Redacción Farmacosalud.com
La pHmetría es la técnica referente para la valoración de enfermedades relacionadas con el ácido. Con ella se puede realizar un registro prolongado de la acidez en el esófago y el estómago. “Sin duda, la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es la patología en la que más se utiliza esta técnica en diferentes vertientes: diagnóstico de reflujo patológico, control del tratamiento médico o quirúrgico, relación del reflujo con otras enfermedades…”, refiere el Dr. Antonio Ruiz de León, Prof. Titular de Ciencias de la Salud (Dpto. de Medicina) de la Universidad Complutense de Madrid, jefe de Sección de la Unidad de Motilidad del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), y socio del Grupo Español de Motilidad Digestiva (GEMD), del que ha sido presidente y socio fundador en la directiva.
La enfermedad por reflujo gastroesofágico se define como una falla de la barrera antirreflujo que determina un paso anormal de secreciones digestivas altas al esófago, que produce síntomas con daño esofágico y extraesofágico. Los mecanismos fisiológicos que impiden el reflujo son el aclaramiento, el esfínter esofágico inferior y el vaciamiento gástrico adecuado. El fracaso en estos mecanismos de defensa permite el reflujo gastroesofágico[1].
En el mundo occidental se estima que entre el 10% y el 30% de la población presenta síntomas típicos de ERGE al menos una vez por semana. En España la tasa calculada, en población general, está en torno al 15%. “Es importante destacar que la mayor parte de estos pacientes no precisan estudios de pHmetría para su diagnóstico”, precisa el Dr. Ruiz de León. En general, la práctica de la pHmetría se indica en aquellos pacientes con síntomas de reflujo sin lesión endoscópica y escasa o nula respuesta a tratamiento. “Además, es imprescindible si en esos casos se plantea un posible tratamiento quirúrgico del reflujo”, subraya el experto.
En general, es una técnica muy bien tolerada
La pHmetría consiste en la introducción de una sonda delgada (tubo fino y flexible) por la nariz hasta llegar al esófago. La sonda se conectará a un aparato de registro portátil (holter) que se llevará sujeto durante 24 horas[2], registrando continuamente los valores del pH. “En general, es una técnica muy bien tolerada. Hay que tener en cuenta que el fin de este estudio, en la mayor parte de las ocasiones, es valorar en condiciones ‘normales’ el reflujo; por tanto, el paciente puede y debe realizar durante el estudio una actividad y dieta similar a las habituales”, apunta el jefe de Sección de la Unidad de Motilidad del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos.
El Dr. Ruiz de León es el editor del libro ‘pHmetría en la práctica clínica’[3], cuya primera edición ha sido avalada por el Grupo Español de Motilidad Digestiva (GEMD). El trabajo, que está patrocinado por Laboratorios Norgine, actualiza los aspectos técnicos y la metodología de la pHmetría. Esta prueba no es nueva, pero sus criterios de análisis se han ido modificando a lo largo de los años. Esta técnica se suele practicar en adultos y niños, en pacientes sin tratamiento y con diferentes pautas de tratamiento médico o tras cirugía. “Los criterios de valoración en cada caso son diferentes”, afirma el Prof. Titular de Ciencias de la Salud de la Universidad Complutense, quien agrega que “se sigue intentado identificar los puntos de corte de los diferentes parámetros analizados que tienen mayor capacidad de diagnóstico en cada una de esas situaciones”.
Errores en el diagnóstico por incorrecta interpretación de los resultados
La incorrecta interpretación de los resultados cuando se realiza la pHmetría en determinadas situaciones y procesos puede ocasionar errores en el diagnóstico. En el libro se señalan las causas más frecuentes de error y cómo identificar estas situaciones. Son varios los capítulos en los que se abordan estos temas.
Se pueden producir errores de origen eléctrico (ejemplo: malas conexiones del electrodo con el registrador), electroquímico (ejemplo: una respuesta inadecuada del electrodo de antimonio), en relación con diferentes aspectos del procedimiento (ej.: dieta muy restrictiva, incorrecta colocación del electrodo…), o en el análisis informático, generalmente por manipulación incorrecta de la configuración de las constantes del sistema. "Uno de los errores más importantes es considerar como reflujo el desplazamiento durante una parte del estudio del electrodo de pH a estómago", destaca el especialista.
“A lo largo de los años -explica Ruiz de León-, la pHmetría ha sufrido y sigue sufriendo modificaciones, avances en la tecnología que permiten realizar estudios con registradores que tienen más capacidad de memoria, una frecuencia de toma de datos más alta, y la realización de estudios combinados de pHmetría con impedancia multicanal que amplían las posibilidades de diagnóstico a pacientes con reflujo ácido, débilmente ácido o no ácido. Para hacerse una idea, la actualización de estos cambios en los años 2002 y 2016 en Oporto, y últimamente en 2018 en Lion, se han venido realizado en reuniones internacionales de consenso sobre los criterios de análisis y su relación con aspectos clínicos. Las conclusiones más importantes se recogen en este libro”.
Referencias
1. González-Izquierdo JdJ., Hernandez-Aguilar TJ., Palomares-Chacón UR., et al. “Manejo actual de la enfermedad por reflujo gastroesofágico”. Cirujano General. DOI: 10.1016/j.cirgen.2015.05.009. 2015. Difusión online Elsevier: https://www.elsevier.es/es-revista-cirujano-general-218-avance-resumen-manejo-actual-enfermedad-por-reflujo-S1405009915000109
2. Grupo Español de Motilidad Digestiva (GEMD). “pHmetría ambulatoria de 24 horas”. Aspectos prácticos. Instrucción pacientes. https://www.gemd.org/index.php/2016/05/12/phmetria-ambulatoria-de-24-horas/
3. ‘pHmetría en la práctica clínica’. Editor: Antonio Ruiz de León San Juan. Editorial ERGON. http://ergon.es/