Redacción Farmacosalud.com
Para el Dr. Antonio Becerra, coordinador del Grupo de Identidad y Diversidad (GID) de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (GIDSEEN), y coordinador de la Unidad de Identidad de Género (UIG) de Madrid, en la medicina española existe, en general, “bastante desconocimiento” sobre todo aquello relacionado con la atención a las personas transexuales. “Eso supone que, cuando una persona transexual acude a según qué comunidad autónoma, el desconocimiento médico sea mayor o menor… no todos los profesionales -en principio, estaríamos hablando de la Atención Primaria- están preparados para ese tipo de atención”, apunta el Dr.
“El panorama va cambiando poco a poco en este ámbito y hay algunos profesionales muy implicados, aunque otros no lo están tanto”, comenta el experto. De acuerdo con la experiencia del propio Becerra como facultativo, en España la asistencia médica específica para el colectivo transexual empezó a generarse años atrás con la creación del grupo de trabajo de la SEEN dedicado a atender a aquellos individuos que acudían a las consultas de Endocrinología manifestando que se sentían del género opuesto respecto del que habían nacido.
Tratamientos reparativos: pretender cambiar la mente en favor de los órganos genitales
El Dr. Marcelino Gómez Balaguer, miembro del Grupo de Trabajo de Identidad y Diferenciación Sexual de la SEEN y especialista de la Unidad de Identidad de Género del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Dr. Peset de Valencia, considera que “la entrada al circuito asistencial de las personas transexuales se está realizando cada vez más desde la Endocrinología”. No obstante, recuerda que la identidad de género de un sujeto no la diagnostican los médicos, sino que se autodetermina: “La atención integral de las personas transexuales requiere una evaluación, no diagnóstica, de las necesidades de cada persona y debe planificarse de forma individualizada. La incongruencia de género es la discordancia entre el género sentido y el género asignado al nacer, que puede conducir a un deseo de transición para vivir y ser aceptado como persona del género experimentado”.
La atención integral de la diversidad sexual y de género se denomina Medicina Transgénero. Además de incluir la atención endocrinológica, esta rama de la medicina trata otros aspectos relacionados con la salud física y psicosocial. A juicio de Gómez Balaguer, “la medicalización no es la solución a la transexualidad y las terapias reparativas o de reconducción, además de no mostrar ningún tipo de beneficio, son claramente perjudiciales”. Los tratamientos reparativos o de reconducción son aquellos que pretenden cambiar la mente en favor de los órganos genitales. Por ejemplo, ante un hombre que se siente mujer, este tipo de terapia trataría de convencerle de que, como sus genitales son de hombre, él es un hombre,
Si bien se considera que las terapias reparativas o de reconducción están más que desfasadas, Becerra no descarta en absoluto que hoy en día pueda haber médicos que intenten aplicarlas ni que sea parcialmente, movidos “por su ideología, por religión, o bien por desconocimiento… mi obligación o mi trabajo no es detectar ese tipo de actitudes, porque para eso ya existen leyes; mi obligación o mi trabajo consiste en considerar que la transexualidad no es una enfermedad, sino una situación de la mente”.
Carencias de formación médica en la Universidad
Cuando se habla de medicina y transexualidad, puede ser inevitable pensar enseguida en psicólogos (como consecuencia del sentimiento de rechazo que puedan percibir de los demás los sujetos transexuales), o bien en cirujanos (por operaciones de cambio de sexo), pero quizás no se caiga en la cuenta de que la endocrinología es la rama de la medicina que se ocupa del tratamiento y manejo hormonal, que es clave en el abordaje de estos individuos. De hecho, “una persona transexual lo primero que necesita son hormonas, de manera que el primer profesional al que acudirá es el endocrinólogo. Ahora bien, a estas personas no sólo hay que atenderlas desde un punto de vista hormonal… hay que hacerlo desde un punto de vista integral, observándolas como usuarios del sistema sanitario público que van a precisar asistencia en aspectos que no tienen nada que ver con el género ni con el sexo”, remarca el Dr. Becerra.
En opinión del Dr. Gómez Balaguer, las claves de la atención integral se basan en la combinación de varios elementos: “Respeto, tolerancia, refuerzo de la autoestima y acompañamiento médico garantista y de calidad en igualdad de condiciones con el resto de los usuarios de la sanidad pública”. A este respecto, Becerra lamenta las “aberraciones” terapéuticas a las que se han visto sometidos algunos transexuales, sobre todo por parte de “cirujanos que les han atendido con otros fines muy diferentes a los que persiguen las directrices ortodoxas”. “Hay personas transexuales -prosigue- que han tenido que sufrir a lo largo de su vida una serie de inconveniencias, a veces médicas y a veces quirúrgicas, en ocasiones generadas por el desconocimiento y por la inexistencia de profesionales expertos en este asunto, que les han abocado a situaciones de marginalidad”.
Gómez Balaguer defiende que el endocrinólogo es una pieza fundamental en el engranaje asistencial de la diversidad sexual y de género: “La formación que recibe un estudiante de Medicina en temas identitarios es mínima, por no decir inexistente. Para la SEEN es un reto y un objetivo programático facilitar a los residentes de Endocrinología una adecuada formación, tanto en el manejo de las hormonas según las guías clínicas como en la diversidad de género. El trabajo dentro de los equipos multidisciplinares debería coordinarse desde la Endocrinología, pero unificando las actuaciones de psicólogos, médicos y pediatras, ginecólogos, cirujanos y trabajadores sociales”. Como ejemplo del vacío formativo, el Dr. Becerra describe el caso de una estudiante de 5º de Medicina que quería capacitación para atender a personas transexuales y que vio como el decano de su Universidad la derivaba a la Unidad de Género que coordina el propio Becerra. Parece claro, pues, que existe un interés creciente por esa materia que no está siendo cubierto por la actual oferta universitaria.
Carencia que, según el coordinador de GIDSEEN, incide más allá del ámbito estudiantil hasta alcanzar al mismísimo ejercicio de la profesión médica. En este sentido, recuerda el cambio legislativo de la Comunidad de Madrid del año 2016 que abogaba por una atención al colectivo transexual basada en la proximidad, es decir, que la asistencia no estuviera circunscrita únicamente a unidades especializadas como la del Dr. Becerra, sino que también contemplara a los equipos de Atención Primaria. “Pensábamos que esas leyes iban a acabar con nuestra Unidad… pues bien, lo que ha ocurrido es que se han multiplicado por tres las demandas de asistencia que recibimos. ¿Por qué? No porque nosotros seamos muy buenos, sino porque puede que no haya la formación suficiente sobre transexualidad entre los profesionales que ejercen en Atención Primaria”.
Respecto a cómo vive la familia el proceso de cambio de sexo, Gómez Balaguer señala que, en el caso de los adolescentes y jóvenes con incongruencia de género, “es frecuente encontrarse con lo que se conoce como ‘disforia familiar’, ya que no todas las familias viven el tránsito de sus hijos con normalidad. En algunos casos extremos, los padres lo perciben como un auténtico duelo. La atención sanitaria transgénero debe acoger, asistir y acompañar a estas familias, así como transmitirles seguridad y confianza. Para ello, la colaboración entre psicólogos, pediatras y endocrinólogos es fundamental y la clave está en transmitir información correcta”.
El miedo a los tratamientos hormonales y a sus efectos secundarios, las posibles frustraciones sociales de los hijos y la estigmatización suelen ser las principales preocupaciones de esos progenitores. “En el fondo, subyace un problema de transfobia que debe ser superado”, asegura Gómez Balaguer. “Marginalidad, distocia social, automedicación y patología mental son ya hechos aislados. En la actualidad, quienes demandan acompañamiento endocrinológico son personas muy jóvenes, totalmente integradas, sin ningún tipo de tratamientos previos y carentes de psicopatología”, añade.
La OMS recoge el término ‘incongruencia de género’
La última versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicada en junio 2018 y que entrará en vigor en enero de 2022, recoge el término ‘incongruencia de género’ para referirse a la transexualidad y excluye esta condición del catálogo de enfermedades mentales, incluyéndola en la categoría de afecciones de la salud sexual, mientras que el ‘Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM V’ habla de ‘disforia de género’. El Dr. Gómez Balaguer cree más acertada la sugerencia de la OMS: “La disforia hace más referencia a un síntoma que a una condición y no todo transexual tiene disforia, entendida como malestar o frustración. Con todo, lo importante es la idea de que la incongruencia de género o transexualidad no es una enfermedad mental”.
Por cierto, el Dr. Becerra certifica que en España ya hay algún caso de persona transexual que ejerce la medicina, es decir, que es médico o médica.