Redacción Farmacosalud.com
“A pesar de las iniciativas gubernamentales, a día de hoy la Administración no tiene un control real del consumo de antimicrobianos veterinarios en su territorio. Se sabe cuánto se vende, pero no cuánto se aplica exactamente a los animales”, asevera Josep A. Gómez, presidente del Consejo de Colegios Veterinarios de Catalunya y del Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona. Ese desconocimiento sobre la terapéutica aplicada, en alianza con lo que Gómez califica de “tratamientos masivos” (poco selectivos), estaría abonando el terreno para la aparición y mantenimiento de resistencias a los antibióticos -también llamados antimicrobianos- por mal uso de tales medicamentos, un problema que incide tanto en la salud animal como en la humana.
Según publica el Colegio de Veterinarios de Alicante, un informe que recogía los datos de venta de antimicrobianos de uso veterinario en Europa durante el año 2014 situaba a España a la cabeza del consumo de este tipo de fármacos. De acuerdo con Gómez, que España sea el país de la Unión Europea en el que más antibióticos veterinarios se venden obedece al hecho de que se tiende a aplicar terapias poco selectivas: “Los animales aquí enferman igual que en cualquier otro sitio. Lo que pasa es que los tratamientos masivos todavía son frecuentes. Aunque cada vez menos, todavía hay granjas donde se aplican tratamientos generales, y sin hacer un diagnóstico veterinario previo. Lo correcto es hacer un análisis de laboratorio para identificar la bacteria con exactitud y poder prescribir un antibiótico preciso. Después hay que intentar siempre realizar un tratamiento individual o en pequeños grupos en corrales separados”.
Por ahora la receta electrónica veterinaria no es obligatoria
“El tratamiento de las enfermedades bacterianas de los animales también es una prevención de la infección en las personas. Nuestra preocupación como veterinarios, en el ámbito del uso responsable de antibióticos, es el bienestar de los animales, pero también cuidar de la salud humana”, asegura.
Para conseguir antibióticos destinados a animales de granja siempre es necesaria una receta veterinaria. Ahora bien, Gómez insiste en la existencia de deficiencias de supervisión: “A pesar de las iniciativas de la Administración, no hay un control exhaustivo del consumo de antimicrobianos veterinarios. Se sabe mejor lo que se vende, que lo que se aplica a los animales”. Según el presidente del Consejo de Colegios Veterinarios de Catalunya, por ahora “esta situación se está abordando mediante la informatización de los procesos de expedición de medicamentos y la implantación de la receta electrónica, junto a otros sistemas informáticos de control de tratamientos”.
La receta también es necesaria si se quieren adquirir medicamentos veterinarios para las mascotas, o sea, los ejemplares domésticos. “Los animales, al igual que las personas, padecen enfermedades y requieren una atención veterinaria adecuada -aduce el experto-. Y, al igual que con todos los medicamentos, hay que promover un uso responsable de antibióticos para tratar enfermedades bacterianas en todos los animales, tanto de compañía como de producción”. De momento, no es obligatorio que “la receta veterinaria se haga de manera electrónica”, pero, si al final fuera preceptivo presentarla de esta manera, “ayudaría a obtener datos más precisos” sobre la medicación dispensada, destaca.
“Seguro que hay quien se atreve a administrar medicamentos sin consultar al veterinario”
Josep A. Gómez quiere pensar que los propietarios españoles, tanto de ejemplares de granja como domésticos, no automedican con antibióticos a sus animales. No obstante, según agrega, “seguro que hay quien se atreve a administrar medicamentos sin consultar o tener en cuenta al veterinario”. De acuerdo con la legislación europea actual, y abundando en lo anteriormente comentado, los antibióticos que necesitan los animales sólo pueden ser prescritos por un veterinario. Este profesional no recetará un antibiótico si no es necesario, pero si finalmente se hace imprescindible llevar a cabo una prescripción antibiótica, es “muy importante” que “se sigan exactamente las indicaciones del veterinario”, lo que “supone una administración de dosis correctas de antibióticos al animal durante toda la duración del tratamiento”, subraya el experto.
Actualmente, en España existe un problema de resistencias a los antibióticos veterinarios, igual que ocurre en “toda Europa”, afirma Gómez. Por eso, en línea con la política de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Unión Europea creó el proyecto de vigilancia ESVAC (European Surveillance of Veterinary Antimicrobial Consumption) con la finalidad de recoger los datos de la venta de antibióticos veterinarios, información que es esencial para la identificación de posibles factores de riesgo que podrían conducir al desarrollo y propagación de la resistencia a los antimicrobianos en animales. Hoy en día también se está trabajando para controlar la administración de los antibióticos.
Más del 60% de las patologías que afectan a los humanos provienen de los animales
Esa clase de resistencias afectan a los humanos y también a todos los animales, ya sean de granja o de compañía (perros, gatos, etc). “Las bacterias multirresistentes suponen un grave riesgo para la salud porque pueden ocasionar que una enfermedad común y considerada poco peligrosa se convierta en un mal muy difícil de combatir -o incluso resulte imposible- con los medicamentos tradicionales y desencadene la muerte”, advierte el especialista. Es más, Gómez hace hincapié en el hecho de que “más del 60% de las enfermedades que afectan a los humanos provienen de los animales. Los animales de compañía también pueden enfermar, sin importar lo bien que los cuidemos y, por tanto, podrían necesitar tratamiento con antibióticos”.
“Es importante que los antibióticos estén disponibles para que los veterinarios podamos tratar a nuestros animales de compañía cuando enfermen. También es importante que las políticas sobre el uso de antibióticos para los animales se basen en la evidencia científica y no comprometan la salud y bienestar de los mismos. Por eso, un tema tan complejo requiere un enfoque de ‘una salud’ que involucre a los diferentes sectores, dado que los sistemas de salud humana, animal y medioambiental están todos interconectados. Estamos ante una clara necesidad de una cooperación mundial para promover el uso responsable de antibióticos a nivel global. Este fue un tema central en el último Congreso Mundial de Veterinaria (WVAC 2018), celebrado en Barcelona la primera semana del pasado mes de mayo”, argumenta Gómez.
Transferencia de bacterias de animales a personas mediante contacto y dispersión
Las resistencias a antibióticos en animales pueden acabar perjudicando a la salud humana porque los patógenos procedentes de los ejemplares zoológicos tienen más facilidades para atacar a las personas. En otras palabras: la relación entre el uso de antibióticos en animales y el desarrollo de infecciones resistentes en humanos se basa en la potencial transferencia de las bacterias de animales a personas a través del contacto directo o bien la dispersión en el medio ambiente, como puede ser a través del aire o el agua. Según el experto, “evitar esta transmisión pasa por la reducción del uso de antibióticos, pero, también, por un mayor control en la medicación, y el tratamiento de las enfermedades mediante técnicas de aislamiento y de trato personalizado para cada caso y situación veterinaria planteada”.
Otro problema añadido es la similitud de muchos antimicrobianos para uso veterinario y para uso médico. Todo contratiempo, pues, que reste eficacia a esos fármacos acaba perjudicando tanto a los animales como a las personas. Y es que, a menudo, a humanos y animales les afectan patógenos similares, de manera que ambos grupos son tratados con antibióticos parecidos. De ahí que haya que recordar que el uso generalizado y el mal uso de tales medicamentos puede acelerar la aparición de resistencias. Las cefalosporinas de tercera y cuarta generación, las fluoroquinolonas y la colistina son antibióticos que se emplean tanto en granjas como en hospitales. “Estos fármacos deben usarse con la mayor prudencia posible y sólo como último recurso después de las pruebas de diagnóstico”, reclama.
Así pues, el fenómeno de las resistencias a antibióticos en humanos puede acarrear, a su vez, consecuencias para los animales, tanto de granja como mascotas domésticas. En cuanto a las bacterias y enfermedades de las que se estaría hablando, Gómez señala que “no existe en general una especificidad por especies… los mismos microorganismos pueden afectar tanto a personas como a animales; por tanto, no hay respuestas concretas”. La única manera de evitar que las bacterias se hagan resistentes a antibióticos en humanos es controlando y reduciendo el uso de esos fármacos, “utilizándolos únicamente en aquellos casos en que sean realmente necesarios, calculando bien las dosis y la duración del tratamiento”, reitera el experto.