Redacción Farmacosalud.com
La Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), en colaboración con el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM) y el Grupo Cofares, han aprovechado la celebración de la jornada “El valor del cuidador en el sistema sanitario” para presentar la ‘Campaña de Apoyo al Cuidador’, cuyo objetivo es el de reconocer y poner en valor esta figura no siempre reconocida en nuestra sociedad. “La campaña de información que hemos promovido junto a Fenin nos permite situar al cuidador en el centro de la escena y reconocer su actividad como merece”, afirma Luis González Díez, farmacéutico y presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM).
Pero la dura labor de acompañamiento de personas dependientes puede conllevar caer enfermo debido a trastornos del sueño, cansancio, ansiedad, depresión o sentimientos de culpa… La farmacia, por su cercanía al usuario, es una especie de atalaya que permite detectar con claridad si el acompañante presenta los primeros síntomas de estar ‘quemado’ (Síndrome del Cuidador), tal y como viene a decir González Díez: “No hay que perder de vista nunca la salud del cuidador, su estado de ánimo. Los farmacéuticos podemos detectar algunos factores de riesgo, como el grado de ansiedad o de vulnerabilidad que presenta, atendiendo a la disminución de la actividad propia del cuidador”.
Todo ello no debe hacer olvidar que en España existen 1,8 millones de personas mayores que viven solas, por lo que se impone buscar alguna solución de seguimiento que permita atenderlas adecuadamente. A este respecto, el presidente del COFM comenta que “en la Comunidad de Madrid se está tramitando una nueva ley de farmacia que incorpora la atención farmacéutica a pacientes domiciliarios en situación de vulnerabilidad sanitaria y mayores dependientes en seguimiento farmacoterapéutico. ¿Por qué? Pues porque muchas personas nos piden esta atención y queremos legalizarla. Estamos hablando, por ejemplo, de la atención de personas dependientes que, en muchos casos, no están diagnosticadas de Alzheimer, cuando sí están afectadas”.
-¿Por qué las personas que cuidan de otras son una especie de ‘grandes olvidados’ del ámbito sanitario? Y es que, a menudo, cuando se habla de salud se piensa únicamente en el binomio paciente-profesional sanitario, y no aparece la figura del cuidador...
En efecto, la campaña de información que hemos promovido junto a Fenin nos permite situar al cuidador en el centro de la escena y reconocer su actividad como merece. También nos permite enfocar, desde distintos puntos de vista profesionales, qué necesidades sanitarias, sociales, económicas o institucionales tienen nuestros cuidadores y cómo podemos trabajar juntos, profesionales, administraciones, pacientes y familias, para planificar y mejorar la atención de nuestra población mayor y dependiente. Creo que todos tenemos experiencias personales muy cercanas para valorar en su justa dimensión la atención del cuidador informal dentro del sistema sanitario y qué representa su dedicación y entrega para el conjunto de la sociedad.
-El entorno familiar, y en especial las mujeres, siguen siendo el pilar principal del cuidado de personas dependientes en España en un 83% de los casos. ¿De todos modos, con la progresiva incorporación de la mujer al trabajo, empieza a notarse un cambio en esa tipología de casos? ¿Desde la farmacia comunitaria se ve cómo los hombres van incorporándose paulatinamente a las tareas de acompañamiento de sujetos dependientes?
Es verdad que los roles sociales están cambiando poco a poco y que hay una mayor implicación de los hombres en este tipo de cuidados, sobre todo cuando llegan a la jubilación y disponen de más tiempo, pero la realidad es la que es y los farmacéuticos conocemos muy bien el día a día del cuidador. El perfil del cuidador principal se corresponde mayoritariamente con una mujer, que dedica muchas horas del día al cuidado de la persona dependiente que, normalmente, coincide con un paciente polimedicado. No es sólo una percepción fruto de la experiencia, sino que los propios datos del Imserso confirman que el 83% de los cuidadores son mujeres, normalmente del entorno familiar, como hijas, esposas o nueras.
-La dura labor del cuidador/a puede conllevar caer enfermo/a debido a trastornos del sueño, cansancio, ansiedad, depresión o sentimientos de culpa. ¿Cómo nota el farmacéutico -por su cercanía al usuario, en este caso el cuidador/a- los primeros síntomas de estar ‘quemado’ como acompañante de un paciente? ¿Qué debe hacer el farmacéutico para ayudar a esa persona cuya salud está sufriendo los efectos de sus obligaciones?
Los farmacéuticos debemos aportar información y apoyo profesional. Creo que hay que estar al tanto de sus problemas, vigilar de algún modo que su trabajo no se convierta en una carga excesiva que comprometa su salud. Es, desde luego, muy importante detectar a tiempo que el cuidador no se convierta en un paciente oculto, evitar el Síndrome del Cuidador, porque lo primero es su salud y cuidarse a sí mismo para poder cuidar de los demás, como muy bien se recuerda en el tríptico informativo que hemos puesto a disposición de los ciudadanos en la farmacia y en el que debemos incidir.
Hay que tener en cuenta que el cuidado de un familiar enfermo dependiente supone un estrés emocional y físico muy importante para el cuidador. Por ello, lo más importante al otro lado del mostrador es saber escuchar, entender bien sus necesidades, porque el cuidador principal es el informador clave; es, además, quien organiza, supervisa o proporciona los cuidados básicos, quien busca las soluciones. No hay que perder de vista nunca la salud del cuidador, su estado de ánimo. Los farmacéuticos podemos detectar algunos factores de riesgo, como el grado de ansiedad o de vulnerabilidad que presenta, atendiendo a la disminución de la actividad propia del cuidador… o atendiendo a su inseguridad, que puede ser fruto de la falta de apoyos o del miedo a enfrentarse a una situación que le supera.
-Fenin considera al farmacéutico el aliado perfecto para cumplir con los objetivos marcados en esta campaña, ya que la oficina de farmacia es el establecimiento más próximo al ciudadano, mientras que el farmacéutico aporta información y apoyo profesional y contribuye a mejorar las condiciones en las que el acompañante desarrolla sus actividades y tareas diarias. ¿Temen que un cuidador quemado pueda decir a un farmacéutico algo parecido a ‘métete en tus asuntos’ cuando se le trate de ayudar? ¿Cómo debe gestionar esa posible situación un profesional de la farmacia?
Creo que todos los profesionales sanitarios tenemos, de algún modo, ese temor de llegar a invadir la esfera personal; por eso es clave desarrollar estrategias de comunicación que sean eficaces a la hora de detectar este tipo de problemas sin que la persona se sienta molesta. La confianza es, desde luego, un activo muy importante que hay que saber trabajar y que, por supuesto, no se gana de la noche a la mañana. Pero, ante todo, hay que mantener siempre una actitud profesional, y tener claro el rol de farmacéutico como agente de salud especializado en el buen uso de los medicamentos para mejorar la salud y la calidad de vida de la población, siempre desde la colaboración con el resto de profesionales sanitarios para garantizar la continuidad asistencial.
-¿Aparte de la labor de dispensación de fármacos y otros productos sanitarios, el farmacéutico es también una especie de ‘psicólogo del cuidador’ (algo así como los camareros en el caso de los clientes habituales a los que atienden a diario)?
No creo que debamos jugar a ser psicólogos de nadie, para eso hay profesionales debidamente preparados para ello. Pero sí es cierto que conocemos a nuestros pacientes, a los clientes que visitan a diario la farmacia y con quienes podemos tener una relación de más o menos confianza. Lo que debemos es ser conscientes de que tratamos con personas. Acciones como sonreír, escuchar, mostrar sensibilidad o comprensión son esenciales para ofrecer una asistencia personalizada al paciente vulnerable y delicado por su enfermedad. Pero también son actos inherentes al compromiso y responsabilidad que tiene todo profesional de la salud.
-A menudo el cuidador es la única posibilidad de llegar al paciente (si la persona enferma no puede salir de casa o hacerlo poco por la razón que sea). ¿En su opinión, y en líneas generales, cómo cree que -en España- los cuidadores atienden a sus allegados que necesitan de su dedicación?
Creo que con la máxima implicación. Quizás ese compromiso profundo y solidario por el cuidado de nuestras personas mayores o por todas aquellas personas que necesitan ayuda para realizar alguna o algunas de las actividades de la vida diaria sea una de las señas de identidad de nuestra propia sociedad, tanto para bien como para mal, porque sabemos que se trata de un trabajo muy duro que, muchas veces, nos supera y que puede comprometer la salud física y mental de los cuidadores.
-En España existen 1,8 millones de personas mayores que viven solas. ¿En el caso de que ese anciano esté enfermo y nadie le cuide, el farmacéutico se convierte en una especie de cuidador ‘a distancia’? ¿O sea, el profesional de la farmacia adquiere, casi sin darse cuenta, un papel de profesional que se siente, en cierto modo, responsable de la salud de la persona de edad avanzada que vive sola?
Es una realidad social, en efecto, para la que no tenemos respuestas todavía. No es algo que competa al farmacéutico, sino a la sociedad en su conjunto y, de forma particular, a nuestro sistema de salud, que debe evolucionar para crear ese espacio sociosanitario que resulta tan necesario para una sociedad envejecida como la española.
En la Comunidad de Madrid se está tramitando una nueva ley de farmacia que incorpora la atención farmacéutica a pacientes domiciliarios en situación de vulnerabilidad sanitaria y mayores dependientes en seguimiento farmacoterapéutico. ¿Por qué? Pues porque muchas personas nos piden esta atención y queremos legalizarla. Estamos hablando, por ejemplo, de la atención de personas dependientes que, en muchos casos, no están diagnosticadas de Alzheimer, cuando sí están afectadas. El Colegio trabaja en una propuesta de desarrollo de la atención farmacéutica domiciliaria con el fin de presentarla en el plazo de dos meses a la aprobación de la ley. Entre otros contenidos, deberá fijar cómo se establece la relación con el médico o qué parámetros debe tener en cuenta el farmacéutico, porque no se trata sólo de subirle el medicamento, sino de ir más allá y completar acciones que estén relacionadas con el médico.
-Ante ese perfil de anciano que vive solo y, en numerosos casos, está enfermo: ¿qué papel debe adoptar un farmacéutico? ¿Mantenerse a una distancia prudencial para no invadir su intimidad, estar en contacto con servicios sociales por si fuera necesario recurrir a ellos, tener contactos con sus vecinos para estar informado de posibles empeoramientos de su salud…?
No es una responsabilidad exclusiva del farmacéutico, sino que se trata de un reto para el conjunto de la sociedad y del Sistema Nacional de Salud. El farmacéutico puede aportar ayuda siempre desde sus competencias, pero es evidente que se necesita una respuesta integral que implique a las Administraciones y que promueva el trabajo colaborativo de todos los profesionales sanitarios y sociales, con el fin de atender de forma correcta a este tipo de paciente.