Redacción Farmacosalud.com
‘Las apariencias engañan’, dice el proverbio. Pues bien, parece que la sentencia también puede aplicarse a algunos de los hombres que suelen acosar a las mujeres fisioterapeutas, dado que el perfil de este tipo de acosador puede incluir perfectamente a aquel paciente masculino que, de entrada, “aparenta ser más correcto” en su actitud, asegura Aurora Araujo, decana del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM). Con ello no se quiere decir, ni mucho menos, que todo aquel hombre que se comporte correctamente en la consulta sea un atosigador o potencial atosigador. Simplemente, se trata de dejar claro que algunos de esos usuarios aparentemente correctos en el trato acaban comportándose de manera inapropiada -a veces punible- cuando reciben tratamiento de manos de una fisioterapeuta. Araujo añade que el perfil de paciente que acosa a estas profesionales de la salud “es muy heterogéneo” y “no responde a un grupo de edad o situación social concreta. Simplemente, es un hombre con conductas de abuso de poder”.
Esta clase de comportamientos han sido denunciados recientemente a través del movimiento #metooFISIO, donde se han conocido testimonios de mujeres fisioterapeutas que han sufrido casos de atosigamiento de índole sexual en su trabajo. A través de un comunicado, el CPFCM ha querido expresar su ‘enérgica condena a estos episodios’, mostrando al mismo tiempo su ‘total y más sincero apoyo a todas las profesionales fisioterapeutas que hayan sufrido algún episodio de acoso o intimidación en el ejercicio de su trabajo y decidan emprender acciones legales’.
De la insinuación verbal a intentar el tocamiento cuando se tratan zonas ‘delicadas’
“Es cierto que en nuestra profesión existen muchos casos de acoso y conducta inapropiada por parte de usuarios hacia sus fisioterapeutas. Son frecuentes las conductas verbales impropias como bromas de mal gusto -que no se gastarían a un fisioterapeuta varón- y la desinhibición, así como manifestaciones poco decorosas en el contexto del desarrollo de la terapia. También es fácil que se produzcan o pidan tocamientos, dado que muchos tratamientos requieren gran proximidad”, argumenta la decana del CPFCM.
En este sentido, estar tratando determinada zona del cuerpo (por ejemplo, muslos o caderas) puede comportar que el paciente se anime a dar un paso más allá en su atosigamiento mediante la palabra y ejerza un intento de contacto físico, algo que puede ser más difícil que ocurra cuando la fisioterapeuta está tratando, por poner otro ejemplo, los brazos, que sería -en principio- una zona del organismo menos dada a la excitación. A juicio de Araujo, el usuario conflictivo no se siente más tentado a actuar de manera acosadora “según la zona de tratamiento, solo que en zonas delicadas puede que se pase más de la insinuación verbal a intentar inducir el tocamiento”.
No se pueden confundir los masajes terapéuticos con los masajes de las casas de ‘relax’
No faltarán aquellos hombres que justifiquen su acoso por el hecho de confundir los masajes terapéuticos -impartidos por profesionales de la salud- con los ‘masajes’ anunciados en las casas de relax, y que son realizados por personas que se dedican a la prostitución. A este respecto, la decana del CPFCM considera que “no existe confusión posible… quien así lo manifieste no es por falta de información, sino por absoluta mala fe”.
“El acoso es un delito que se recoge en nuestro Código Penal -recuerda Araujo-. Pero en este tipo de casos se plantea el problema de la prueba, ya que el acoso suele suceder en el ámbito privado y sin testigos presenciales más allá de la víctima. Es muy complicado demostrar este tipo de conductas por la ausencia habitual de testigos más allá del acosador y la víctima del acoso. Sin embargo, existen supuestos en los que la declaración de ésta como prueba de cargo se puede admitir con la concurrencia de ciertas garantías: que sea subjetivamente creíble, objetivamente verosímil y persistente en el tiempo”.
Las ‘fisios’ atosigadas suelen renunciar a presentar denuncia
Con todo, la dificultad a la hora de probar el atosigamiento conlleva que la fisioterapeuta acosada suela desistir de presentar denuncia. Ni qué decir tiene que la presentación de una denuncia es requisito imprescindible para llevar a cabo cualquier actuación punitiva sobre el acosador. Según Araujo, los únicos supuestos en los que las mujeres fisioterapeutas deciden llevar los episodios de atosigamiento hasta la justicia remiten a acosos “muy reiterados” o a aquellos casos “en los que del acoso se pasa al abuso”.
“No obstante, parece que la Comunidad de Madrid está impulsando una nueva ley para frenar las agresiones y favorecer su notificación con un aumento de penas y un aumento de la presunción de veracidad y valor probatorio de las manifestaciones y declaraciones de las víctimas de acoso”, señala.
¿Si un paciente invita a cenar a la ‘fisio’ es un intento de ‘ligar’, o acoso?
Ahora bien, si un paciente masculino -mientras está recibiendo el masaje en la consulta- le dice a la fisioterapeuta que le gustaría invitarla a cenar… ¿eso es un intento lícito de encontrar pareja, o puede considerarse acoso? “Si bien no creo que sea el lugar, momento ni situación adecuados para intentar buscar una pareja, también es cierto que el contexto diría mucho más que lo que viene resumido en la pregunta… aunque en la mayoría de los casos que yo he escuchado, la situación ha sido de acoso”, aduce Araujo. Para la decana, tampoco tendría demasiada justificación el hecho de que un ‘fisio’ hombre invitara a cenar a la mujer a la que está tratando en la consulta: “Particularmente, creo que un profesional serio evitaría estas situaciones dentro de la consulta”.
Aunque Araujo cree que “es posible” que se hayan producido casos de acoso de una mujer paciente a una mujer fisioterapeuta, por ahora no tiene constancia de que se hayan vivido situaciones de esta naturaleza.