Redacción Farmacosalud.com
Darolutamida es un fármaco oral (todavía no comercializado), hormonal y “de fácil manejo que prolonga la supervivencia sin metástasis en 40.4 meses, 22 meses más que con placebo”, como tratamiento del cáncer de próstata, asegura el Dr. José Luis Álvarez-Ossorio, vocal de Actividades Científicas de la Asociación Española de Urología (AEU). El beneficio conseguido con esta terapia se dio en todos los subgrupos de pacientes estudiados, mientras que los resultados en términos de “supervivencia global también favorecieron a darolutamida”, precisa Álvarez-Ossorio. El nuevo medicamento, además, retrasa hasta dos años la aparición de metástasis en cáncer prostático resistente a la castración.
Darolutamida es un antagonista de los receptores de andrógenos con una estructura distinta a enzalutamida y apalutamida, “lo que supone menos efectos tóxicos y menos graves debido a su baja penetración de la barrera hematoencefálica y baja afinidad por los receptores de ácido aminobutírico tipo A, como se muestra en estudios preclínicos”, argumenta el facultativo. La calidad de vida informada por los pacientes fue similar en el grupo de darolutamida y en el grupo placebo. “Las diferencias fueron para BPI-SF (en intensidad del dolor y de interferencia de dolor), FACT-P (bienestar físico, bienestar emocional…), y la subescala de síntomas urinarios EORTCQLQ-PR25, aunque no se alcanzaron umbrales clínicamente significativos”, establece el vocal de Actividades Científicas de la AEU. El porcentaje de suspensión del medicamento por efectos secundarios fue del 8,9% y hubo un 25% de efectos adversos grado 3 o 4. La incidencia de eventos adversos fue generalmente similar en los grupos de darolutamida y placebo, siendo la fatiga el más frecuente.
La incidencia de convulsiones fue del 0,2% en ambos grupos. Las incidencias de otros eventos adversos de interés, como hipertensión, erupción cutánea, mareos y trastorno cognitivo, difirieron solo ligeramente entre el grupo de darolutamida y el grupo placebo. La dosis diaria de darolutamida es de 1.200 mg (600 mg administrados en dos comprimidos de 300 mg, dos veces al día, con alimentos).
¿Enlentece el avance de la metástasis cuando ésta ya ha aparecido?
Las pruebas que determinan que el paciente está a las puertas de sufrir una metástasis y que, por lo tanto, ha llegado el momento de aplicar el nuevo fármaco se corresponden con aquel sujeto con ECOG 0-1, con CPRC M0 confirmado y de alto riesgo, es decir, PSADT </ = 10 meses. La ausencia de metástasis se confirma mediante pruebas convencionales, o sea, gammagrafía ósea y TAC tórax-abdomen y pelvis.
Darolutamida puede retrasar hasta dos años la aparición de metástasis en cáncer de próstata resistente a la castración, pero todavía no se sabe si tiene capacidad para enlentecer la fase metastásica una vez que ésta ya ha aparecido, porque para medir ese parámetro habría que medir la PFS2, que, en el estudio Aramis aún está por definir, “a diferencia de otros fármacos como apalutamida, que permitieron posteriormente el acceso a fármacos como abiraterona”, refiere el especialista. La PFS2 es el tiempo hasta la progresión de la enfermedad con el medicamento administrado tras progresar con el primero en un ensayo clínico. Cuando progresa la enfermedad, se administran distintos medicamentos y no siempre se valora esa progresión secundaria conocida como PFS2.
No obstante, darolutamida aporta beneficios en los objetivos secundarios medidos como:
• supervivencia libre de progresión (SLP) [sin progresión de la enfermedad]
• tiempo hasta dolor (es el tiempo que tarda en aparecer dolor, que es un factor de mal pronóstico y que afecta a la calidad de vida del paciente)
• evento relacionado con esqueleto (aparición, por ejemplo, de fractura patológica, compresión de médula espinal, necesidad de radioterapia o cirugías óseas)
• inicio de otra terapia (cuando el paciente progresa hay que cambiar de línea de tratamiento)
A juicio del Dr. Álvarez-Ossorio, el retraso en el desarrollo de diseminación tumoral en pacientes en fase de resistencia “es un objetivo terapéutico clave, ya que la metástasis en los huesos, tejidos blandos o vísceras está asociada con la morbilidad y mortalidad cáncer-específica. Otros dos nuevos fármacos (apalutamida y enzalutamida) han demostrado en esta misma fase de la enfermedad un retraso en el desarrollo de metástasis, si bien aún se está pendiente de conocer datos de supervivencia global. Asimismo, apalutamida y enzalutamida presentan toxicidades, por lo que existe la necesidad de terapias con perfiles de seguridad y toxicidad mejorados, ámbito en el que darolutamida parece que añade un beneficio extra”.
El beneficio en el retraso del desarrollo de metástasis fue similar en los estudios Spartan (apalutamida) y Prosper (enzalutamida). En el estudio Aramis, darolutamida se asoció a menos fatiga y no se asoció con una mayor incidencia de caídas o fracturas ni con potencial convulsivo, por lo que darolutamida podría beneficiar más a este tipo de pacientes. También fue baja la incidencia de hipotiroidismo, que fue más alta con apalutamida. Además, apalutamida y enzalutamida producen mayor incidencia de HTA (hipertensión arterial) y mareo.
Por todo ello, Álvarez-Ossorio considera que darolutamida “supone un paso más en el perfil de eficacia, que en esta fase del tumor supone el incremento del tiempo hasta el desarrollo de metástasis, y otros objetivos secundarios importantes como menos dolor, retraso en la administración de quimioterapia, y beneficios en evento esquelético, con un perfil de seguridad y calidad de vida similar al placebo que supone un extra sobre los otros fármacos”.