Redacción Farmacosalud.com
Diversas investigaciones han demostrado en los últimos años que los profesionales de la medicina y la enfermería tienen más riesgo de sufrir patologías mentales como la ansiedad, la depresión o el consumo de alcohol y tóxicos. También mayores probabilidades de padecer el síndrome de burnout (‘estar quemado’), reconocido este mismo año por la OMS como enfermedad. Entre esos profesionales, un estudio australiano de este mismo año ha demostrado que los obstetras y ginecólogos se sitúan entre aquellos con más riesgo de sufrir burnout. Otra investigación, en este caso de 2016, sostenía por su parte que las matronas también presentan altos índices de enfermedad psíquica relacionada con el desempeño de la profesión y en relación fundamentalmente con los partos traumáticos.
“Cuidar a los y las profesionales que acompañamos al parto y el nacimiento es una prioridad en la atención perinatal actual y repercutiría positivamente en la calidad de la atención que se presta a las madres y bebés”, sostiene Blanca Herrera Cabrerizo, matrona en el Hospital Campus de la Salud de Granada y coautora de la ‘Guía Práctica de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad’.
Distancia terapéutica extrema e implicación extrema
Según Blanca Herrera, en el día a día del personal que acompaña al parto y el nacimiento se dan muchas situaciones de conflicto y de estrés, entre ellas las situaciones de duelo en un trabajo que habitualmente acompaña a la vida (perdida perinatal, partos no respetados, partos traumáticos, etc), a las que los profesionales se enfrentan “sin aviso previo y, generalmente, sin apoyo posterior”. Por ello considera “fundamental” prepararse emocionalmente para estas situaciones y “poder contar con apoyos (internos y externos) para aprender a enfrentar situaciones de conflicto, de dolor y de duelo”. En ese sentido, Herrera Cabrerizo considera “importantísimo” señalar el papel de la institución “para validar los estados emocionales de los profesionales como un elemento valioso para atender mejor nuestras necesidades (espacios de elaboración, tiempos de recuperación tras acompañar experiencias traumáticas, etc.) y la de los demás”.
Para la coautora de la ‘Guía Práctica de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad’, la falta de herramientas de los profesionales que atienden el parto y el nacimiento para afrontar estas situaciones se traduce en el uso de estrategias no siempre acertadas, como “la distancia terapéutica extrema, que convierte a los y las profesionales en personas aparentemente distantes y frías, aunque en realidad sufran enormemente por dentro”; o su reverso, la implicación extrema, que lleva a profesionales a “hipotecar su vida y su salud” al ser incapaces de separar sus vidas de su trabajo y de extraer facetas positivas del mismo. “He visto a muchas personas implicarse en este mundo y acabar derrotadas, cansadas, quemadas y frustradas… Una exposición constante a entornos de trabajo hostiles, con diferentes modelos de atención, con enfrentamientos entre profesionales y con situaciones emocionalmente intensas genera en los y las profesionales un intenso estrés y una sobrecarga emocional que afecta a su salud de manera importante”, explica.
“Todo lo que quiero para los demás he de ser capaz de ofrecérmelo a mí misma en primer lugar. No podemos ‘salvar’, cuidar, apoyar, amar, proteger y mimar a los demás si no lo hacemos en primer lugar con nosotras mismas”, sostiene Blanca Herrera Cabrerizo, quien reconoce que para las personas ·cuidadoras “es algo difícil de aprender”, y que en muchas ocasiones supone “realizar “ejercicios” de autocuidado como si se tratase de “‘deberes’ del instituto”. Para la experta es importante que los profesionales que acompañan el parto y el nacimiento aprendan que acompañan mejor cuando ellos se sienten bien. “Para ello hemos de trabajar nuestro equilibrio y nuestra salud emocional, lo que implica trabajar también en el autoconocimiento, en la compasión hacia una misma y en la autocrítica y la humildad”, concluye.