Redacción Farmacosalud.com
En el mundo de la salud asistencial, la terapia ocupacional está consagrada a la rehabilitación y fomento de la autonomía en aquellas personas que han visto mermadas sus habilidades personales (tanto físicas como cognitivas) debido a una afección, con el fin de prepararlas para el regreso a su domicilio. La mayoría de esas patologías son de índole neurovascular o traumatológica. En España esta disciplina sociosanitaria empezó a desarrollarse hace ya más de 50 años, pero a pesar del tiempo transcurrido todavía es poco conocida, según revela a www.farmacosalud.com Eva Llarch, terapeuta ocupacional del complejo sociosanitario Parc Sanitari Pere Virgili (Barcelona): “Es cierto que la Terapia Ocupacional es poco conocida en nuestro país si nos comparamos con otros países, como Estados Unidos o Gran Bretaña, donde la consideran primordial en los tratamientos rehabilitadores. Aunque en España los inicios de esta disciplina se remontan a 1964, nos encontramos todavía en la fase de darnos a conocer en la sociedad”.
Con todo, actualmente existen ya 18 escuelas/centros universitarios que imparten estudios de terapia ocupacional en territorio español, originariamente como titulación de diplomatura y, posteriormente, desde el año 2009, como títulos de grado. “En Cataluña, desde el ‘Programa Vida als Anys’ [Programa Vida a los Años], creado a finales de los años 80, ya se cuenta con la figura del terapeuta ocupacional en los distintos niveles de atención geriátrica. En el ámbito sociosanitario consideramos que es muy importante este tipo de intervención centrada en el individuo, ya que aporta herramientas para que la persona mayor frágil pueda potenciar sus capacidades residuales y mantener la autonomía y actividades en su entorno habitual, previniendo la discapacidad, y siempre teniendo en cuenta su historia de vida”, sostiene Llarch.
A pesar de los pesares, y a pesar de la modesta implantación de esta disciplina en territorio español en comparación con otros países, la terapeuta ocupacional es optimista y cree que este servicio tendrá un crecimiento exponencial en el futuro debido al enfoque práctico que hace de la asistencia, destinado a superar los déficits del paciente, y además porque se tiene en cuenta la influencia del entorno físico, aspecto fundamental para la prevención y manejo de la discapacidad.
Casi el 50% de los usuarios logran grandes avances tras unos 40 días de terapia
El Parc Sanitari Pere Virgili fue el primer hospital sociosanitario de Cataluña y uno de los primeros de España en poner en marcha un espacio de estas características. Por este motivo, las instalaciones cuentan con una cocina, un baño y una cama, que simulan un piso real, y que permiten, junto con el resto de componentes de la sala, la reeducación del enfermo en actividades básicas de su día a día (comer, vestirse o bañarse), así como trabajar las habilidades necesarias a desarrollar en el domicilio (por ej.: lavar los platos, cocinar, elaborar la lista de la compra, etc).
El primero de los elementos del piso que se incorporó fue la cama. “Optamos por una cama normal, que no fuera articulada ni de altura regulable, puesto que nuestro objetivo era simular la situación real que se encontraría el paciente cuando llegara a su casa”, indica. “Más adelante se añadió la cocina, con vitrocerámica, nevera, microondas, etc., y el inodoro y la bañera, que permiten mostrar tanto al usuario como a la familia las diferentes adaptaciones, y una mesa de bañera o una silla giratoria, que posibilitan que el paciente pueda seguir utilizando las instalaciones que ya tiene en su domicilio sin necesidad de hacer obras”, afirma la trabajadora sociosanitaria a través de un comunicado difundido por el Parc Sanitari Pere Virgili.
Así las cosas, casi el 50% de los pacientes con dependencia ingresados en estas instalaciones consiguen poder realizar, de forma autónoma, actividades de la vida diaria después de ser tratados una media de 40 días en la sala de terapia ocupacional de que dispone el centro desde hace 10 años. Según Llarch, “la rehabilitación se debe dar desde el primer momento de la afectación inicial aguda y debe tener continuidad ajustándose a la evolución del paciente. El proceso rehabilitador no finaliza cuando los pacientes se van del centro, dado que pueden continuar evolucionando y mejorando capacidades si hay una continuidad en domicilio con las pautas que les damos o, si es necesario, con la posibilidad de tener rehabilitación domiciliaria, atención en centros de día… Cabe destacar la importancia de implicar a la familia en el proceso rehabilitador para ayudar a favorecer y mantener capacidades en el domicilio”.
Hacer partícipe a la persona en la toma de decisiones y en los objetivos de tratamiento
Todos los usuarios que pasan por la sala de terapia ocupacional son valorados con el índice de Katz -que evalúa las actividades de la vida diaria- al inicio del tratamiento, coincidiendo generalmente con el ingreso, y cuando finaliza, que acostumbra a ser en el momento del alta. A día de hoy, más de 650 pacientes han sido tratados en esta sala, el 40% de los cuales aquejados de una patología traumatológica o neurovascular. “Muchos de ellos, por ejemplo aquellos con una prótesis de cadera o de rodilla, han perdido autonomía y tienen diferentes limitaciones, como el hecho de no poder agacharse, dificultades para mover la pierna o con riesgo de luxación y caída”, indica Llarch. “Desde Terapia Ocupacional -concreta la especialista- trabajamos la autonomía en las actividades básicas de la vida diaria, como comer, vestirse, lavarse… y las actividades instrumentales, que son las relacionadas con el domicilio (por ej., hacer la compra, cocinar, limpiar, gestionar el dinero, etc…) También valoramos el entorno habitual de la persona para poder ofrecer una adaptación del mismo eliminando barreras y aportando seguridad en el domicilio”.
El concepto de éxito en la autonomía alcanzada por el paciente es algo muy relativo, en tanto que “cada persona es un mundo”, comenta. O sea, ser autónomo es un concepto que cada paciente vive diferente, según el nivel de autonomía previo, aficiones, gustos, ayuda que tuviera en casa… Algunas personas se consideran autónomas si pueden ocuparse de sus cuidados básicos, mientras que otras necesitan poder gestionar la casa porque siempre lo han hecho e incluso necesitan realizar sus actividades de ocio, como ir al casal, ver a amigos, etc. Sea como fuere, para Llarch “es importante hacer partícipe a la persona en la toma de decisiones y en los objetivos de tratamiento, siempre que sea posible, para que sea afín a sus motivaciones y expectativas. En definitiva, hay que fomentar que la persona realice aquellas actividades que para ella son importantes o prioritarias”.
En cuanto a los individuos que han sufrido una lesión neurovascular, como en el caso de un ictus, la terapeuta ocupacional resalta que, dependiendo de la localización de la lesión, pueden tener afectaciones en el habla, en las funciones cognitivas, a nivel motriz, como la hemiparesia (parálisis de la mitad del cuerpo), etc. “Estas disfunciones provocan, habitualmente, una afectación del equilibrio y de la simetría, falta de coordinación o alteración de la marcha”, subraya. La finalidad de la sala de terapia ocupacional del Parc Sanitari Pere Virgili es la de recuperar la autonomía a partir de restablecer las funciones perdidas o de enseñar al paciente técnicas compensatorias adaptando la actividad. Por ejemplo, las personas que han sufrido un accidente neurovascular pueden perder la función de la mano dominante y tener que aprender a usar la otra y/o tener dificultades para llevarse la comida a la boca o para vestirse. “Se trata de una afectación tan global que habitualmente comporta un trabajo conjunto con otros servicios, como fisioterapia o enfermería”, apunta la experta.
Más que analizar los perfiles/patologías, se hace una valoración global de la persona
Ahora bien, el hecho de que las afecciones neurológicas suelan estar marcadas por una gran severidad no implica necesariamente que esos casos sean más graves que otros. En este sentido, Llarch remarca que “la Terapia Ocupacional se centra en una valoración global de la persona, no se trabaja tanto por perfiles/patologías, sino que tenemos en cuenta cómo la dolencia afecta a las limitaciones en la vida diaria, sea cual sea el origen de la lesión. Tenemos en cuenta a la persona como eje del tratamiento y todos aquellos aspectos motrices, cognitivos, interpersonales, motivacionales, etc. que afectan a su autonomía los intentamos reeducar/compensar para conseguir la máxima funcionalidad. Destacar que hay patologías más severas que otras. En el paciente con ictus, por ejemplo, suele haber muchas áreas afectadas al mismo tiempo que requieren de unas técnicas de tratamiento específicas y multidisciplinares. Efectivamente, en un primer momento podemos pensar que un paciente neurológico puede tener una afectación más grave que un paciente con una patología traumatológica, como una fractura de cadera, por ejemplo. Sin embargo, como en la valoración del individuo también hay que tener en cuenta patologías asociadas, el nivel de capacidades y autonomía previa, y la afectación cognitiva, nos damos cuenta de que no siempre es así”.
Antes de iniciarse las sesiones en la sala de terapia ocupacional se hace una valoración del paciente, en la que acostumbra a estar presente la familia, y desde el centro se pide información sobre el hogar del sujeto atendido (barreras arquitectónicas, dificultades con que se encuentra la persona, etc.) “Muchas veces traen planos de la vivienda o fotografías, que son esenciales para poder aconsejarles las adaptaciones más idóneas”, señala. En este sentido, además de trabajar con el enfermo, también se proporciona información a las familias y cuidadores con el propósito de que puedan ayudar al paciente, una vez esté en su casa.
Para aquellos usuarios que en un periodo de tiempo concreto no consiguen recuperar las funciones perdidas, la sala cuenta con multitud de productos de apoyo que les facilitan la autonomía y les permiten realizar acciones que, sin ellos, sería imposible llevar a cabo o bien supondrían una gran dificultad y riesgo. Algunos de estos elementos son, por ejemplo, unas cucharas con una curvatura que posibilitan que las personas que no tienen suficiente fuerza ni coordinación para hacer el movimiento de llevar el utensilio hasta la boca puedan alimentarse por sí mismas. Asimismo, para los usuarios con una limitación que no les permite agacharse ni levantar la pierna -y que, por lo tanto, tienen dificultades para vestirse- se han desarrollado varios trucos de mucha utilidad, como coger dos pinzas de ropa y dos vetas o cordones, y ponerlas en el extremo de los pantalones o de la falda. “Esta adaptación también resulta muy beneficiosa para personas con problemas respiratorios a quienes, el hecho de agacharse para vestirse, les puede provocar fatiga”, indica Llarch. Otros instrumentos de ayuda muy habituales serían los tapetes antideslizantes, esponjas de mango largo, agarradores para la cama, etc.
La terapeuta ocupacional del Parc Sanitari Pere Virgili destaca que muchas de las herramientas de ayuda de que dispone la sala se pueden elaborar y adaptar fácilmente en casa del usuario para permitir que éste pueda desarrollar las actividades del día a día con el mayor grado de autonomía posible. “De hecho, algunos de los usuarios se fabrican ellos mismos los productos de apoyo, por ejemplo, a partir de adaptar una percha de ropa que haga de gancho y que les ayude a vestirse, o construir un aparato con un cubo que les facilite ponerse los calcetines”, explica.