Febrero 2019. http://farmacosalud.com/el-aumento-de-la-mortalidad-evitable-factor-asociado-la-medicina-defensiva/
• El País. No es culpa de los pacientes. Enero 2020. https://elpais.com/elpais/2020/01/13/opinion/1578943819_199358.html