Redacción Farmacosalud.com
El Servicio de Otorrinolaringología de Vall d’Hebron junto con el equipo de Investigación Biomédica con Células Madre de Cáncer del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) [Barcelona] han llevado a cabo un estudio en el que han comprobado que el grado de malformación del paladar hendido no está relacionado con la afectación del habla, la pérdida auditiva ni tampoco con la otitis media crónica. En cambio, estas alteraciones otológicas o audiométricas sí se relacionarían con el número de cirugías para la inserción de tubos de ventilación y drenaje en el oído. Por ello, apuestan por un abordaje multidisciplinar y conservador de esta patología.
El paladar hendido o fisura palatina ocurre durante el embarazo, cuando el paladar no se desarrolla de forma correcta quedando una zona sin cerrar completamente (hendidura) que puede llegar hasta la cavidad nasal. El paladar hendido puede presentarse aislado o junto con otras anomalías congénitas de la cabeza, como el labio leporino. De hecho, el paladar hendido y el labio leporino son las malformaciones congénitas de cabeza y cuello más frecuentes y ocupan la segunda posición entre todas las malformaciones congénitas. “La inserción de tubos de ventilación ha sido el estándar en el tratamiento de los niños con paladar hendido, así como la cirugía temprana para el cierre del paladar, pero los resultados de este estudio pueden suponer un cambio en el abordaje de estos pacientes”, explica la Dra. Cristina García-Vaquero, facultativa especialista del Servicio de Otorrinolaringología de Vall d’Hebron y primera autora del estudio.
Muestra de 121 pacientes
El trabajo, publicado en la revista ‘BMC Pediatrics’, se llevó a cabo en una muestra de 121 pacientes con edades comprendidas entre los 6 y los 31 años (edad promedio de 13 años) que se habían sometido a una operación de reparación del paladar hendido en el Hospital Universitario Vall d’Hebron entre los años 2000 y 2014. Durante el estudio, se realizaron evaluaciones otológicas, audiométricas, timpanométricas y del habla a todos los participantes. En ellas, no se identificaron asociaciones estadísticamente significativas entre el tipo de hendidura del paladar y el número de cirugías a las que se habían sometido los pacientes para la inserción de tubos de ventilación.
Los investigadores tampoco vieron una asociación entre el grado de hendidura del paladar y el grado de pérdida auditiva, de impedancia máxima (resistencia que presenta el sistema auditivo al paso del sonido) y la presencia de anomalías en la membrana timpánica indicadoras de otitis media crónica. “Sin embargo, en los sujetos examinados sí se vieron dos asociaciones claras. Una de ellas entre el grado de fisura palatina y la hipernasalidad (resonancia anormal de la voz cuando el aire se escapa por la nariz). En el otro caso, observaron una relación entre la otitis media crónica y la pérdida de audición con el número de tubos de ventilación insertados”, afirma la Dra. García-Vaquero.
No obstante, aunque la colocación de tubos de ventilación timpánica se acompaña de un aumento en la tasa de otitis media crónica, hay que continuar estudiando si esta relación se debe al número de tubos insertado o es intrínseca de la enfermedad inflamatoria del oído medio que normalmente afecta a estos pacientes.
Por otro lado, “el estudio no reveló mejoras en el habla, la audición o en las anomalías de la membrana timpánica a largo plazo en aquellos pacientes que fueron sometidos a un abordaje más invasivo con tubos de timpanostomía, por lo que los investigadores apuestan por un abordaje conservador”, concluye el Dr. Marc Pellicer, especialista en Otorrinolaringología pediátrica del Servicio de Otorrinolaringología de Vall d’Hebron.