Redacción Farmacosalud.com
El mejor amigo del hombre, el mejor protector de los epilépticos… puede que parezca un argumento de película de sobremesa para todos los públicos, pero de película no tiene absolutamente nada. Todo lo contrario, pura realidad. Ya lo dijo aquel: la realidad supera a la ficción. Tanto es así, que ocho perros adiestrados ayudan a detectar crisis epilépticas antes de que se produzcan, según se ha puesto de manifiesto durante el IV Congreso de la Sociedad Española de Epilepsia (SEEP), celebrado en Madrid recientemente. Cualquiera podría pensar que las mascotas pueden notar la inminente llegada de las crisis segundos antes de que se produzcan, o como mucho pocos minutos antes. Pero no, pueden percibirlas hasta con 30 minutos de antelación, según asegura a www.farmacosalud.com Carmen Carretón, profesora del Departamento de Comunicación y Psicología Social de la Universidad de Alicante y presidenta de la Asociación de Epilepsia de esta provincia: “Hay una alerta previa de entre 10 y 30 minutos, más o menos… algunos perros lo hacen con 10 minutos de antelación, otros con 15, y a veces la alerta llega hasta 30 minutos antes”.
Los ocho perros adiestrados forman parte de un proyecto que ha echado a andar por iniciativa de la Universidad de Alicante, en el que participan diferentes departamentos: bioquímica y biología molecular, comunicación y psicología social, psicología de la salud y enfermería comunitaria, medicina preventiva y salud pública e historia de la ciencia. Asimismo, el proyecto cuenta con la colaboración de neurólogos y neurofisiólogos del Hospital IMED de Benidorm, teniendo además el apoyo de la Asociación de Epilepsia de Alicante, la Asociación Epilepsia España, ACEA Adiestradores -que ha sido la encargada del adiestramiento de los perros- y Teranimalia, empresa dedicada al desarrollo de terapias innovadoras con animales.
¿Los canes detectores se guían por algún tipo de olor?
Los responsables del programa trabajan para tratar de averiguar qué mecanismo es el que alerta a los perros sobre la inminente manifestación de los episodios epilépticos. Existen estudios científicos internacionales que hablan del olor, pero todavía falta mucho por descubrir, por lo que “el objetivo es precisamente averiguar qué molécula o moléculas o combinación de éstas son las que puede detectar el perro. Esta fase es quizás la más compleja por la cantidad de moléculas que se pueden alterar en una crisis de epilepsia”, sostiene la profesora Carretón.
La idea de poner en práctica el proyecto nació cuando Carretón presenció en persona como una mascota canina, en proceso de adiestramiento, alertaba de tres crisis epilépticas en un niño con síndrome de West. Tras este suceso, la profesora puso en marcha una investigación en la que revisó hasta 200 artículos relacionados, muchos de ellos internacionales con gran impacto en países como Canadá y Estados Unidos. “Una vez revisada toda la literatura científica presenté el proyecto a la Universidad y se creó este equipo multidisciplinar para avanzar en su desarrollo”, comenta la profesora a través de un comunicado del Congreso SEEP.
El carácter de cada perro determina el tipo o la forma de adiestramiento
La efectividad de los perros a la hora de predecir la aparición de una crisis epiléptica ronda el 80%. Si los episodios comienzan a concatenarse uno tras otro, el animal tiende a colocarse junto al paciente y permanece a su lado hasta que éstos terminan. “Digamos que primero avisa y, si las crisis empiezan a ser muy seguidas (hay casos en que son muy recurrentes y muy seguidas), el perro que ya ha avisado un rato antes se coloca al lado del paciente, como si se guiara por un instinto de protección”, describe Carretón.
Tras ser adiestrados por profesionales cualificados, los canes reciben la certificación de ‘perro de alerta médica de epilepsia’. “El proceso de adiestramiento, que dura aproximadamente un año, es individual para cada una de las familias. Durante este tiempo, cada perro va desarrollando un método diferente de detección: unos mordisquean o lamen al paciente y otros presentan comportamientos de desobediencia e irritabilidad, por lo que es importante conocer el comportamiento del perro y realizar un seguimiento, atendiendo al testimonio del familiar que explica la evolución de la conducta del animal. Lógicamente -prosigue la experta-, el carácter de cada perro va a determinar el tipo o la forma de adiestramiento que se va a seguir. Hay ejemplares que son mucho más avispados, más juguetones… eso va a determinar mucho cómo enseñarlos para que detecten las crisis. Es muy importante que la familia participe de manera activa en el proceso, puesto que son ellos los que mejor conocen a su mascota y además son ellos los que van a empezar a identificar conductas diferentes con las que poder discriminar qué comportamientos son de alerta y cuáles son normales en el perro”.
La raza no es determinante a la hora de mostrar capacidades detectoras
En el proyecto participan dos Golden Retriever, un Border Collie y el resto son canes mestizos. “No hay ninguna evidencia de que la raza sea condición alguna para detectar las crisis epilépticas” comenta. En la capacidad detectora de estos animales tampoco influye ni la edad del paciente ni el tipo de epilepsia. Con todo, lo que sí se ha observado es que el proceso de adiestramiento es más rápido cuando los perros trabajan con personas que padecen un mayor número de crisis, resultando más lento cuando lo hacen con sujetos que sufren los episodios de una manera mucho más espaciada en el tiempo. La razón de todo ello es que los perros necesitan entrenarse para poder detectar las crisis, por lo que si hay más oportunidad de entreno -hay más crisis-, el adiestramiento está más trabajado y por tanto los resultados llegan más rápidamente.
La labor de alerta canina está consiguiendo reducir aquellos síntomas que pueden describir un posible cuadro de ansiedad, estrés o depresión, no sólo en el afectado, sino también en su entorno más cercano. En palabras de la profesora Carretón, “la imprevisibilidad de las crisis de epilepsia y sus consecuencias repercuten de forma importante en el entorno familiar, por lo que la detección precoz de las crisis repercute significativamente en la calidad de vida de estos pacientes y sus familiares”.
Acostumbrarse a que los perros acompañen a determinados pacientes en los hospitales
La tercera fase del programa ya se está desarrollando y se encamina hacia la hospitalización del paciente, acompañado de un animal certificado como ‘perro de alerta médica’, durante 24 horas en una sala de monitorización de Vídeo-EEG (Video electroencefalograma), en la que es posible no sólo aplicar el método que va a seguir el proyecto, sino demostrar como el perro detecta la crisis antes de que ésta comience. La profesora explica que la Ley ampara este tipo de acompañamientos en centros hospitalarios: “La certificación oficial como perro de alerta médica está recogido en la Ley, en concreto en el artículo 3, clasificación de perros de asistencia, y en su apartado D, donde se habla de perros de alerta médica, que son ejemplares adiestrados para avisar de una emergencia en personas que tienen una discapacidad y crisis recurrentes con desconexión sensorial derivada de una enfermedad específica”.
“Según la legislación vigente, esos animales pueden acompañar a esas personas en cualquier espacio. De los 8 perros del proyecto, dos están certificados. Con respecto a los otros 6, estamos esperando ya la resolución del organismo competente. En cuanto recibamos la certificación, procederemos a la fase III del proyecto de investigación en el Hospital de Benidorm, que es el centro con el que hemos firmado el convenio para desarrollar dicha fase”, indica.
“Es verdad que, en general, en España este tipo de acompañamientos suelen ser chocantes, pero también es cierto que en los últimos dos años aproximadamente, estamos siendo partícipes de un montón de proyectos de perros de terapia y de perros de asistencia dentro de hospitales punteros, precisamente dando apoyo a personas con diferentes enfermedades. Los beneficios terapéuticos conseguidos son tremendos. Creo que estamos en un momento importante en ese sentido, de tal manera que España debería contemplar este tipo de acompañamiento como una terapia complementaria a cualquier tratamiento. De verdad que merece la pena trabajar en ello y que la gente empiece a concienciarse. Son perros que están adiestrados y que, por tanto, pueden generar un mínimo incordio o problema en un hospital”, añade.
De acuerdo con la especialista del Departamento de Comunicación y Psicología Social de la Universidad de Alicante, “nuestro objetivo, además de demostrar la eficacia de estos animales y el beneficio que reportan a las familias con epilepsia, es conseguir financiación que contribuya a dar continuidad al proyecto y hacerlo extensible a otras empresas de adiestramiento en otras localidades españolas, con el fin de llegar al mayor número de pacientes posible”. De manera que “el apoyo y difusión por parte de las asociaciones de pacientes, así como el respaldo de todos aquellos actores sociales, Administración y empresas en torno a esta enfermedad, contribuye a que podamos mejorar la calidad de vida de estas familias”, concluye.