Redacción Farmacosalud.com
Un bebé de menos de un año de edad que había sido hospitalizado en julio ha muerto en Cataluña este mes de septiembre a causa de un enterovirus A-71. Este caso forma parte del brote de más de 100 casos de la enfermedad detectados en menores de la comunidad autónoma catalana entre abril y agosto. Aunque la gran mayoría de los pacientes han podido recuperarse de las afectaciones neurológicas que les había causado el virus, hay algunos afectados en los que la recuperación no ha sido completa y padecen secuelas. Así las cosas, ¿qué ocurre en otoño con respecto al enterovirus?¿Sigue activo o baja su actividad? El doctor Fernando García-Sala Viguer, vocal nacional de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria de Atención Primaria (SEPEAP), tiene la respuesta: “Existe una gran cantidad de serotipos dentro de la familia de los enterovirus. Todos ellos suelen compartir tanto las características clínicas como las propiedades físicas y epidemiológicas en mayor o menor medida. En lo que sí que difieren es en su comportamiento y antigenicidad, siendo el lugar de replicación siempre el mismo, el tracto intestinal humano. En principio, podemos encontrarnos infección por enterovirus en todas las épocas del año, aunque se observa una mayor incidencia en la primavera y en el otoño”.
Son patógenos que tienen una distribución mundial. En los climas templados predominan en otoño y verano y en los climas tropicales todo el año. “En España, por tanto, el enterovirus no tiene predilección geográfica y podría existir un brote epidémico en cualquier parte del país”, advierte el pediatra.
El lavado de manos, fundamental para evitar contagios
Este virus penetra en el organismo por vía oral o nasofaríngea, con un periodo de incubación que oscila entre los 2 y los 30 días. Se multiplica localmente en el tejido linfoide de la faringe y después se disemina por vía sanguínea a otros tejidos diana, como la piel, miocardio, meninges, páncreas, etc., en donde se replica. “Como se elimina por heces y por vía respiratoria por las secreciones de vías altas, es fundamental mantener una buena higiene de manos para evitar contagiarse tras cambiar un pañal a un lactante infectado. El lavado de manos es fundamental para evitar contagiar a otro niño, por lo que siempre incidimos mucho en este tema a la hora de instruir a las cuidadoras en las guarderías y escuelas infantiles. Asimismo, es fundamental una muy buena higiene en los comedores, tanto del personal como de los propios niños, a los cuales se les debe de fomentar desde muy pequeños la higiene de las manos antes y después de comer y antes y después de ir al baño. Por otro lado, la protección respiratoria es importante, por lo que hay que utilizar pañuelos de papel de un solo uso, enseñar a los niños a ponerse las manos en la boca ante estornudos y toses, y recomendar un lavado de manos posterior para evitar contagios”, explica el doctor García-Sala.
“Tal y como ya hemos indicado -señala el médico-, existe una gran cantidad de serotipos de enterovirus, siendo unos más peligrosos, como el caso del virus de la poliomielitis que, gracias a su vacuna, ya lo tenemos prácticamente erradicado, y los subtipos D-68 y A-71, que tienen especial predilección por el sistema nervioso ocasionando cuadros de meningitis víricas, encefalitis y síndrome mano-pie-boca, que en función del estado inmunitario del niño podrían acarrear complicaciones fatales. Por otro lado, existen otros enterovirus como son el virus Coxsackie A, que también puede ser el responsable de la enfermedad boca-mano-pie que suele cursar sin complicaciones y que afecta a los lactantes y niños pequeños que van a la guardería”.
Los serotipos D-68 y A-71 pueden ocasionar desde un cuadro catarral inespecífico con algo de fiebre y malestar general, típico de un cuadro gripal, “hasta un cuadro grave de paraplejia, encefalitis y desenlace fatal, como ha sucedido hace unos días en Cataluña. Por tanto, va a depender mucho del estado inmunológico del niño el hecho de que el virus ocasione un cuadro más o menos importante”, especifica el vocal nacional de SEPEAP.
El adulto no es inmune al enterovirus, pero la probabilidad de enfermar es ínfima
Según García-Sala, el adulto en general está mucho más protegido que el niño frente a las cepas graves del enterovirus debido a que se ha puesto en contacto con el virus y presenta anticuerpos para frenar su proliferación (y por tanto se frena la capacidad de ocasionar la enfermedad), “pero esto no quiere decir que el adulto sea inmune; se han dado casos en adulto pero la probabilidad es ínfima”. O sea, que en el caso de las personas que ya han dejado atrás la edad pediátrica hay una probabilidad mucho más alta de diseminar el enterovirus que de padecer la enfermedad y, sobre todo, de padecer una infección fulminante.
Por desgracia, en la actualidad no existe ningún tratamiento específico útil para combatir los enterovirus, “salvo el virus de la poliomielitis del que ya hemos comentado que existe vacuna, y que gracias a ella afortunadamente en la actualidad la ‘polio’ está prácticamente erradicada. El resto de enterovirus responden bien al tratamiento sintomático con antitérmicos, buena hidratación, reposo en casa y dieta blanda. En caso de infección por los serotipos D-68 o A-71, que podrían ocasionar en algún caso patología neurológica grave, sí que se precisaría tratamiento intensivo en una UCI pediátrica”, afirma.
Enfermedades que hay que comunicar en la escuela y enfermedades que no
El colegio ha comenzado y muchos padres tienen ante sí nuevos horarios, tareas y relaciones que giran alrededor de la vida de sus hijos. El mismo doctor García-Sala comenta el caso de una madre que le enseñaba en consulta un mensaje de un foro de whatsapp de padres en el que avisaban que un niño de la clase tenía la enfermedad 'mano-pie-boca'. La mujer enseñaba el mensaje y preguntaba si veía conveniente enviar a su hijo a clase. El colegio es un gran centro de distribución de enfermedades, como lo es cualquier otro lugar al que pueda acudir mucha gente. Se debe hacer una labor de concienciación de los niños para que cuiden su higiene, pero como un hábito o rutina. Deben lavar sus manos de forma frecuente. Hay muchas enfermedades que se pueden contraer en el colegio en época escolar y que no nos deben causar alarma, se indica a través de un comunicado de SEPEAP.
Afecciones que no necesitan ser comunicadas
La herpangina y la enfermedad ‘mano-pie-boca’ son infecciones muy comunes en edades tempranas. Se reconocen por la aparición de puntitos rojos en la parte posterior de la boca, que se convierten posteriormente en pequeñas llagas algo dolorosas. La enfermedad mano-pie-boca tiene los mismos síntomas, pero como indica su nombre, en la boca, manos y los pies. También pueden aparecer en la zona del pañal. Ambas enfermedades están causadas por el mismo virus. Sus síntomas son fiebre, dolor de garganta y malestar antes de la aparición de los puntos en la boca. No existe un tratamiento contra este virus, que se propaga por contacto o respiración. Los puntos y úlceras desaparecen en 10 días. Su periodo de incubación es de 3 a 6 días, durante el que puede contagiar a otros. Se pueden administrar antitérmicos para aliviar la fiebre y el dolor.
Los catarros y faringitis son las infecciones de vías aéreas superiores más frecuentes. Los síntomas son fiebre, mocos y congestión nasal, de carácter leve, aunque se acentúa la sensación de dificultad respiratoria en los más pequeños. Puede disminuir el apetito y aparecer vómitos y, en el caso de la faringitis, dolor de garganta y tos asociada a secreciones. Estas infecciones no tienen tratamiento específico y desaparecen en cuestión de días. Se pueden usar antitérmicos para controlar la fiebre y reducir el malestar general. Asimismo, no se recomiendan los antitusivos, pues la tos es un mecanismo de defensa del cuerpo necesario para limpiar de secreciones la vía aérea.
Otra enfermedad muy común es la gastroenteritis, bastante frecuente entre los niños en los primeros años de escuela, si bien la más habitual es la provocada por el rotavirus, contra el que ya se incluye vacunación. Sus síntomas son diarrea, vómitos, fiebre, dolor abdominal... Resulta fácil su transmisión por vía fecal-oral en cambios de pañal o cuando los niños se limpian; por ello es necesario enseñar bien las medidas de higiene. El tratamiento consiste en buena hidratación y una dieta astringente, y sólo en caso de que no mejore el pediatra puede recetar antibióticos. Los probióticos son un aliado muy eficaz en estos casos a la hora de aumentar la flora bacteriana buena para el niño y disminuir los gérmenes más patógenos.
Otro clásico en la escuela son las infecciones de oído. La otitis es una inflamación del oído medio, habitualmente derivada de un cuadro infeccioso respiratorio previo, por acúmulo de secreciones mucosas. Los niños son más vulnerables a esta infección porque sus trompas de Eustaquio son más cortas, horizontales y anchas. Además de mocos en las fosas nasales, la otitis puede presentar fiebre y dolor de oídos. En muchos casos esta infección se cura en 2 o 3 días con un tratamiento de gotas óticas con antiinflamatorios, que ayudarán a bajar la inflamación del tímpano y los tejidos circundantes para que el moco pueda salir. Si lo considera el pediatra, en determinados casos puede recetarse tratamiento antibiótico.
Otra enfermedad habitual es la roseola o exantema súbito. El cuadro empieza con fiebre muy alta (puede alcanzar los 40.5° C) unos días antes de que aparezca una erupción cutánea que comienza en el tronco y se extiende a las extremidades. La erupción, de pequeños puntitos rosados que no pican, durará entre 3 y 7 días, durante los cuales la fiebre va disminuyendo de intensidad. El niño puede, además, tener bastante mucosidad nasal, dolor de garganta y enrojecimiento de ojos. No existe tratamiento específico y la enfermedad finaliza, por lo general, por sí sola sin complicaciones. La fiebre, aunque es alta, responde bien a los antitérmicos.
También es frecuente encontrarse casos de conjuntivitis. Se trata de una inflamación de la conjuntiva, la membrana que envuelve el ojo por la zona esclera (parte blanca del ojo) y el párpado por dentro. Es una infección frecuente en edades tempranas que se produce por irritación, ya sea por alergia o por infección. La irritación produce rojez y el ojo aumenta la producción de lágrima como mecanismo de limpieza. Cuando las lágrimas se sobreinfectan aparecen las legañas, lo que agrava la sensación de ‘arenilla’, y un dolor leve, que suele sentirse como si fuera picor. Su tratamiento requiere generalmente menos de una semana de antibiótico en colirio, hasta que el niño amanezca al menos dos días consecutivos sin secreciones y con los ojos normales.
Como norma general su hijo pasará alguna de estas enfermedades a lo largo del año. El pasarlas mejorará su sistema inmunológico, lo que creará anticuerpos para estas enfermedades. Si ve que se encuentra débil o tiene fiebre, déjele en casa hasta que mejore. Estas enfermedades son comunes y no necesitan ser comunicadas a otros padres. Nadie estaría en su propio trabajo comunicando a unos y otros que tiene conjuntivitis, otitis o diarrea. Simplemente, se extreman la higiene y las precauciones para tratar de no contagiar a nadie.
Enfermedades que deben comunicarse a la escuela
Otra cosa serían aquellas enfermedades que sí deben ponerse en conocimiento de la escuela, como la infestación de piojos, unos parásitos bastante molestos que se adquieren de forma casi aleatoria, ya que no tienen nada que ver con higiene, nivel socioeconómico o hábitos de vida. Es más, muestran cierta preferencia por el pelo limpio. "En el caso de que nuestros hijos tengan piojos, basta tratarse e informar al centro educativo, sin ausentarse de las clases, para evitar que la infección pase de contagiados a sanos cíclicamente. Para su tratamiento es suficiente utilizar un producto protector”, sostiene el doctor Jesús García Pérez, vocal de la SEPEAP.
Se debe notificar también al colegio, y éste al resto de los padres, cuando su hijo haya contraído enfermedades como la meningitis, el sarampión, las paperas... incluso la varicela, que son infecciones que pueden ser graves o potencialmente mortales. Afortunadamente, la mayoría de los niños están vacunados para estas enfermedades, pero lamentablemente no todos lo están y es mejor prevenir.