Redacción Farmacosalud.com
Mucho ruido y… muchas nueces. En este caso no hay pocas nueces, tal y como dice el refranero, sino muchas, porque las revelaciones de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) sobre ruido ambiental y mortalidad invitan a pensar que, en este caso, a diferencia del dicho popular, se da importancia a algo que realmente la tiene. Según SEPAR, el ruido ambiental está relacionado con el aumento de la morbimortalidad de la salud respiratoria, hasta el extremo de que el incremento de un decibelio en horario diurno puede incrementar un 6% la mortalidad por causas respiratorias, siendo especialmente vulnerables los ancianos, explica el doctor Francisco Javier González Barcala, neumólogo y miembro del Área de Medio Ambiente de SEPAR. Para González Barcala, solucionar el problema de la contaminación acústica “requiere mucha educación, pero probablemente sea necesario añadir medidas coercitivas donde la educación no pueda llegar”.
La definición de contaminación va más allá de la presencia de partículas y compuestos químicos en el aire. Ésta incluye otras formas de energía como puede ser el ruido ambiental. Recientemente se ha demostrado que la contaminación acústica está relacionada con el incremento de la morbimortalidad de la salud respiratoria. De hecho, el nivel de sonoridad diurna se asocia con un incremento significativo de la mortalidad cardiovascular y respiratoria. “El incremento de un decibelio en el nivel de ruido ambiental diurno puede incrementar un 6% la mortalidad por causas respiratorias, siendo especialmente vulnerables las personas de edad avanzada”, asegura González Barcala, según se refleja en un comunicado de SEPAR. “En un estudio realizado sobre la población de Madrid, se observó que el incremento en un decibelio del ruido ambiental se asociaba con un aumento del 6,5% de las muertes por causa respiratoria en mayores de 65 años”, añade.
No sólo los ancianos pueden estar expuestos a estos riesgos, dado que, tal y como aduce el experto, “en este estudio se identificó como grupo de riesgo a los mayores de 65 años, pero habitualmente todos los grupos de población más debilitados por sus condiciones basales son más vulnerables a las ‘agresiones’ sobrevenidas”.
“Las alteraciones en unos órganos condicionan desajustes en otros”
De entrada, la investigación tiene una conclusión sorprendente: la vinculación entre audición y neumología. ¿Qué relación guarda el oído con la salud pulmonar? Aparentemente, ninguna. Pero, ya se sabe, las apariencias engañan… “No creo que deba limitarse el efecto a la audición, sino al impacto del ruido en sentido amplio. En este sentido, hay que entender el organismo humano como un todo y no como órganos independientes, de forma que las alteraciones en unos órganos condicionan desajustes en otros. Los resultados del estudio parecen claros. Debemos tener en cuenta que esto es epidemiología (donde se observa esta asociación), y no nos indica mecanismos biológicos que puedan justificar los hallazgos. Sin embargo, algunos estudios, tanto en humanos como en modelos animales, sugieren mecanismos que podrían justificar este efecto. Por una parte, estaría una interacción con mecanismos hormonales que participan en la respuesta al estrés, interacción que deteriora algunos mecanismos biológicos. Se han visto efectos sobre la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, la calidad del sueño, el sistema nervioso autónomo, procesos inflamatorios, etc”, apunta el neumólogo.
Como decíamos, el aumento de un decibelio en el nivel de ruido ambiental diurno puede incrementar un 6% la mortalidad por causas respiratorias, siendo especialmente vulnerables las personas de edad avanzada. Así pues, la investigación ha logrado cuantificar el índice de posible letalidad derivada de la contaminación acústica. El doctor González Barcala expone a través de www.farmacosalud.com una serie de soluciones preventivas: “La prevención pasa por evitar la exposición, yo creo que en todo el mundo, pero especialmente en personas vulnerables. Creo que hay medidas que dependen de uno mismo: dónde vive, cómo aísla la vivienda, dónde sitúa los dormitorios… Pero esto puede ser costoso económicamente para una persona”.
“Por otra parte -sostiene el galeno-, estarían las medidas globales, a nivel sociopolítico, para intentar limitar la producción de ruidos. Es una constante en los medios de comunicación las quejas sobre ruidos procedentes de locales de ocio, de vehículos especialmente ruidosos… Esto creo que requiere mucha educación, pero probablemente sea necesario añadir medidas coercitivas donde la educación no pueda llegar”.
La polución se asocia a un aumento de tromboembolismo pulmonar
Asimismo, estudios científicos sustentan la influencia de algunos contaminantes ambientales sobre la incidencia de tromboembolismo pulmonar (TEP). Concretamente, se ha demostrado el efecto adverso del incremento de los niveles ambientales de ozono y del dióxido de nitrógeno (NO2) en el desarrollo de TEP. “Un estudio publicado recientemente en la revista ‘European Journal of Internal Medicine’ demuestra que un incremento de 1ug/m3 de NO2 se asocia con un aumento del 10% en el riesgo de ingreso hospitalario por TEP. Asimismo, un aumento de 1ug/m3 de ozono se relaciona con un incremento del 3% de riesgo de hospitalización por TEP”, afirma González Barcala.
La evolución desfavorable de los niveles de contaminación ambiental está relacionada en gran parte con el exceso de producción de CO2 procedente de los sistemas convencionales de producción de energía. “Dado el elevado impacto de los contaminantes ambientales en la salud humana, y que parece haber opciones de reducirlo utilizando fuentes alternativas de energía, es imprescindible intervenir para mejorar la salud de la población, con el consiguiente impacto favorable en la reducción del gasto sanitario”, concluye.
El tratamiento antibiótico de la neumonía puede reducirse a 5 días
En otro orden de cosas, cabe destacar que la neumonía adquirida en la comunidad (NAC) continúa siendo una importante causa de morbilidad y mortalidad a nivel mundial. La incidencia anual de la NAC oscila de 2 a 8 casos por cada 1.000 adultos y conlleva elevados costes sanitarios. En Estados Unidos, junto con la gripe fue la séptima causa de mortalidad en 2008. Más de 15.000 personas mueren de neumonía al año en España, enfermedad que, además, es la responsable de 90.000 hospitalizaciones. A lo largo de las últimas décadas las estrategias de inicio y cambio temprano a la terapia oral han sido ampliamente estudiadas. Sin embargo, la duración óptima de la terapia antimicrobiana no está claramente definida. En este sentido, recientemente se han publicado los resultados de la investigación “Duration of antibiotic treatment in Community-Acquired Pneumonia. A Multicenter Randomized Clinical Trial” en la revista científica JAMA. Este trabajo ha sido financiado por el Departamento de Sanidad y Consumo del Gobierno de País Vasco, por el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad y por SEPAR.
“La reducción de la duración de los tratamientos todavía es un reto en la práctica clínica actual. Muchos de los facultativos tienen un falso sentimiento de seguridad con la prescripción de tratamientos más largos”, explica la Dra. Ane Uranga, neumóloga, miembro de SEPAR y primera firmante de este estudio. “Los resultados indican, en términos de éxito clínico, que la supresión del tratamiento con antibióticos en base a criterios de estabilidad clínica después de un mínimo de 5 días de tratamiento apropiado no registra resultados inferiores a los obtenidos en los programas de tratamiento tradicionales”, añade la neumóloga.
Los tratamientos acortados se asocian a tasas más bajas de resistencia antimicrobiana
En 2007, la Infectious Diseases Society of America (IDSA) y la American Throracic Society (ATS) desarrollaron unas normas para establecer la duración del tratamiento antibiótico basado en los criterios de estabilidad clínica. Estas directrices sugerían basar el tratamiento antibiótico en criterios de estabilidad clínica con un mínimo de 5 días de tratamiento y se recomendó una duración más prolongada si la terapia inicial no era activa contra el patógeno identificado o si la afección del paciente era complicada por una infección extrapulmonar. Con el objetivo de validar dichas directrices se desarrolló este ensayo clínico multicéntrico y aleatorizado para evaluar si la duración del tratamiento con antibióticos basada en los criterios establecidos por la IDSA y la ATS era igual de efectiva que el tratamiento convencional. “Los resultados de la investigación demuestran que establecer la duración del tratamiento antibiótico en base a los criterios de estabilidad clínica es una medida que puede ser implementada de forma segura en pacientes ingresados por neumonía adquirida en la comunidad, conduciendo a una reducción significativa de la duración del tratamiento y aportando los beneficios de una pauta corta de tratamiento antibiótico”, asegura el Dr. Alberto Capelastegui, vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica y también investigador de este estudio.
Este ensayo clínico aleatorizado incluyó a 312 pacientes. La tasa de éxito clínico en el día 10 fue de 50,4% en los controles y 59,7% en el grupo de intervención. Al día 30 esta fue de 92,6% en los controles y 94,4% en el grupo de intervención, es decir, no se registraron diferencias significativas. Las puntuaciones del cuestionario de síntomas de NAC a los días 5 y 10 también fueron similares entre ambos grupos. Los tratamientos acortados tienen numerosas ventajas. En primer lugar, se asocian a tasas más bajas de resistencia antimicrobiana entre los patógenos respiratorios. Asimismo, reducir la duración de los tratamientos contribuye a una gestión más eficiente de los recursos y los costes sanitarios. “Alargar los tratamientos innecesariamente puede facilitar la aparición de efectos adversos. Por otro lado, otra de las ventajas más destacables de la implementación de estas directrices es que la adherencia a los tratamientos se ve mejorada si éstos son más cortos”, establece la Dra. Uranga.