Redacción Farmacosalud.com
‘¡Voy a ser mamá! ¿y ahora qué?’ Pues… ahora, de momento, sería una buena opción leer el libro que se titula igual que esta frase exclamativa-interrogativa y que ha escrito la doctora Sofía Fournier, ginecóloga de Salud de la Mujer Dexeus-Hospital Universitario Quirón Dexeus (Barcelona). En la obra, la doctora Fournier da respuestas de una forma directa y amena a todas las dudas e incógnitas que surgen durante el embarazo, e incluso dedica un espacio a las leyendas urbanas sobre el proceso gestacional, como por ejemplo la que sostiene que si en verano a una mujer encinta le da el sol en la barriga, el líquido amniótico se puede calentar y eso es malo para el bebé: “¡Por ir en bikini en verano al bebé no le pasará nada!”, exclama Fournier, quien no obstante también se apresura a aclarar que las embarazadas, como todas las personas, deben protegerse la piel con cremas de protección solar adecuadas. “Yo siempre les recomiendo que utilicen una crema con un factor de protección elevado, pues debido a los cambios hormonales propios de la gestación la piel estará más sensible y el sol les cogerá con mucha facilidad”, asegura Fournier, que también es autora del blog unamamiquesemima.com
Por cierto, la ginecóloga aprovecha este entrevista para enviar un mensaje tranquilizador a aquellos hombres que, al principio del embarazo, dudan sobre la conveniencia de que la futura mamá se zambulla en el agua, por miedo a que el feto trague agua o se ahogue a causa del líquido que entrará por la vagina: “Las embarazadas pueden zambullirse en el agua sin problemas; de hecho, el deporte mejor para la embarazada es la natación”. Además, “el bebé se encuentra dentro de la bolsa de líquido amniótico, sin tener ningún contacto con la vagina de la madre”, certifica. Y en cuanto al siempre delicado asunto de las relaciones sexuales durante la gestación, Fournier comenta que “al final del embarazo es probable que la pareja disminuya un poco la frecuencia de relaciones… sienten que el bebé está ‘muy presente’, la mujer se siente menos ágil y aparece algún tipo de miedo. ¿El bebé lo va a notar? Mi consejo es siempre el mismo: si a ambos miembros de la pareja les apetece, no hay ningún problema por mantener relaciones en la fase final del embarazo”.
-En ‘¡Voy a ser mamá! ¿y ahora qué?’ usted aprovecha su experiencia profesional como ginecóloga y a la vez su experiencia personal como madre. ¿Le ha influido más el factor profesional o el factor personal a la hora de escribir los contenidos de esta obra?
Lo cierto es que creo que ha habido un equilibrio entre ambas facetas, es decir, creo que para escribir este libro me han resultado básicos estos dos factores. Estoy segura de que muchos de los temas que se pueden leer en el libro no los podría haber escrito igual si no me hubiese puesto en la piel de madre, y a la inversa, ha sido necesaria mi experiencia profesional para poder desarrollar muchos de los capítulos, para poder explicar de forma clara y concisa muchos de los términos que la lectora se encontrará en el libro.
-¿Para una embarazada que tiene pareja y para una mujer que vive en solitario su gestación, los consejos del libro son los mismos o bien son diferentes?
Está claro que afrontar la maternidad en solitario es muy diferente a afrontarla en pareja, pero creo que este libro va a resultar útil a todas las futuras mamás, pues está muy centrado en el cuidado de una misma para así poder disfrutar de esta maravillosa etapa que es el embarazo. Es verdad que hay un capítulo dedicado en exclusiva a esa pareja acompañante a lo largo de todo el proceso, pues creo que también es importante para ellos leer, descubrir y aprender un poco más acerca de su rol en estos momentos tan especiales, pero el resto de capítulos se centran en la futura madre, en darle respuestas a todos esos miedos y preguntas que le puedan surgir a lo largo de las 40 semanas de su embarazo.
-En la obra usted dice a las futuras madres que hay que escuchar los consejos de todo el mundo, para relativizarlo todo después y no tomar nada al pie de la letra. Y, en caso de duda, siempre preguntar al ginecólogo. Bueno, comprenderá que alguna madre de mujer gestante -y abuela del futuro bebé- quizás no esté de acuerdo con eso, ya que ella creerá que las recomendaciones que haga a su hija gestante son más que acertadas y válidas…
Yo estoy muy a favor de escuchar todos los consejos y recomendaciones que las mujeres del entorno de la futura madre le quieran transmitir, claro que sí. Pero también soy consciente de que cada embarazo es un mundo, que cada mujer vive su maternidad de forma diferente y que lo que a priori podría ser válido para una no lo será para otra. Es por eso que digo siempre ‘tú escucha a tu madre, a tu suegra, a tus amigas… ellas quieren contarte su experiencia personal con el mayor de los cariños, esperando poder ayudarte y tranquilizarte. Pero si algo de lo que dicen no te cuadra, no coincide con lo que tú sientes o con lo que te ha dicho tu ginecólogo, no te lo tomes al pie de la letra. No debe generarte estrés, escúchate a ti, a tu cuerpo, y confía en tu médico’.
-Usted aconseja escoger a un ginecólogo que transmita confianza. ¿Por qué es tan importante esa elección?
Pues porque el ginecólogo se va a convertir en una figura muy importante para esa futura madre, especialmente para las primerizas. Todo es nuevo, surgen millones de dudas y preguntas, y siempre es bueno podérselas hacer a alguien que nos genera calma y confianza.
-Practicar ejercicio físico moderado es muy beneficioso para las embarazadas. ¿Qué deportes son los más indicados, natación por ejemplo?
El ejercicio físico aeróbico es ideal durante el embarazo. Una madre que afronta su embarazo y el parto en buena forma física seguro que presentará menos complicaciones y se sentirá mejor en su cuerpo. Los deportes ideales son aquellos en los que no hay contacto físico ni riesgo de caídas, por eso yo soy una gran defensora de la natación. En el agua la embarazada se siente ligera, pues no ha de aguantar el peso de su cuerpo, y puede adaptar el ejercicio conforme va progresando el embarazo. No tiene riesgos de caída, y es un deporte que le obliga a mover casi todos los músculos de su cuerpo. Otros ejercicios que también pueden ser muy beneficiosos para las embarazadas son la bici, la máquina elíptica y el caminar a buen ritmo (marcha nórdica, por ejemplo). Si estos ejercicios aeróbicos los combinan con alguna sesión de yoga o de estiramientos para embarazadas, ideal.
-Otro de los capítulos del libro está dedicado a las leyendas urbanas sobre el embarazo. Una de ellas sostiene que si a una mujer encinta le da el sol en la barriga, por ejemplo en verano, el líquido amniótico se puede calentar y eso es malo para el bebé. Eso no es cierto, claro. Suponemos que incluso habrá gestantes que se embadurnarán la barriga con el doble o triple de crema solar con respecto a lo recomendado, para proteger al bebé…
Sí que es verdad que, en general, todas las embarazadas ‘sufren’ por si su bebé se va a calentar en verano al darle el sol en la barriga, así que muchas optan por trajes de baño que les cubra esta zona del cuerpo. En cuanto a lo de la crema de protección solar, yo siempre les recomiendo que utilicen una crema con un factor de protección elevado, pues debido a los cambios hormonales propios de la gestación la piel estará más sensible y el sol les cogerá con mucha facilidad. Además, existe el riesgo de aparición de manchas en la cara y el escote, que se conocen como cloasma. Por tanto, conviene proteger la piel, sin duda, pero… ¡por ir en bikini en verano al bebé no le pasará nada!
-Por cierto, no faltan los hombres que, al principio de la gestación, dudan sobre la conveniencia de que una embarazada se zambulla en el agua, por miedo a que el feto trague agua o se ahogue a causa del líquido que entrará por la vagina…
¡¡¡Esto es realmente gracioso!!! Las embarazadas pueden zambullirse en el agua sin problemas; de hecho, el deporte mejor para la embarazada es la natación. En el agua la futura mamá se sentirá ligera, no ha de aguantar su propio peso, y no existe ningún riesgo para el bebé. No hay que agobiarse pensando que el bebé puede tragar el agua que le ha entrado a través de la vagina. De entrada, el cuello del útero es como una barrera que separa el útero de la vagina, y por otro lado, el bebé se encuentra dentro de la bolsa de líquido amniótico, sin tener ningún contacto con la vagina de la madre. Además, los bebés intraútero están todo el rato deglutiendo líquido amniótico, con lo que no se ahogan por tragar líquido, están más que preparados para ello.
-¿Qué nos puede comentar acerca de las relaciones sexuales durante el embarazo?¿Son recomendables?
No son ni recomendables ni no recomendables. Me explico: lo que pasa con el sexo en el embarazo es que no tiene por qué cambiar de forma radical. La pareja puede seguir manteniendo relaciones de forma habitual, siempre y cuando no lo contraindique el ginecólogo por factores de riesgo en el embarazo. Puede ser que en el primer trimestre la mujer se encuentre incómoda, con náuseas y con miedo a que ocurra algo por mantener esos contactos. Lo importante es que entienda que no es peligroso, y poco a poco dejar que se encuentre cómoda para querer mantener esas relaciones.
En el segundo trimestre normalmente es cuando la pareja más va a disfrutar del sexo. La mujer ha perdido esos miedos a que el embarazo vaya mal y es normal que note que la libido -que quizás había disminuido- ha vuelto a aparecer. Y al final del embarazo es probable que la pareja disminuya un poco la frecuencia de relaciones… sienten que el bebé está ‘muy presente’, la mujer se siente menos ágil y aparece algún tipo de miedo. ¿El bebé lo va a notar? Mi consejo es siempre el mismo: si a ambos miembros de la pareja les apetece, no hay ningún problema por mantener relaciones en la fase final del embarazo.
-¿Por qué hay mujeres encintas que pierden el deseo sexual? ¿Cómo se puede superar eso?
Hay muchos factores implicados en la disminución del deseo sexual durante el embarazo. Se juntan los cambios hormonales propios de esta etapa con otros factores como la hipervascularización de la mucosa vaginal, que hace que la vagina esté mucho más sensible (y eso en ocasiones puede resultar molesto para la mujer), y la menor lubricación. Si además le añadimos factores psicológicos como la sensación de que el bebé puede notarlo o de que puede ser peligroso para el embarazo, el tema se acentúa. Además, la gestante se encontrará más cansada, con sueño y probablemente con incomodidades a nivel digestivo, lo que también la puede frenar un poco en este aspecto.
¿Solución? Una fórmula mágica no existe, está claro, pero se puede intentar ponerle remedio. Por un lado, convencerse de que el sexo en el embarazo no es peligroso, y por otro, cariño, paciencia y delicadeza a la hora de las relaciones. Si es necesario, se pueden emplear geles lubricantes. Y finalmente, hablarlo mucho en pareja, que cada uno cuente cómo se siente y lo que piensa. Seguro que con comprensión y ganas de entender al otro, todo se irá arreglando. Finalmente, es más que probable que conforme vaya progresando el embarazo sea necesario adaptarse y probar con posturas que quizás hasta entonces no se habían utilizado.