Redacción Farmacosalud.com
Un grupo de investigadores del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD, en Madrid) ha señalado a la enzima fosfatasa alcalina como una de las causas de la formación de calcificaciones vasculares en los pacientes de diálisis, hallazgo que allana el camino a la hora de buscar inhibidores que neutralicen la actividad de dicha enzima. De hecho, ya se ha realizado una aproximación terapéutica en este sentido, pero por ahora sólo es eso, una aproximación. Habrá que dar tiempo al tiempo.
En España, más de 3 millones de personas padecen de una enfermedad renal crónica, sin que muchas de ellas lo sepan. Así, alrededor de 43.000 pacientes se someten en nuestro país a diálisis para eliminar las toxinas que la falta de función renal les impide expulsar. Y este número se incrementa en una media de 6.400 personas cada año. No obstante, por fortuna los pacientes renales que se encuentran en tratamiento de diálisis tienen la posibilidad de mejorar su calidad de vida. Uno de los últimos avances en este sentido ha sido protagonizado por el grupo de investigadores del IIS-FJD, quienes han encontrado una posible alternativa terapéutica para prevenir las calcificaciones vasculares típicamente asociadas al enfermo en diálisis. En concreto, los resultados de este estudio, que se han publicado en ‘Scientific Reports’, de ‘Nature’, señalan a la fosfatasa alcalina como posible diana terapéutica para combatir los acúmulos vasculares.
Con la diálisis, en 4 horas se eliminan artificialmente las toxinas generadas por las células
Para llevar a cabo las funciones que las células desempeñan en el organismo, éstas necesitan alimentarse, por lo que, consecuentemente, también producen y liberan a la sangre sus desechos, los cuales son filtrados y eliminados a través de la orina gracias al riñón. Pero cuando el riñón deja de funcionar, las toxinas no pueden ser eliminadas, lo que genera un ‘envenenamiento’ del organismo que, a su vez, da lugar a un envejecimiento acelerado. Para un enfermo cuya función renal es inexistente, las únicas alternativas que le quedan son el trasplante renal o la diálisis, apunta Daniel Azpiazu, primer autor del estudio.
Durante el proceso de diálisis, se eliminan artificialmente en apenas cuatro horas de sesión las toxinas generadas por nuestras células, depurándose así los desechos que se han acumulado durante dos días (intervalo al cual se someten a diálisis los pacientes). Sin embargo, en condiciones normales, nuestros riñones los eliminan constantemente a lo largo del día, explica el doctor Emilio González-Parra, coautor del trabajo. "El acúmulo de estas toxinas durante largos periodos de tiempo produce alteraciones en el resto de funciones vitales, siendo una de las principales consecuencias la presencia de calcificaciones vasculares, cuyo estudio es motivo de investigación en nuestro grupo desde hace años", remarca el doctor Ricardo Villa Bellosta, líder de los investigadores del IIS-FJD.
La ausencia de tratamientos eficaces a la hora de mejorar la calidad de vida de quienes se someten a diálisis se debe al limitado conocimiento que se tiene actualmente de los mecanismos responsables, en estos pacientes, de la aceleración del envejecimiento en general, y de la presencia de calcificaciones vasculares en particular. “En el enfermo en diálisis aumenta el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, enfermedad que está asociada a la calcificación vascular. En los vasos sanguíneos del paciente en hemodiálisis coexisten calcificaciones en la íntima vascular (asociadas a la placa de ateroma) y calcificaciones de la túnica media del vaso. Las calcificaciones se encuentran frecuentemente en las arterias coronarias, las arterias carótidas y el eje aórtico-iliaco. Las calcificaciones mediales inducen a medio-largo plazo falta de capacidad de contraer y dilatar el vaso. Esto desemboca en alteraciones de la presión sanguínea y problemas cardiacos”, precisa Villa Bellosta.
“Por su parte, la calcificación de las placas de ateroma, si éstas se desprenden, produce infartos cerebrales o coronarios. Es importante recalcar que la enfermedad cardiovascular y cerebrovascular son la primera y segunda causa de mortalidad a nivel mundial… y en un alto porcentaje, las calcificaciones vasculares están detrás”, advierte el doctor en declaraciones a www.farmacosalud.com.
La eliminación de toxinas da ‘aire’ a la acción de la fosfatasa alcalina
En el escenario de la diálisis, ahora se ha podido demostrar la existencia de un aumento de la fosfatasa alcalina, la principal enzima relacionada con la calcificación vascular. "Al eliminar ciertas toxinas durante la sesión de diálisis -sostiene Villa Bellosta-, la fosfatasa alcalina trabaja más eficazmente debido a la pérdida de las toxinas que bloquean su función". El aumento en la función de la fosfatasa alcalina está estrechamente relacionado con la presencia de calcificaciones vasculares, dado que dicha enzima destruye los principales inhibidores de la calcificación vascular.
A juicio del investigador, la única manera de frenar la acción de la fosfatasa alcalina es encontrarle un inhibidor que la bloquee: “El proceso de diálisis pretende eliminar las toxinas que la falta de función renal impide eliminar. Algunas de estas toxinas inhiben la fosfatasa alcalina, por lo que su eliminación activa dicha enzima. No es posible mejorar la diálisis, dado que hay que eliminar las toxinas. La solución, por tanto, es añadir inhibidores de la enzima”.
Para el equipo de Villa Bellosta, el descubrimiento efectuado abre una nueva puerta a la hora de mejorar la calidad de vida en los pacientes sometidos a diálisis.
Referencia del artículo:
Azpiazu D, González-Parra E, Villa-Bellosta R. “Hydrolysis of extracellular pyrophosphate increases in post-hemodialysis plasma”. Scientific Report. 2018. (Epub 23-July-2018)