Redacción Farmacosalud.com
‘La cara es el espejo del alma’, dice la frase proverbial… bueno, y también puede ser el espejo del dolor. El Hospital Universitario Araba (HUA), en Vitoria, en colaboración con el Hospital Psiquiátrico de Álava, ha creado un método pionero que consiste en medir la intensidad del dolor que sufre un paciente en un momento determinado a través de sus gestos faciales. El objetivo del test es mejorar la certeza del diagnóstico con el fin de afinar en el tratamiento dispensado. La prueba es aplicable en todo tipo de trastorno doloroso de carácter físico (dolor oncológico, dolor muscular, etc), puesto que “no importa el tipo de dolor que se esté valorando o su origen, lo que importa es su intensidad, que es el parámetro que se mide”, aduce el doctor Enrique Bárez, jefe de la Unidad del Dolor del HUA y coordinador de este estudio sobre intensidad del dolor y gestos faciales.
Según Bárez, la novedosa prueba puede funcionar también en personas muy tímidas e introvertidas, a las que le cuesta mostrar sus sentimientos, dado que ante el dolor reaccionarán, desde un punto de vista facial, igual que una persona muy expresiva o abierta: “La valoración no va a depender del grado de extroversión del ciudadano. La herramienta PainMed diferencia unos casos y otros y da una valoración numérica objetiva”.
“Las reacciones vegetativas, las involuntarias, son casi imposibles de manipular”
Ahora bien… ¿y si en algún estrato cultural o grupo étnico mostrar que se padece dolor está mal visto -o provoca una incomodidad exagerada- por ser sinónimo de debilidad, decadencia, etc? ¿Ese paciente distorsionaría, ni que fuera involuntariamente, los resultados del test, por ejemplo intentando esconder su sufrimiento? Para el doctor Bárez, el factor cultural o étnico, igual que la edad del paciente o su estatus socio-económico, por citar otras circunstancias, no son elementos determinantes a la hora de dar validez diagnóstica a la prueba, es decir, no adulteran los resultados: “Hace años que se conoce que existen algunas expresiones faciales que son universales y prototípicas. No se ven afectadas por las características puntuales ambientales, emocionales, económicas o culturales porque son reacciones involuntarias. Lo que podemos controlar es la ‘teatralidad’ de la reacción ante el dolor (retirarnos del estímulo con mayor a menor velocidad, verbalizar el dolor o mantenernos en silencio…) Pero las reacciones vegetativas, las involuntarias, son casi imposibles de manipular”.
El innovador método, que ha sido presentado en el Congreso Nacional de la Sociedad Española del Dolor (SED), celebrado hace unos días, consiste en grabar imágenes de vídeo de una persona cuando no tiene dolor y después cuando se le produce un estímulo doloroso, y recoger las reacciones de los músculos de la cara. A todos los pacientes y voluntarios sanos que han participado en el estudio se les ha pedido su consentimiento y su colaboración para poder ser grabados. “Además -prosigue el experto en declaraciones a www.farmacosalud.com-, han otorgado un valor numérico subjetivo sobre la intensidad del dolor percibido. Obviamente, esto puede afectar tanto a la gesticulación facial (pero muy difícil, al ser una reacción universal) como a la valoración subjetiva personal. Por ello, el estudio comprende un número de pacientes suficiente que minimice este posible sesgo”.
Uno de los pilares del nuevo método, la codificación FACS
Mediante un intenso trabajo informático se ha conseguido un algoritmo que, en las pruebas realizadas hasta ahora, permite que el sistema coincida en más de un 80% con la estimación subjetiva del paciente de su nivel de dolor. A través de una cámara webcam se captan imágenes de la persona y, a partir de aquí, todo se basa en la codificación FACS (Facial Action Coding System), que presenta todas las expresiones faciales en términos de 44 ‘Unidades de Acción’. En el ámbito del dolor y en adultos, dichas expresiones se manifiestan en 4 acciones:
• frente arrugada
• órbita parcialmente ocluida
• parte superior del labio elevada / nariz arrugada
• ojos parcialmente cerrados
La tecnología aplicada comprende algoritmos de reconocimientos faciales, que se agrupan en autocaras y grafos, a los que se le aplican redes neuronales y análisis de los neocognitrones de retina. Se crean, además, modelos de caras en 3D y verificadores tridimensionales unidos a las ontologías neurológicas, manifestándose todas ellas en Matrices Transformacionales, al estilo del FaceSen, que es una Spin OFF del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
El concepto de ‘quinta constante’, asociado a la medición del dolor
El objetivo de la prueba es acertar en el diagnóstico del nivel del dolor de un paciente para no sobretratarlo ni inframedicarlo, informa la SED mediante un comunicado. “Los resultados publicados corresponden a los de la primera fase de un estudio que ahora queremos continuar con la aplicación en pacientes con dolor agudo o crónico en nuestro hospital. Pero esta es una segunda fase todavía en proyecto”, señala el médico del HUA.
Con respecto a la posibilidad de que el estudio del dolor mediante gestos faciales llegue a convertirse en una prueba determinante por sí sola, o bien se aplique como un test complementario de cualquier otra prueba analítica del dolor que sirva de guía para prescribir dosis de algún fármaco, calmante, etc, el doctor Bárez apunta que “la medición del dolor se conoce como la de la ‘quinta constante’. Se trata de lograr que, objetivamente, la valoración de Painmed se añada como una constante más a las que rutinariamente se monitorizan en los pacientes (tensión arterial no invasiva, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria y temperatura)”.