Redacción farmacosalud.com
La medicina biorreguladora permite disminuir el dolor crónico de forma segura, eficaz y sin los efectos secundarios de los antiinflamatorios convencionales (los AINEs), según las conclusiones del XXVIII Simposium de Biorregulación, Investigación y Práctica Clínica, organizado por la Asociación para el Estudio de la Medicina Biorreguladora (Asembior). En él se ha presentado el libro ‘Bloqueos nerviosos, infiltraciones y tratamiento médico del dolor crónico benigno’, de la doctora Isabel Heraso, presidenta de la Fundación Internacional del Dolor, en el que se establecen protocolos para el tratamiento de este tipo de molestias físicas con medicina biorreguladora.
La medicina biorreguladora es una opción terapéutica con principios activos de origen vegetal y mineral “que permite curar y regenerar la zona y disminuir o hacer desaparecer el dolor, dependiendo de los casos, frente a los antiinflamatorios que se limitan a disminuir la inflamación”, asegura la doctora Heraso de acuerdo con un comunicado de Asembior.
También se usan infiltraciones
La medicina biorreguladora se aplica con el objetivo de restaurar el funcionamiento normal de los mecanismos de regulación del tejido, según Heraso. “Un uso interesante es compatibilizarlos con los bloqueos nerviosos, técnicas en las que se elimina el dolor de manera inmediata, por impedir su paso hacia el cerebro, gracias al anestésico local, y además se regenera la zona lesionada, gracias a los fármacos biorreguladores”, afirma. Además se usan las infiltraciones, que permiten inyectar el medicamento “en vez de en el sistema nervioso, dentro de la articulación o en la superficie de la piel para lograr un efecto similar, la regeneración del tejido dañado”, expone. La duración del tratamiento depende de las causas del proceso doloroso y de las circunstancias de cada paciente.
El problema del dolor crónico no está bien resuelto hoy en día . “Muchos pacientes pasan una media de 10 años visitando médicos tras haber fallado todas las opciones para tratarlo”, expresa esta especialista. El dolor crónico se define como aquel que dura un mínimo de seis meses “y que no es terminal sino que provoca un sufrimiento de por vida en caso de que no se busque solución”, comenta. Los dolores crónicos más frecuentes son, por este orden, “la lumbalgia, dolor cervical, cefaleas, dolor de rodilla, de columna, ciática, fibromialgia, dolor de cadera, de hombros o neuralgia del trigémino”, enumera.
La lumbalgia, el más frecuente
La lumbalgia “es el dolor crónico más frecuente en la especie humana, debido a la bipedestación, al mantener la columna erguida para estar de pie”, destaca la presidenta de la Fundación Internacional del Dolor. Se manifiesta con fuertes dolores en la parte inferior de la columna, pudiéndose extender e incluso a la parte posterior de las piernas, en caso de lumbociática que en ocasiones nos impide permanecer erguidos. Según un estudio australiano realizado en 187 países y publicado este mes en la revista ‘Annals of the Rheumatic Deseases’, “es la principal causa de incapacidad laboral en el mundo, sobre todo en varones entre los 35 y 55 años”.