Redacción Farmacosalud.com
La microbiota y la lactancia materna
La microbiota intestinal se ha convertido en un aspecto relevante para la salud humana. La microbiota neonatal está formada por una comunidad bacteriana compleja que lleva a cabo un amplio espectro de actividades relacionadas con la nutrición, metabolismo y estimulación del sistema inmune, influyendo en el desarrollo del niño durante las distintas etapas del crecimiento. “Recientes estudios sugieren que alteraciones en el proceso de colonización del microbioma contribuyen, junto con otros factores genéticos y/o ambientales, de forma importante en el desarrollo de algunas enfermedades como alergias, enfermedad atópica, las enfermedades del intestino irritable, enfermedad celíaca, diabetes y también obesidad. En la última década, las técnicas moleculares más avanzadas basadas en secuenciación masiva han permitido avanzar enormemente en la comprensión de las estructuras y composición de poblaciones bacterianas asociadas al hombre”, explica la doctora María Carmen Collado, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos-Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IATA-CSIC) de Valencia.
La microbiota materna resulta ser el primer inóculo y posteriormente, tras el nacimiento, la composición y diversidad bacteriana intestinal del neonato va aumentando gradualmente con la edad hasta los 3-5 años de vida, cuando se asemeja a la microbiota del adulto. “El proceso de colonización microbiana sucede de un modo paralelo con la maduración del sistema inmunitario y alteraciones en este proceso están asociadas con un aumento en el riesgo de padecer diversas patologías. También es cierto que factores perinatales como el tipo de parto, la exposición a microorganismos del ambiente, el uso de antibióticos y el tipo de alimentación tanto de la madre como del lactante, así como también la genética tienen una gran influencia en la microbiota del recién nacido”, detalla Collado.
La lactancia es considerada como el ‘gold standard’ de la alimentación humana y su papel va más allá de la nutrición. La leche materna es un fluido biológico, complejo y vivo que se adapta a los requerimientos nutricionales e inmunológicos del lactante a lo largo de la lactancia (calostro, leche de transición y leche madura) en función de las necesidades energéticas y del desarrollo del recién nacido.
“La leche materna -expone la experta-, además de los componentes nutritivos, contiene componentes inmunológicos y factores prebióticos (oligosacáridos) y probióticos (microorganismos) que influyen decisivamente en el desarrollo de la microbiota intestinal. La microbiota neonatal está influenciada por el tipo de alimentación, fundamentalmente por el seguimiento de la lactancia materna. La Organización Mundial de la Salud recomienda a todas las madres la lactancia materna exclusiva durante al menos los primeros 6 meses, con el fin de ofrecer a sus hijos un crecimiento, desarrollo y salud óptimos. Los niños alimentados exclusivamente con leche materna tienen una microbiota con una composición diferente, encontrándose una mayor cantidad de bifidobacterias, lactobacilos y enterococos, así como una mejor función de barrera y una adecuada maduración del sistema inmunitario”.
Los HMOs, de gran importancia para la salud
En cuanto a los oligosacáridos (Human Milk Oligosaccharides - HMOs), el doctor José Manuel Moreno Villares, pediatra del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, comenta que los HMOs “de la leche humana forman parte de los hidratos de carbono presentes" en este alimento básico "y constituyen el tercer componente más abundante después de la lactosa y de las grasas". De acuerdo con el doctor, "la presencia de estos HMOs en luz intestinal del lactante tiene varias funciones: por una parte, facilita que se desarrolle una flora bifidógena (bifidobacterias y lactobacillus), que tienen gran importancia en la protección frente a las infecciones (por ejemplo frente a gastroenteritis) y en el desarrollo de la inmunidad (que previene también la aparición de alergia), y, por otra parte, tienen un efecto protector directo, pues actúan como señuelos frente a los agentes infecciosos que llegan a través de la luz intestinal evitando que lesionen a las células del intestino del niño”.
Según el doctor Guillermo Álvarez Calatayud, presidente de la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP), “la leche materna contiene un complejo heterogéneo de sustancias bioactivas, entre otros nutrientes esenciales, tales como aminoácidos, vitaminas, minerales y carbohidratos, principalmente oligosacáridos, que facilitan el desarrollo de la microbiota intestinal durante la lactancia". Estos componentes traen consigo importantes beneficios para la salud del recién nacido -como los ya apuntados anteriormente-, favoreciendo incluso el desarrollo intelectual. "Estos hechos han sido comprobados en los lactantes con lactancia materna exclusiva”, asegura el presidente de SEPyP.
Los HMO son resistentes al ácido del estómago y a la hidrólisis de los enzimas pancreáticos absorbiéndose sólo un pequeño porcentaje a nivel del intestino delgado, por lo que llegan en grandes cantidades al intestino grueso, donde actúan como prebióticos, es decir, estimulan el crecimiento y la actividad de las bacterias intestinales, con lo que ejercen beneficios para la salud del lactante. “Las bifidobacterias son el género que más se beneficia del efecto causado por los HMO y, por ese motivo, hablamos del término ‘factor bifidogénico’ al referirnos a los oligosacáridos, aunque, en realidad, no todas las especies y cepas de bifidobacterias pueden utilizar los HMO para su crecimiento. Las especies del género Lactobacillus tampoco suelen aprovecharse de los HMO, aunque hay excepciones y, al igual que otras especies presentes en la microbiota intestinal del lactante como Bacteroides fragilis o Bacteroides vulgatus, algunas sí pueden hacerlo. Otro de los beneficios de los HMO es que impiden el crecimiento de bacterias intestinales potencialmente patógenas como Enterococcus, Streptococcus, Clostridium, Escherichia coli o Propionibacterium”, precisa Álvarez Calatayud.
Se han identificado unos 200 oligosacáridos, si bien “sólo unos diez constituyen la mayor parte del contenido total de HMOs. En los últimos años pudo descubrirse su composición química y más recientemente algunos de los más frecuentes han podido sintetizarse y utilizarse en la alimentación humana, especialmente en la alimentación infantil”, señala el doctor Moreno Villares.
Primera fórmula con dos HMOs de la leche materna
Así las cosas, Nestlé ha desarrollado la primera fórmula para lactantes con dos oligosacáridos de la leche materna, 2’ fucosil-lactosa y Lacto-N-neo-Tetraosa (2‘FL y LNnT), estructuralmente idénticos a los de ésta. Para el doctor José M. Saavedra, director médico global de Nestlé Nutrition, “este es un gran avance en la alimentación infantil, ya que hasta hoy los oligosacáridos sólo habían sido encontrados de forma natural en la leche materna. Ahora, como resultado de más de una década de amplias investigaciones, Nestlé ha sido capaz de replicar estos componentes, que son idénticos a los que se encuentran en la leche materna”.
Una investigación clínica ha demostrado que la fórmula con estos HMOs no sólo asegura un crecimiento adecuado, sino que también ayuda a que la composición de la flora intestinal sea más parecida a la de los bebés amamantados con leche de la madre.
El estudio clínico también constató que los lactantes alimentados con la nueva fórmula infantil presentaban una reducción del número de bacterias potencialmente patógenas, que podría explicar el menor número de infecciones respiratorias observadas, así como la disminución del uso de antibióticos y antipiréticos.
El nuevo preparado para lactantes, NAN OPTIPRO SUPREME, ya se empezó a utilizar el pasado año en varios hospitales.
En el presente año, NAN OPTIPRO SUPREME ya ha llegado a todas las farmacias españolas y en 2018 podrá encontrarse en numerosos países de Europa.