Redacción Farmacosalud.com
La conocida como ‘medicina defensiva’, consistente en la realización de excesivas pruebas diagnósticas para evitar denuncias de los pacientes, es uno de los grandes problemas asociados a los servicios de Urgencias. Esta práctica médica comporta que, debido a la realización de testados innecesarios, todo el sistema se sature e, inevitablemente, empeore la calidad de la atención médica, se produzcan retrasos diagnósticos y aumenten los tiempos de estancia y espera en el hospital. Otra de las consecuencias de todo ello es que, dentro del proceso de descongestión del sistema de Urgencias ‘viciado’ por la medicina defensiva -en el que es evidente el malestar del paciente y la presión a los facultativos, problemas que pueden verse agravados por una posible falta de personal y posibles deficiencias en la formación profesional-, se den altas hospitalarias precoces y precipitadas, lo que puede contribuir a elevar la mortalidad evitable intrahospitalaria. En fin, un panorama de lo más desalentador.
Así las cosas, la Organización Médica Colegial (OMC) y las Sociedades Españolas de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) han pedido políticas que garanticen la seguridad del paciente, a fin de paliar los efectos de la medicina defensiva, una práctica detectada especialmente en los Servicios de Urgencias Hospitalarios y que viene condicionada por la necesidad de inmediatez de respuestas, falta de profesionales y picos de gran volumen de demanda.
Crecimiento exponencial y progresivo de las atenciones sanitarias
Para el Dr. Juan Jorge González Armengol, presidente de SEMES, que los profesionales sanitarios suelan quejarse de que hay escasez de recursos humanos y materiales y, en cambio, se extienda el fenómeno de la medicina defensiva en Urgencias -y, por tanto, se hagan pruebas innecesarias, de tal manera que parece que con menos recursos se tienda a trabajar más aunque, desde un punto de vista estrictamente terapéutico, no sea imprescindible hacerlo- no es ninguna paradoja: “No es una paradoja, es el resultado lógico. En estos Servicios y en los Servicios de Emergencias se produce, y va a ir a más de forma exponencial, un aumento progresivo de las atenciones sanitarias, abarcando como únicos dispositivos sanitarios casi ya las cuatro quintas partes del periodo de atención. Y, además, el resto del sistema tiene que conciliar”.
“Si se producen episodios de saturación y aumento de demanda, está demostrado -y esto no es opinable- que el aumento de la estancia de los pacientes en estos servicios origina un aumento de la estancia en el hospital con el consecuente aumento de costes, produciéndose situaciones que atentan contra la dignidad de las personas que las padecen, a sus familiares o personas próximas, y también a los diferentes perfiles profesionales que los atienden, generándose frecuentemente insatisfacción con el periodo global de hospitalización”, recalca el Dr. González Armengol en declaraciones a www.farmacosalud.com.
“Asimismo, esto se asocia a un deterioro de la calidad de la atención, con retrasos importantes en todos los subprocesos potenciales asociados a la misma, como tiempo de valoración por el médico y tiempo para resultados de pruebas complementarias, resultados de laboratorio o pruebas de imagen, así como un retraso en el inicio de tratamientos necesariamente de inicio precoz, en condiciones óptimas, como pautas de analgésicos o primeras dosis de antibióticos. También se ha demostrado un aumento de la mortalidad evitable intrahospitalaria por esta causa. Es importante tener en cuenta la posibilidad de que en este tipo de circunstancias se produzcan altas precoces y precipitadas que pueden asociarse también a un aumento de la mortalidad temprana, también evitable”, revela el presidente de SEMES.
Para más inri, según viene a decir el experto, “esto se ve agravado porque, en España, en contra de la legislación vigente, no está reconocida la Especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias, lo que significa que no existe una formación reglada acorde con la exigencia necesaria para trabajar en estos servicios, esperada por la población y exigida también por los Tribunales de Justicia españoles”. En definitiva, la práctica de la medicina defensiva acaba perjudicando a “los pacientes y a sus familiares o acompañantes, a los profesionales que los atienden y a la imagen del Sistema Sanitario”, agrega.
Un 89,8% de profesionales admite realizar pruebas diagnósticas de ‘utilidad dudosa’
En el estudio ‘La práctica médica en los Servicios de Urgencias Hospitalarios’, elaborado por las tres instituciones sanitarias antes mencionadas a partir de una muestra de 1.500 profesionales, se constata que el 89,8% de los encuestados admite realizar pruebas diagnósticas de ‘utilidad dudosa’ por prevención ante posibles problemas legales con los pacientes. “Existe en los últimos años en España una exigencia en la atención dispensada a los pacientes -remarca González Armengol-. Es importante hacer una llamada a la responsabilidad de los responsables políticos y a los profesionales para que impidan que se induzca un uso o una demanda a veces desproporcionada en relación a las necesidades reales; en no pocos casos se inducen expectativas o se han satisfecho en otras partes del Sistema, por demoras o similares”.
“La Medicina es relativamente sencilla, pero trascendente y está sometida a la evidencia científica. Esto implica que debe ser proporcionada. No más. Pero hay unas condiciones necesarias: formación adecuada, estructura física adecuada, carga asistencial adecuada, educación sanitaria, etc... todo ello forma un entorno armónico, que se vulnera si falta alguna pieza”, argumenta el facultativo.
Preguntado por si en España hay más medicina defensiva en la sanidad pública o en la sanidad privada, o en ambas por igual, el Dr. González responde que no tiene conocimiento “de estudios en conjunto comparativos”, pero “sí de parciales”. Así, según comenta, “es conocido que el porcentaje de cesáreas en la Medicina Privada está muy por encima de lo recomendado”.
Vista desde una perspectiva más general, la medicina defensiva es un apartado más de la llamada iatrogenia (entendida como el daño en la salud del paciente causado o provocado por un acto médico). A modo de ejemplo de un perjuicio causado a un enfermo por ser sometido a procesos diagnósticos innecesarios, el especialista alude a dos supuestos: “Al no haber formación en ecografía, se realizan sondajes urinarios para testar retenciones, que se ahorrarían si se hiciera esta prueba inocua. O, por ejemplo, visualizar por ecografía una vía venosa para no andar con intentos de venopunción infructuosos”.
Cuatro grandes vías de solución
Para acabar con la medicina defensiva en Urgencias, los expertos consideran que sería necesario adoptar las siguientes medidas:
a) solicitar a las Administraciones un Baremo de Daños Sanitarios para paliar y medir los efectos y consecuencias de aplicar la medicina defensiva en los pacientes. “Regular la normativa de daños sanitarios tendría una serie de ventajas que darían seguridad jurídica a los profesionales y a los pacientes. Esa es una parte de las posibles soluciones”, indica el presidente de SEMES.
b) apoyo a los médicos, a todos los niveles. “Es importante el apoyo inteligente, también regulado de las empresas a sus empleados, en este caso en sanidad, y a los médicos. De otra forma, el porcentaje de Medicina defensiva aumentará”, advierte.
c) promover la educación en salud en los ciudadanos para evitar saturar innecesariamente los servicios de Urgencias hospitalarios (más de la mitad de la población acude a un hospital sin haber pasado antes por Atención Primaria). “En esta ecuación hay variables que explican comportamientos. Si la cobertura horaria se ve limitada, como está ocurriendo, y se producen demoras de varios días, se explican determinados comportamientos, que además se convierten en costumbre, por falta de confianza”.
Según el Dr. González Armengol, “la Red de Agencias de Tecnologías Sanitarias publicó un Estudio, el único en España, en 2011, sobre los perfiles de pacientes de niveles potencialmente menos leves que acudían a los servicios de Urgencias en los hospitales de Andalucía. El porcentaje de inadecuación era del 40% sobre esos perfiles, equivalente a un 20-25% del total; pero, además, los supuestos hiperfrecuentadores tenían un conocimiento superior al 90% sobre las posibilidades del Sistema, es decir, conocían bien sus alternativas. En cualquier caso, promover la Educación Sanitaria desde edades tempranas debería estar integrado en los programas de educación infantil en cualquier país que se considere desarrollado”.
d) creación de la especialidad de ‘Urgencias y Emergencias’ (aspecto ya apuntado unas líneas más arriba), que sigue pendiente desde hace años. “Es una vergüenza para España que esto no haya ocurrido, aun cuando lo recoge la legislación vigente y tiene todos los parabienes políticos, profesionales, sociales y éticos. Lamentable. Y además, teniendo en cuenta que, desde el punto de vista penal, es la tercera especialidad más demandada… y en la jurisdicción judicial se espera una respuesta adecuada acorde a unas competencias de formación que recogen los programas de la especialidad, que por otro lado no está reconocida en España. Este motivo ya se ha esgrimido en tribunales, lo que se convierte en un hecho también de desamparo de los propios pacientes, además de los profesionales”.
Ante todo este panorama, cabe preguntarse si no sería conveniente también crear un -por bautizarlo de algún modo- Comité de Vigilancia Contra la Medicina Defensiva, una especie de grupo de control formado por médicos y asesorado por juristas que existiera en cada hospital y que se dedicara, por un lado, a controlar que los médicos no caigan en el error de practicar la medicina defensiva, es decir, controlando la práctica diaria en Urgencias, y por otro a velar por la integridad de los médicos y luchar contra las amenazas, agresiones y posibles abusos de los derechos existentes, cometidos por pacientes conflictivos y sus familiares y allegados. “En mi opinión -puntualiza el galeno-, existen Comités y Comisiones ya en marcha que velan por este tipo de actuaciones, como las Comisiones de Riesgo, de Seguridad, de Calidad, o de Mortalidad, por lo demás dentro de la legislación vigente”.