Redacción Farmacosalud.com
Alguien dijo una vez que ‘todo vuelve’. En este caso, se ha recuperado un remedio antiguo para curar las heridas crónicas. Fernando Martínez, enfermero y miembro del comité director del Grupo Nacional para el Estudio y el Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP), ha asegurado a www.farmacosalud.com que la larva de la mosca ‘lucilla sericata’ (conocida también como ‘lucilia sericata’) “es la única larva de mosca capaz de segregar enzimas que destruyen el tejido muerto de las heridas respetando el tejido sano, al tiempo que constituyen un potente antimicrobiano”.
Martínez ha estado presente en el X Simposio Nacional sobre Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP), celebrado junto a la 24th Conference of the European Wound Management Association (EWMA) en Madrid. Una de las conferencias más seguidas ha sido la de Christina Lindholm, enfermera y doctora en Medicina, catedrática de la Universidad de Sophiahemmet y especialista en heridas del Hospital Universitario de Karolinska y del Hospital Geriátrico de Dalen. Además, es autora de un trabajo de investigación innovador que cambió la percepción del dolor en las personas que sufren úlceras en las piernas al hacer hincapié en lo importante que es que los médicos comprendan las experiencias vividas por lo pacientes, poniendo la luz de su enfoque en el lado más humano en el cuidado de las lesiones lacerantes.
Remontarse a 11.000 años atrás
Partiendo de la foto de su primer paciente, que la dejó profundamente marcada, la especialista hizo en la conferencia un repaso a todo lo que al hombre, a lo largo de la Historia, se le iba ocurriendo para intentar curar las heridas, partiendo de la frase de que “traumatismo y violencia ha estado con nosotros siempre”, han informado fuentes de la GNEAUPP. De esta forma, Christina Lindholm se remontó hasta 11.000 años atrás para recordar las hierbas curativas para detenerse luego en Egipto, citar frases como “el vino lo cura todo” porque es “secreto de vida” o porque “todo está en un vaso de vino”, de forma especial el resveratol; pasar por Homero y la flor ‘achillea millfolium’, utilizada para las curaciones de heridas, o algunas citas de Shakespere, pero poniendo el microscopio en que “hay que tener mucho cuidado de trabajar con un material, el que sea, sin procesar, pues puede estar cargado de contaminación o alergias”.
Recordó también el uso de animales, como las arañas cuyas telas han sido utilizadas en curaciones, la piel de las ranas en las que podemos “encontrar una farmacia entera”, o las mencionadas terapias con larvas, sin olvidar a las sanguijuelas, la lana de las ovejas o los perros que lamían las heridas, e incluso a algunos hombres en Perú que chupaban también las lesiones lacerantes a otros hombres o la miel de las abejas, sin olvidar que la misma Lindholm ha trabajado con “caballos que tenían heridas de año o año y medio que han sido curadas en 2 o 3 semanas, en lo que es el paso previo a los próximos estudios que realizaremos con humanos”.
Simbiosis entre modernidad y antigüedad
Pero todas estas experiencias deben ser compaginadas con el uso de las nuevas tecnologías, en una simbiosis que la enfermera quiso dejar para el final de su conferencia como resultado de toda su experiencia: “Hay que aprovechar lo mejor del mundo antiguo pero aplicando los conocimientos que ahora tenemos sobre las heridas”.