Enrique Arandes Tejero
“Se tiende a sobretratar la fiebre e infratratar el dolor en los niños. Es decir, se trata la fiebre enseguida y en cambio hay más reticencias a administrar tratamiento para el dolor” (administración de analgésicos). Más claro, el agua. Son palabras de la doctora Amalia Arce Casas, miembro de la Junta de la Societat Catalana de Pediatria de l'Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya [Sociedad Catalana de Pediatría de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña]. Todos hemos tenido fiebre alguna vez, eso es indiscutible, pero… ¿quién tienen fiebrefobia? El temor exagerado e infundado respecto de la fiebre, o fiebrefobia, existe, claramente, en nuestro medio[1]. Se trata de una conducta adoptada habitualmente por progenitores primerizos, tal y como confirma la pediatra de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña: “Sigue existiendo temor a la fiebre; existen muchos falsos mitos que circulan en torno a la misma. Muchos padres acuden de forma urgente a la consulta cuando detectan fiebre. Obviamente, es más propio de padres con menos experiencia; posteriormente, tras cuadros febriles de sus hijos suelen reaccionar de forma más pausada”.
Hay médicos con fiebrefobia
En un artículo[2] se sostiene incluso que la fiebrefobia puede incidir en el ámbito de los médicos, quienes pueden expresar temor ante la presencia de una elevación de la temperatura corporal en el niño. Según la doctora Arce, en efecto, hay algunos profesionales de la medicina que toman excesivas medidas para atajar la fiebre infantil, puesto que “ante determinadas temperaturas quieren bajarla o asocian una determinada cifra en el termómetro con la necesidad de pautar antibióticos”.
“Aunque no tengo tanta experiencia en los adultos, mi percepción es que la fiebre en el niño asusta más, entre otras cosas por el mito que relaciona la fiebre con una hipotética afectación neurológica, y eso siempre da más miedo en el caso de un cerebro en desarrollo. También la frecuencia de los cuadros febriles es mucho mayor entre la población infantil que entre los adultos”, sostiene Arce.
Mejor mirar al niño que mirar el termómetro
La fiebre no es una enfermedad, es un mecanismo de defensa del organismo contra las infecciones. Febrícula es cuando la temperatura (axilar) está entre los 37 y los 38ºC. A partir de 38ºC (axilar) ya hablaríamos propiamente de fiebre. ¿En caso de febrícula, hay que administrar algún tratamiento al paciente pediátrico? ¿Y en caso de fiebre, cuándo debe darse algún medicamento al niño? A juicio de la doctora Arce, “la administración de tratamiento debe basarse en la afectación del estado general más que en un nivel de temperatura en concreto. Puede haber niños que con cifras más elevadas de temperatura estén tranquilos y al revés, con pocas décimas, encontrarse mal. Es siempre mejor ‘mirar al niño que mirar el termómetro’. Obviamente, cuanto más sube la temperatura más probable es que una persona se encuentre peor, con malestar y dolor de cabeza”.
¿Cuándo hay que reforzar con un antipirético más potente?
En definitiva, la experta considera que, a la hora de administrar o no algún tipo de fármaco ante un estado febril, hay que guiarse más por el estado general y el grado de malestar del menor afectado que por la temperatura corporal registrada. En cuanto al uso de analgésicos (fármacos que calman el dolor) para tratar la fiebre en niños, la pediatra vuelve a apelar al análisis del estado general y grado de malestar del paciente para tomar la decisión más adecuada. “Mi sensación es que se tiende a sobretratar la fiebre e infratratar el dolor en los niños. Es decir, se trata la fiebre enseguida y en cambio hay más reticencias a administrar tratamiento para el dolor”, o sea, dar analgésicos.
En pediatría se suelen dar fármacos antipiréticos (antitérmicos) que a la vez tienen propiedades analgésicas (calman el dolor) ¿En niños, es bueno o no reforzar esa combinación alternándola con un antipirético más potente si la fiebre es muy alta? “La recomendación general es utilizar un antitérmico (un principio activo) y utilizar el otro como ‘rescate’, es decir, cuando sin haber llegado al intervalo necesario para administrar una nueva dosis, el pequeño está con fiebre elevada y afectación del estado general. En la mayoría de los casos, la utilización de un único fármaco es suficiente. La alternancia da pie a más errores de posología y a sumar efectos adversos”, comenta la especialista.
A la bañera, en agua tibia, nunca fría
En cuanto al ancestral remedio de sumergir al menor con fiebre alta en agua fría, Arce señala que “las medidas físicas pueden servir para la fiebre, pero tienen una duración limitada. Pueden disminuir la fiebre, pero será de forma transitoria. Cada vez creo que se recomiendan menos. Si se pone al menor en la bañera, el agua debe estar tibia, nunca fría, ya que genera mucho malestar en los niños”.
Así las cosas, queda por determinar cuándo hay que llevar a un menor en estado febril a Urgencias. En el caso de menores de 3 meses, es preciso consultar en Urgencias. Entre los 3 meses y los 2-3 años existen protocolos específicos de actuación para este grupo. “Dependiendo del grado de temperatura, el tiempo de evolución y otros signos y síntomas acompañantes puede estar indicado ir a Urgencias o se puede demorar la visita y que se haga en la consulta de un pediatra. Siempre que haya mal estado general, aparezcan lesiones en la piel o síntomas como tendencia a dormir o rechazo del alimento puede estar indicado ir a Urgencias”, establece la facultativa.
La evolución de la fiebre puede ser similar en un lactante y en un niño de 3 años, por poner un ejemplo de edad más avanzada. Con todo, los mayores de 3 años son más maduros desde el punto de vista inmunitario y las infecciones se localizan con mayor frecuencia. “Los más pequeños pueden tener cuadros febriles más inespecíficos, generalizados. También, cuanto más pequeños son, pueden tener más afectación del sueño, de los hábitos de alimentación, etc. En cualquier caso, en los niños la causa más frecuente de la fiebre son las infecciones víricas”, apunta.
Apuesta por los termómetros de galinstan
Por otro lado, hay que tener en cuenta que una convulsión por fiebre puede manifestarse de manera similar a una no originada por este motivo. “Lo que nos marca la diferencia -precisa Arce- es la presencia de fiebre, que puede haberse constatado antes o justamente después de la convulsión”.
Por cierto, el termómetro de mercurio está en desuso, pero no faltan los que defienden sus virtudes ante el termómetro electrónico… A este respecto, la miembro de la Junta de la Sociedad Catalana de Pediatría aduce que “el termómetro de mercurio daba probablemente unas mediciones más fiables que los electrónicos, pero su toxicidad al romperse obligó a su retirada. Creo que un buen sustituto pueden ser los termómetros de galinstan”.
Sin motivo de alarma por el tema Dalsy
Finalmente, la doctora lanza un mensaje de tranquilidad en relación al uso del popular Dalsy para los niños. FACUA-Consumidores en Acción aseguraba que Dalsy 20 mg/ml suspensión oral omitía en su prospecto efectos secundarios relacionados con la capacidad psicomotriz de los menores[3]. Esta asociación advertía que el medicamento contenía un colorante amarillo anaranjado que podía provocar en algunos casos "efectos negativos sobre la actividad y la atención de los niños", algo a lo que no se hacía alusión en el prospecto. Para Arce, “en principio no” hay que alarmarse, porque “la cantidad de colorante en el fármaco es muy inferior a la considerada tóxica”. En este sentido, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ya “se ha manifestado recientemente en un comunicado[4] acerca de la seguridad del medicamento y de la no necesidad de modificar el prospecto”. Tras conocer el contenido de dicho comunicado, FACUA también se ha sumado al llamamiento a la calma.
Referencias
1. MORAGA M FRANCISCO, HORWITZ Z BENJAMÍN, ROMERO S CAROLINA. Fiebrefobia: conocimiento y actitud de los padres respecto de la fiebre. Rev. chil. pediatr. [Internet]. 2007 Abr [citado 2016 Sep 21] ; 78( 2 ): 160-164. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0370-41062007000200006&lng=es. http://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062007000200006
2. Razón Behar Roberto. Fiebrefobia. Rev Cubana Pediatr [Internet]. 2011 Dic [citado 2016 Sep 21] ; 83( 4 ): 431-441. Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-75312011000400011&lng=es
3. Web de FACUA. ‘El medicamento para niños Dalsy omite en su prospecto algunos efectos secundarios, advierte FACUA’ https://www.facua.org/es/noticia.php?Id=10709
4. AEMPS. ‘INFORMACIÓN SOBRE EL CONTENIDO DE COLORANTE AMARILLO ANARANJADO (E-110) EN EL MEDICAMENTO DALSY 20 MG/ML, SUSPENSIÓN ORAL, Y OTROS MEDICAMENTOS’. Septiembre 2016