Aunque por norma general la alergia infantil al polen se manifiesta entre los 3 o 4 años de edad, no es nada extraño encontrarse con un niño que empieza con cuadros de polinosis (trastorno alérgico producido por el polen) a edades más tempranas. La explicación la tiene el doctor Antonio Nieto, jefe de la Unidad de Neumología y Alergia Infantil del Hospital Universitario la Fe de Valencia: depende de la duración del período de polinización, que puede ser diferente en función de cada especie vegetal. Cuanto más largo es ese período, más posibilidades puede haber de que el menor manifieste su alergia antes de los 3-4 años, en tanto que habrá recibido durante más tiempo los efectos del polen.
De hecho, todo proceso de sensibilización al polen (polen que provocará la alergia) requiere un tiempo de exposición. Por un lado, hay pólenes como el de gramíneas y olivo de estación relativamente corta. En estos casos, “normalmente es necesario que transcurran entre tres y cuatro estaciones polínicas para que un niño pueda hacerse alérgico al polen”, ha afirmado Nieto. O sea, como el período de polinización es más breve en esas especies, el niño necesitaría más tiempo para volverse alérgico a ellas. Por ese motivo, no es frecuente encontrar este tipo de pacientes por debajo de los 3-4 años de edad.
Sin embargo, si hablamos de pólenes de estación más larga, como puede ser la parietaria -se puede detectar desde la primavera temprana hasta finales del otoño, en un período de entre 6-9 meses-, "es más fácil poderse encontrar con menores alérgicos al polen incluso más jóvenes”, ha explicado el especialista. En definitiva: “Aun siendo infrecuente, no es excepcional encontrar niños alérgicos al polen por debajo de los 3 o 4 años” de edad, según ha asegurado.
Catálogo de pólenes alergénicos en España
De acuerdo con las explicaciones del doctor, en España los pólenes más alergénicos durante la primavera se reparten de la siguiente forma: en centro, en la Meseta, las gramíneas; más al sur, en Ciudad Real y Andalucía el olivo; en el norte, abedul y el plátano de sombra, y en la zona costera mediterránea, la parietaria y la salsola.
Mención aparte merece el ciprés, un árbol ornamental actualmente muy extendido en setos de muchos puntos de la geografía española, pero que 50 años atrás sólo estaba presente en los cementerios. “El de ciprés es un polen muy prevalente”, ha alertado el doctor.
Para diferenciar una alergia de un catarro, analizar el contexto general
Diferenciar un resfriado común, cuyos síntomas son estornudos, destilación nasal acuosa, picor de nariz y en ocasiones ojos rojos, de una rinitis alérgica es difícil por la similitud de los signos en ambas afecciones, por lo que sólo cabe analizar el contexto en que el menor sufre las molestias y dejar en un segundo plano el examen de los síntomas. Para el doctor Nieto, si el niño padece rinitis alérgica presentará un cuadro situacional más o menos similar como el que sigue: “No le ha pasado de forma ocasional o una única vez, sino que le pasa con relativa frecuencia en unas determinadas circunstancias, en una determinada época del año y además puede que tenga antecedentes personales o familiares de otras enfermedades alérgicas”.
Tras la sospecha debe llegar el diagnóstico, que puede realizarse con un test cutáneo o determinación de IgE específica, es decir, determinación del anticuerpo IgE presente en la sangre de los niños alérgicos. Cuando esta cantidad IgE se eleva por encima de determinados límites, se asume que hay un cuadro de alergia al polen, ha detallado Nieto. A partir de aquí, hay que identificar el alérgeno y dar un tratamiento preventivo durante la estación polínica, un tratamiento sintomático para corregir los síntomas y aplicar inmunoterapia -con vacunas- para tratar la alergia subyacente.
Antihistamínicos de segunda generación, el primer escalón terapéutico
En cuanto a las medidas preventivas, hay varios caminos a seguir. “No se puede dejar al niño metido en casa durante toda la estación, aun cuando sean pólenes de estación corta, que duran un mes o mes y medio; en la provincia de Jaén, donde la concentración de polen de olivo es enorme, a menores alérgicos al polen les están mandando a estudiar durante la estación polínica a un colegio de la costa de Málaga, y eso les mejora, pero son situaciones excepcionales”.
Otra medida para luchar contra la polinosis infantil son los tratamientos farmacológicos. Según el experto, “en niños, la Academia Europea de Alergia establece claramente que el primer escalón terapéutico son los antihistamínicos de segunda generación. Luego, dependiendo de la intensidad o gravedad o persistencia, habrá que intensificar el tratamiento añadiendo corticoides tópicos nasales”. Después está la inmunoterapia, que consiste en preparar un extracto con el polen que supuestamente está produciendo los problemas al paciente y administrárselo periódicamente para inducir una tolerancia o acostumbramiento del organismo a dicha sustancia, con el fin de que con el paso del tiempo se vaya produciendo una adaptación y el paciente deje de tener síntomas cuando se exponga de forma natural al alergeno en cuestión.
En niños, mejor la inmunoterapia subcutánea que la sublingual
Para el doctor Nieto, la inmunoterapia sublingual no es la mejor opción en niños porque existen “problemas de cumplimiento” del procedimiento y además “por debajo de determinadas edades, la sublingual no es sublingual sino oral, es decir, los niños no mantienen debajo de la lengua dos o tres minutos las gotas que hay que administrarles”, sino que “se las tragan”. El neumólogo y alergólogo prefiere la inmunoterapia subcutánea en tanto que se “tiene más experiencia en su uso y, a pesar de ser inyectada, se cumple mucho mejor que la sublingual; además la subcutánea es bastante más eficaz en términos comparativos y es bastante más barata”. “En niños, la primera opción en caso de plantearse poner inmunoterapia debiera ser siempre, salvo casos excepcionales, la subcutánea”, ha concluido.
Por lo que respecta a la relación entre rinitis alérgica y aparición de cuadros asmáticos, Nieto ha comentado que “los niños con rinitis alérgica mal controlada tienen más posibilidades de tener crisis de asma y de ser hospitalizados por culpa de esas crisis”.