Redacción Farmacosalud.com
‘Al que huye del trabajo, el trabajo le persigue’, dice el refrán popular. Desde un punto de vista médico, y aunque con un sentido muy diferente, puede pasar algo parecido: que un empleado deje -o casi casi huya- de un trabajo porque su desempeño le ha causado una enfermedad, y que en su condición de exempleado dicha enfermedad le persiga, a veces incluso de por vida. Algunas de las modernas tecnologías y nuevos procesos de fabricación no libran a los trabajadores de ese tipo de amenazas, que en el caso que nos ocupa son de índole respiratoria. Se puede comprobar en un estudio[1] que publica ‘The Lancet’ y que constituye la revisión más actualizada sobre la exposición laboral a elementos que pueden provocar dolencias neumológicas. Eso sí, las patologías respiratorias emergentes sólo afectan a los trabajadores, no a los usuarios de los productos cuya elaboración puede llegar a ser conflictiva para la salud.
Según destaca el estudio, a pesar de que se conocen las causas y las formas de evitar muchas de las enfermedades pulmonares con origen en el lugar de trabajo, en muchas zonas del mundo la exposición ocupacional continua provocando un número elevado de muertes. Sobre todo en los países que viven un rápido crecimiento económico, donde no se han implementado medidas de control para evitar las formas de exposición conflictivas. Con todo, el riesgo también está presente en los países económicamente avanzados, en Occidente, ya que en esas zonas también se llevan a cabo procesos de producción que pueden llegar a ser peligrosos para los pulmones de los operarios, como por ejemplo el fracking (fractura hidráulica para la extracción de gas y petróleo) o la elaboración de palomitas de maíz.
La aparición de las nuevas patologías respiratorias depende de dos condiciones: el uso de novedosos agentes en los distintos procesos de producción, y el uso de agentes antiguos que, aunque identificados como causantes de enfermedades neumológicas, se siguen utilizando en algunos de los nuevos procesos de producción.
Asbesto para la construcción
Uno de los casos de riesgo que destacan los autores de la investigación es la exposición al asbesto, presente en materiales de la construcción ahora prohibidos en la Unión Europea pero que todavía se utilizan en muchos países. Todavía hay 125 millones de personas en el mundo expuestas a este elemento.
El sílice de cocinas y lavabos
Otro de los elementos analizados es el sílice, causa principal de enfermedades respiratorias ocupacionales a causa de las vías no convencionales de exposición. Una de ellas es su presencia en los materiales de construcción que se utilizan en substitución del mármol en cocinas y lavabos. “El sílice ya era conocido por la silicosis de los mineros. Al usarse ahora en la fabricación de mármol artificial o sustituto del mármol, los trabajadores que tallan y manipulan este material pueden padecer una enfermedad tan típica de los mineros como es la silicosis. Lo que sí quiero dejar claro es que el sílice nunca afectará a las personas que lo tienen instalado en su casa" en forma de mobiliario doméstico, expone el doctor Xavier Muñoz, médico adjunto del Servicio de Neumología del Hospital Vall d’Hebron, investigador del grupo de Neumología del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) [Barcelona], y uno de los firmantes del estudio.
Silicosis en la decoloración de los tejanos
En la decoloración de los tejanos se utiliza un chorro de arena que genera partículas volátiles que pueden acabar en los pulmones de la persona que manipula el material, provocando silicosis severa y deterioro de la función pulmonar después de exposiciones breves. A pesar de la prohibición de esta técnica en muchos países, todavía se utiliza en China, Bangladesh y Pakistán. A modo de medidas preventivas frente a la silicosis provocada por la decoloración, existen tres caminos, apunta el doctor: “Si es posible, usar elementos que supiéramos que no son posibles agentes tóxicos para el pulmón, es decir, sustituir el chorro de arena por algún otro proceso que pudiera realizar la misma función. Si esto es imposible, el siguiente paso sería recurrir a protecciones individuales muy seguras o mascarillas de alta protección, además de intentar mantener la mejor aireación posible del ambiente para que la exposición al agente sea la mínima posible. Y el tercer paso sería instaurar medidas de vigilancia de la salud para intentar ser precoces y ver si estos elementos con los que hemos intentado disminuir la exposición son útiles o no”.
El sílice y el fracking
La técnica de la fractura hidráulica (también conocida como fracking) para extraer gas y petróleo del subsuelo también puede generar problemas pulmonares. La inyección de materiales a presión puede exponer a los trabajadores y a las personas que viven cerca de las explotaciones a sílice, elementos orgánicos y otros productos que pueden provocar un amplio abanico de problemas respiratorios, como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer de pulmón. Otra vez el sílice… “Y es que el sílice es un elemento ubicuo, está presente en toda la corteza terrestre y claro, aparece por todos los sitios. Las personas que pueden presentar patología respiratoria son, sobre todo, trabajadores. En ocasiones, según los vientos y las condiciones climatológicas existentes, la gente que vive cerca de la zona de fracking puede verse afectada, pero la probabilidad de que esto ocurra es muy baja. Tienen que reunirse toda una serie de condiciones… es difícil que ocurra, tendría que ser una cuestión de muy mala suerte”, afirma Muñoz en declaraciones a www.farmacosalud.com.
El óxido de indio de las pantallas de cristal líquido
En la fabricación de pantallas de cristal líquido se utiliza óxido de indio, un producto que en el año 2003 se asoció por primera vez a un caso de neumonitis intersticial en Japón. El óxido de indio desprendido durante el proceso de elaboración queda en el ambiente y, si las condiciones higiénicas no son las adecuadas, los operarios lo inhalan constantemente. Según el neumólogo, “este agente está involucrado en enfermedades como la fibrosis pulmonar, la neumonitis química y la proteinosis alveolar. La incidencia de patología respiratoria asociada a la fabricación de pantallas de cristal líquido es baja, pero ahora ya sabemos que debemos estar alerta con respecto a este proceso industrial”.
Las palomitas de maíz, el diacetil y la bronquiolitis obliterante
Atención a los elaboradores de palomitas de maíz: en el año 2000 se diagnosticaron 8 casos de bronquiolitis obliterante en el estado de Missouri, en los Estados Unidos. El culpable, el diacetil, una especie de edulcorante que da como un sabor de mantequilla a la palomita para hacerla más sabrosa. Por ahora no se tiene constancia de que la incidencia de la afección sea alta, sólo se conocen casos puntuales. El doctor Muñoz asegura que las personas que hacen y venden palomitas de maíz en los cines corren el riesgo de desarrollar bronquiolitis obliterante siempre y cuando usen diacetil durante el proceso de producción.
Ahora bien, ¿cuánto tiempo -repartido en jornadas laborales- hay que estar elaborando este alimento para padecer la enfermedad? ¿Tres meses, tres años… más años…? “Es difícil de contestar porque existe una susceptibilidad individual -refiere el especialista-. Es decir, no todo el mundo que trabaja con diacetil (o, para ser más extensos a la hora de definir la susceptibilidad, no todo el mundo que trabaja con los mármoles artificiales, por ejemplo) va a desarrollar la enfermedad. Aquí existe lo que llamamos una susceptibilidad individual y, en función de la misma, sí que en poco tiempo y si la persona es muy susceptible a diacetil puede desarrollar la enfermedad, mientras que personas que sean menos susceptibles tardarán más tiempo y personas que no lo sean no la desarrollarán y podrán trabajar en contacto con esta sustancia sin ningún problema, siempre y cuando los niveles del agente que hay en el ambiente -y ello vale para todos los productos potencialmente conflictivos, no solamente el diacetil- estén monitorizados y no excedan de los valores límite que ya existen en la legislación sobre exposición a agentes químicos”. En definitiva, que una persona que hace palomitas de maíz en un cine durante tres meses, por poner un ejemplo, podría desarrollar bronquiolitis obliterante si dicha persona es muy susceptible a esta enfermedad y ha usado diacetil en el proceso de elaboración.
Las partículas volátiles y la gasolina
También se ha detectado que la exposición a nanopartículas y productos químicos, como compuestos orgánicos volátiles generados durante la combustión de derivados del petróleo, pueden provocar problemas respiratorios. Es el caso de los vendedores que rellenan encendedores en las calles de la India o de las personas que trabajan en gasolineras. No obstante, al menos en España, muchos de los empleados de las gasolineras permanecen detrás de un mostrador, lejos del surtidor, siendo en muchos casos los propios usuarios los que repostan combustible en sus vehículos. Los empleados de esas gasolineras están prácticamente fuera de peligro, tal y como precisa Muñoz: “La emisión de gasolina se hace al aire libre y, por lo tanto, con poca corriente de aire que haya todo esto ya se dispersa y la probabilidad de inhalación es mínima. La exposición de los usuarios que repostan combustible es muy puntual, de manera que el riesgo que se corre es absolutamente mínimo”.
Medidas de seguridad adecuadas para cada caso concreto
Aunque todos los riesgos pulmonares derivados de las nuevas prácticas laborales anteriormente descritas se pueden erradicar o al menos minimizar con un buen material preventivo (máscaras protectoras, trajes especiales, uso de bombonas de oxígeno durante los ratos de exposición más críticos, etc), hay que tener en cuenta que “muchas de estas medidas son muy complejas de implementar. También hay que tener presente que si nos mantenemos en los niveles de riesgo que permite la ley, niveles que ya están más o menos establecidos, sólo un pequeño porcentaje de individuos van a desarrollar la enfermedad. Obviamente, hay algunos agentes, como es el caso del asbesto, que ya sabemos de su peligrosidad y que está prohibido, por lo que cualquier persona que trabaje con asbesto debería llevar protección total (mascarilla y traje especial para evitar totalmente su exposición)”, comenta.
“Pero en otros casos, aquellos en los que las enfermedades pueden no ser tan graves, aquellos en los que las patologías no tienen por qué afectar a todo el mundo, se tiene que sospesar mucho si debemos implantar dispositivos de protección totalmente aislantes, o bien si es más rentable para la producción y para los propios trabajadores implementar medidas de vigilancia de la salud que detecten de forma precoz a aquel individuo que es susceptible de enfermar. Si sabemos que el 5% de empleados de un trabajo concreto van a ser susceptibles a una patología, hacer trabajar al resto de la plantilla con medidas de seguridad tan rigurosas como un traje especial o una bombona de oxígeno puede ser costoso… y engorroso, ya que en ocasiones es muy difícil trabajar con esos dispositivos”, opina Muñoz. A su entender, quizás lo más práctico y razonable sería implementar otras medidas preventivas, como por ejemplo instaurar sistemas de vigilancia de la salud con el fin de detectar a los operarios que pueden tener riesgo de enfermar y, una vez identificados, proceder a cambiarlos de lugar de trabajo para evitarles la exposición a los elementos causantes de la enfermedad.
La afectación, más grave en hombres
Por ahora no se dispone de muchos datos sobre la afectación, por sexos, de las patologías respiratorias de reciente aparición. En todo caso, ese tipo de incidencia vendrá determinada por el número de individuos de cada sexo que participen en los procesos de producción causantes de tales dolencias. Por ejemplo, en general, en las peluquerías trabajan más mujeres y éstas aplican más tintes, por lo que pueden tener más asma que los hombres -la gente que decolora puede desarrollar asma-. Pero si las peluqueras adquieren esta patología no será porque la mujer se afecte más, sino porque, sencillamente, es una ocupación que ejerce más la población femenina. En el caso de las nuevas enfermedades respiratorias, algunos artículos aportan evidencias de que en el hombre los efectos pueden ser más graves. Claro que ello también puede guardar relación con el hecho de que hábitos típicamente asociados a la población masculina, como el tabaquismo, puedan ejercer de “factor coadyuvante en el agravamiento de la patología”, puntualiza el galeno.
Por cierto, tiempo atrás se dijo -y se mantiene en la actualidad- que las personas que trabajan mucho tiempo con fotocopiadoras también corren el riesgo de contraer una afección pulmonar, si bien es un problema que ocurre en casos muy puntuales. El causante es el polvillo de los tóneres, que puede generar tanto asma como neumonitis por hipersensibilidad en individuos que estén muchas horas expuestos y en locales en que haya muchas fotocopiadoras, no una sola. “Es casi imposible que una persona que trabaje 8 horas con una sola fotocopiadora, aunque ésta esté en funcionamiento constante, acabe desarrollando alguna de esas patologías…. Para que alguien enferme tendría que permanecer en una sala con muchas fotocopiadoras, con mucha exposición a ellas y ser muy susceptible a esas patologías, dado que puede darse el caso de que haya 20 personas trabajando allí y que ninguna enferme. Si el local no está bien ventilado también puede favorecer la aparición de la enfermedad…. En resumen, son casos muy puntuales, casi diría que excepcionales, pero están descritos: gente que trabaja en locales con múltiples fotocopiadoras, durante muchas horas y mucho tiempo, casi años, pueden acabar desarrollando una de estas afecciones”, recuerda Muñoz.
Según estimaciones de la Organización Mundial del Trabajo, cada año mueren por accidentes laborales o enfermedad 2 millones de trabajadores. Una tercera parte de los que pierden la vida por patología sufren cáncer de pulmón o la llamada enfermedad pulmonar intersticial.
Referencia bibliográfica
1. Paul Cullinan, Xavier Muñoz, Hille Suojalehto, Raymond Agius, Surinder Jindal, Torben Sigsgaard, Anders Blomberg, Denis Charpin, Isabella Annesi-Maesano, Mridu Gulati, Yangho Kim, Arthur L Frank, Metin Akgün, David Fishwick, Rafael E de la Hoz, Subhabrata Moitra. Occupational lung diseases: from old and novel exposures to effective preventive strategies. The Lancet Respiratory Medicine. Doi: 10.1016/S2213-2600(16)30424-6