Redacción Farmacosalud.com
El aire acondicionado es un buen recurso para superar el calor veraniego, pero el disfrute que se puede sacar de él depende mucho también de cómo se use. De hecho, incluso puede llegar a ser perjudicial. Por ejemplo, dormir durante 8 horas bajo el influjo de la climatización artificial puede causar sequedad de garganta y afonía si la corriente de aire frío se dirige directamente al cuerpo (también puede producir contracturas musculares y dolor) y si el ambiente de la habitación no se mantiene húmedo, dado que el aire acondicionado reseca las mucosas. Independientemente del uso que se haga de la climatización artificial, cabe destacar que estos sistemas pueden albergar virus, bacterias, pólenes y ácaros que se dispersan en micropartículas que pueden causar patología respiratoria. Claro que, hasta el momento, hemos hablado de personas. ¿Y en los perros, cómo les influye este tipo de aparatos?
Según Inmaculada Ibor, veterinaria y presidenta del Colegio Oficial de Veterinarios de Valencia (ICOVV), “el aire acondicionado es igual de beneficioso o perjudicial que para las personas, teniendo en cuenta ciertos matices. Un inconveniente de este sistema es el bajo porcentaje de humedad que contiene el aire que expulsa, provocando sequedad en el sistema respiratorio. En el caso de los cánidos, que se termo-regulan usando el jadeo (entre otros sistemas), les produce una gran sequedad en la mucosa de todo el sistema respiratorio, y de ahí los problemas que a veces asociamos. Otra forma de termo-regular que tienen es mediante el intercambio a través de la piel; por eso es importante controlar que los perros no pasen demasiado tiempo tumbados en suelos muy fríos, que es algo frecuente cerca de los aparatos de aire acondicionado”.
A los perros les suele bastar con recurrir al jadeo para regular su temperatura en la mayoría de escenarios veraniegos. Pero cuando se suman varios factores que por sí mismos requieren un aumento del intercambio de temperatura, ‘sacar la lengua’ puede resultar insuficiente. “Un ejemplo de esto sería un perro haciendo una actividad de intensidad media-alta con una temperatura ambiental alta y expuesto al sol. En este caso se suman tres factores que aumentan la temperatura fisiológica del animal, por lo que se requiere de un gran intercambio para mantener a ésta estable. Las recomendaciones siempre van en la dirección de evitar que se sumen factores de este tipo en momentos concretos. Por lo tanto, es importante que el animal tenga la opción de guarecerse del sol en días de extremo calor”, establece Ibor.
Los canes esquimales también están protegidos del calor, pero…
Curiosamente, las mascotas propias de lugares fríos -canes esquimales, por ejemplo- están protegidos también del calor gracias a su tupido pelaje. La capa ‘lanuda’ que poseen es un aislante muy eficiente y por lo tanto protege de la temperatura exterior, tanto del frío como del calor. “El problema -puntualiza la veterinaria- es que cuando aumenta la temperatura interna del perro, este aislante se vuelve en su contra y mantiene esa temperatura”. Para este tipo de razas se recomienda manejarse frente al calor como se haría con cualquier otro animal (sombra, agua fresca, evitar horas de extremo calor, etc), y “realizar una correcta muda, retirando así un gran porcentaje de la lana y favoreciendo que aumente el intercambio de temperatura a ese nivel”, precisa.
Con respecto a los gatos, las precauciones que hay que tomar frente a las altas temperaturas son similares: agua abundante y fresca, resguardo del sol, etc. En cuanto a los pájaros, su plumaje tiene también un papel aislante. En verano, las precauciones que se deben tomar con los animales de compañía plumíferos son las mismas que con el resto de mascotas.
No dar helados a los perros
Para la presidenta del ICOVV, si se observa que el perro come menos cuando el calor aprieta no debe ser motivo de preocupación porque es una “consecuencia frecuente de las altas temperaturas, pero ello no quiere decir que no haya que prestarle atención. Cualquier cambio de comportamiento del perro puede ser el reflejo de una enfermedad”. Otra cuestión en la que incide la experta es la manía que tienen algunas personas de dejar comer o dejar lamer un helado a una mascota canina, escena que puede verse perfectamente en cualquier terracita de verano: “En ningún caso se recomienda esto. Los helados contienen grandes concentraciones de azúcares, además de otros ingredientes, que son perjudiciales para la salud del animal. Una alternativa para refrescarlos puede ser echar cubitos de hielo en su agua, siempre con cuidado de que no puedan sufrir quemaduras por frío.”
En lo concerniente al ámbito de la conducta, los perros tampoco se libran -igual que las personas- de la irritabilidad asociada al exceso de calor. Eso sí, en el caso de las mascotas también influye el cambio de hábitos que se vive en la época estival, tal y como remarca Ibor: “A causa del cambio de rutina que sufren muchos de los perros en los meses de verano, pueden aparecer algunas alteraciones de conducta. El aumento de temperatura también produce estrés fisiológico. La suma puede verse reflejada en ocasiones en animales ‘más irritables’”.
La alteración de la rutina que se experimenta en verano es un proceso que suele estar vinculado a las vacaciones, que en según qué casos se traducen en desplazamientos largos. Si se realiza un vuelo transoceánico y se quiere que las mascotas acompañen a sus dueños, en muchos casos no hay más remedio que meterlas en la bodega del avión. De acuerdo con la especialista, “es evidente que hay respuesta fisiológica al estrés que produce la situación. En este caso el animal se ve expuesto a la novedad, a la temperatura, ruidos, olores y una gran cantidad de estímulos nuevos y/o estresantes. Las situaciones de estrés producen respuestas fisiológicas que a su vez pueden provocar cambios de conducta temporales o, en algunos casos, permanentes”.