Redacción Farmacosalud.com
Alrededor del 40% de la población sufrirá un episodio de reflujo gastroesofágico en su vida, pero sólo cuando los episodios se repiten al menos dos veces a la semana y afectan a la calidad de vida se considera que el reflujo gastroesófagico es una enfermedad. Los expertos de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) estiman que la prevalencia de este trastorno en la población española es del 16%, cifra similar a los países de nuestro entorno. Además del tratamiento farmacológico, la SEPD recomienda a las personas con reflujo gastroesofágico una serie de cambios de hábitos tales como la pérdida de peso, pues la obesidad produce más presión en el abdomen; no saciarse en las comidas; mantener una dieta sin exceso de grasas, chocolate, café, té, alcohol, tabaco y bebidas gaseosas; elevar el cabecero de la cama, ya que la secreción de saliva facilita el lavado del ácido en el esófago.
“Los pacientes diagnosticados de reflujo gastroesofágico no deben abandonar nunca la medicación sin consentimiento y control médico porque las consecuencias pueden ser graves”, recuerda el doctor Manuel Rodríguez-Téllez, según se desprende de un comunicado de la SEPD. El reflujo gastroesofágico es el ascenso del contenido gástrico al esófago. “El reflujo es algo normal que sucede varias veces al día en personas sanas. Cuando ese reflujo ocasiona síntomas como ardor o acidez (pirosis), regurgitaciones del contenido del estómago u otras complicaciones, es cuando se cataloga como enfermedad por reflujo gastroesofágico”, explica Rodríguez-Téllez, especialista del aparato digestivo y experto de la SEPD.
Relajación excesiva del esfínter esofágico inferior
Las causas principales del paso ascendente del contenido del estómago al esófago son que el esfínter esofágico inferior se relaja más veces de lo normal de forma espontánea, o que la válvula está débil y cede ante cualquier presión, o debido a una alteración anatómica como una hernia de hiato. “Según diversos estudios, de un 70 a un 90 % de los pacientes responden al tratamiento con fármacos inhibidores de bomba de protones (IBP), que suprimen la secreción ácida gástrica. Los IBP (los comercializados en España son omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol y esomeprazol) son el principal y el mejor tratamiento para controlar eficazmente el reflujo gastroesofágico. Son los mejores que nunca han existido y posiblemente los únicos que conoceremos en los próximos años”, explica el experto, “aunque existe un porcentaje de pacientes, entre el 10 y el 30% que no responden a éstos y que padecen lo que se denomina reflujo gastroesofágico refractario”.
En estos casos los expertos consideran muy importante demostrar que los problemas esofágicos son debidos realmente al reflujo y no a otras enfermedades esofágicas. Para ello, se utiliza principalmente una prueba diagnóstica llamada pHmetría esofágica, que consiste en la introducción a través de la nariz de un fino cable con electrodos que registra el pH ácido que asciende al esófago durante 24 horas. Si se confirma el diagnóstico se deberá plantear intervenir quirúrgicamente o bien complementar los IBP con otro tipo de fármacos.
Otras enfermedades asociadas al reflujo gastroesofágico
Aunque la gran mayoría de pacientes con reflujo nunca llegarán a desarrollar complicación alguna, existen, sin embargo, distintas manifestaciones asociadas como esofagitis (pequeñas heridas causadas por el ácido y la pepsina gástricos), la estenosis (inflamación crónica del esófago que puede provocar el estrechamiento del esófago y con el tiempo llegar a dificultar el paso de comida) y el esófago de Barrett (EB). El esófago de Barrett es la consecuencia más grave de reflujo. Se sabe que cuanto más grave es el reflujo existe más riesgo de padecer esta complicación. Se estima que alrededor de un 10-20% de los pacientes que se hacen endoscopia por síntomas de reflujo tienen EB. Esta enfermedad se caracteriza por sustituir las células normales del esófago (escamosas) por células intestinales (metaplasia intestinal). Estas células intestinales tienen un pequeño riesgo de degenerar en células cancerosas, por lo que los pacientes con esófago de Barrett deben tener un seguimiento regular para detectar precozmente el cáncer de esófago.
Existen también otros síntomas extraesofágicos que afectan a órganos cercanos como faringitis, laringitis, tos crónica, asma, erosiones dentales e incluso dolor torácico de origen no coronario por lo que muchas veces los pacientes de reflujo gastroesofágico llegan a la consulta de los especialistas en aparato digestivo derivados de profesionales de otras especialidades.