Redacción Farmacosalud.com
No es fácil confesar en público que se tiene lo que coloquialmente se conoce como ‘manías’. Y menos aún cuando esas ‘manías’ se convierten en algo patológico. Ver al actor Jack Nicholson en la película ‘Mejor... imposible’ dando saltitos por la calle para evitar pisar ciertas baldosas o porciones de acera -entre otros rituales inexplicables- da una idea de lo que es padecer un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), pero este film no deja de ser una comedia, mientras que el drama personal en el que están instalados los pacientes de TOC va mucho más allá de lo que pueda deducirse de una interpretación artística, por más brillante que ésta sea. Precisamente, es una artista, la cantante argentina Ro Vitale, quien, en un alarde de valentía, decide desnudar como paciente las irracionalidades del trastorno obsesivo-compulsivo a través de ‘TOCada’, su libro autobiográfico. “Mi deseo es que este libro acompañe a las personas en sus travesías personales desde el dolor hacia la vitalidad, desde la adversidad hacia la felicidad”, afirma la cantante.
El caso de Ro Vitale es doblemente duro por dos razones. En primer lugar, porque el TOC le ha afectado en su esfera personal. Aquí va algún ejemplo: “Temía que una lluvia de metales pesados pudiera caer sobre mi cabeza si salía de mi casa, o que si rozaba levemente las paredes de la calle o la ropa de desconocidos podría contagiarme de enfermedades letales. Por lo tanto, dejé de salir al exterior”. Y, en segundo lugar, porque le ha afectado también en su carrera profesional: “Lamentablemente, la severidad de mi cuadro se acentuó y el estudio de grabación también se ‘contaminó’, impidiéndome continuar con esta tarea tan saludable”.
Por suerte, “la urgencia del deseo, la necesidad de responder en tiempo real a mi creatividad eran más potentes que el terror”, de manera que la cantante argentina hizo de tripas corazón y se agarró fuertemente a su más puro instinto artístico para tratar de salir del atolladero psicológico en el que se encontraba. Tras someterse a terapia, actualmente se encuentra “experimentando el nivel más bajo de TOC que haya tenido desde mi diagnóstico. He recuperado una altísima funcionalidad. Y si bien las obsesiones pueden ocupar un lugar en mi mente, se han debilitado considerablemente, no sólo porque ya no realizo la mayoría de las compulsiones, sino porque mi vida cotidiana está poblada de otras cuestiones importantes que no le corresponden al trastorno”. En definitiva, el libro de Ro Vitale es un desahogo de máximos que pretende dar esperanza a otras personas que estén bajo el yugo del trastorno obsesivo-compulsivo… Moraleja: el TOC puede superarse o, al menos, minimizarse. Palabra de Ro Vitale. Palabra escrita en un libro.
-¿Cuándo se dio cuenta de que padece un trastorno obsesivo compulsivo (TOC)?
Hace aproximadamente 5 años, y casi de un día para el otro, una serie de síntomas inesperados se hicieron presentes de modo relativamente masivo. Mi mente se colmó de pensamientos irracionales, angustiantes e intrusivos. El miedo comenzó a regir mi cotidiano, funcionando como una alerta desesperante que me compelía a realizar acciones compulsivas en un intento infructuoso de neutralizar el pánico.
-¿Qué síntomas tenía, en qué aspectos se centraba su trastorno?
En mi caso, que luego fue diagnosticado como TOC severo, se combinaron diversos sub-tipos del trastorno. Los pensamientos intrusivos me alertaban sobre riesgos de contaminación y temores supersticiosos. Para dar algunos ejemplos: temía que una lluvia de metales pesados pudiera caer sobre mi cabeza si salía de mi casa, o que si rozaba levemente las paredes de la calle o la ropa de desconocidos podría contagiarme de enfermedades letales. Por lo tanto, dejé de salir al exterior. Por otro lado, si lograba -con ayuda- atravesar la puerta de mi casa para dirigirme hacia algún lugar, debía realizar coreografías específicas en el trayecto: no pisar tales baldosas o caminar hacia atrás y adelante un número incontable de veces, de tal modo que me aseguraba que no ocurriera algo terrible. Las consecuencias de estas conductas compulsivas cercenaron mi acceso a las cuestiones más básicas de supervivencia. De ese modo, caminar una cuadra* podía llevar media hora o más.
[Vídeo que recoge momentos evidentes de TOC en la película ‘Mejor... imposible’. Fuente: Youtube]
-¿Se negaba usted al principio a aceptar que padecía TOC?
Muchos años antes de mi diagnóstico y de la irrupción masiva de los síntomas, tuve una consulta con un psiquiatra que, sin dudar, me dijo que yo ‘era un TOC de libro’. No me gustó, sobre todo porque su sugerencia -casi decretada- era que debía convertirme en una medicada crónica. Siempre me resistí a este tipo de sentencias. Con el tiempo, y con mi experiencia en el tratamiento y la educación sobre TOC, aprendí que la medicación puede ser una gran herramienta, pero de ningún modo se constituye como el epicentro de un tratamiento exitoso. Sin embargo, frente a la explosión de mi trastorno (hace 5 años), era tal la desesperación de mi entorno y mi propio malestar, que la sola idea de arribar a un diagnóstico certero y a un tratamiento específico se constituía como nuestra gran esperanza. Con lo cual, no sólo no me negué a saberme enferma de TOC, sino que abracé la oportunidad de la recuperación con mucho entusiasmo.
-¿Cómo afectó en su vida personal sufrir un trastorno obsesivo compulsivo?
El TOC cercenó cualquier dimensión del deseo, vestigio de bienestar y hasta se coló en las rendijas de aquello que asegura la supervivencia. Cuestiones básicas que el común de las personas realizan de modo casi automático (como beber, comer y dormir) también estaban puestas en cuestión. Recuerdo alguna noche de verano furioso, mirando fijo a una botella de líquido con los labios secos, sin poder tocarla porque el TOC indicaba que estaba ‘contaminada’ o era ‘malvada’. La sed me invadía sin que mi cuerpo pudiera reaccionar favorablemente a la necesidad de hidratarme.
-¿Y en su faceta como cantante, cómo le afectó?
Cuando se disparó el TOC en mi vida, mi segundo disco ‘Étnica’ se había alzado con dos premios muy importantes (Premio Gardel y Premio Clarín) hacía poco tiempo. La lógica habría indicado que tal situación beneficiaría a mi carrera. Sin embargo, las compulsiones ocupaban gran parte de mi día y la disfuncionalidad impedía que pudiera realizar tareas profesionales. Sin embargo, y aún sumida en el pánico y la desesperación, escribir canciones se convirtió -al menos por un tiempo- en el único espejo en el que podía continuar viendo mis rasgos personales, mi identidad. Componer música era la única ancla que me conectaba con mis aspectos vitales.
Lamentablemente, la severidad de mi cuadro se acentuó y el estudio de grabación también se ‘contaminó’, impidiéndome continuar con esta tarea tan saludable. Pero el escenario jamás fue ‘manchado’ por el TOC. Aun cuando tuvieran que llevarme entre varias personas, cubierta con abrigos y guantes, aun cuando no podía tomar contacto con el exterior, y subiera a las tablas con la ropa mojada y diagnóstico de desnutrición, en el instante exacto en que mi mano lastimada cogía el micrófono y mi voz comenzaba a ser protagonista, los síntomas desaparecían casi por completo. La urgencia del deseo, la necesidad de responder en tiempo real a mi creatividad eran más potentes que el terror. Gracias a este descubrimiento (y algún otro) comencé a trabajar en la ‘Teoría del Deseo Urgente como Herramienta Terapéutica Auxiliar’, con la ilusión de poder construir un recurso accesorio que se pueda incluir en los dispositivos terapéuticos, en la línea de relevar y darle lugar a los aspectos más anhelados y vitales del paciente, en su lucha por derribar al TOC.
-Para alguien con TOC, las tareas más comunes se vuelven obstáculos. Comer, dormir, tocar, caminar, abrigarse o beber dejan de ser obviedades motrices para convertirse en preguntas pavorosas. ¿Por qué?
Los pensamientos irracionales suelen ‘posarse’ sobre las cuestiones más básicas de lo cotidiano. Entonces, una puerta que naturalmente sirve para dirigirse de un lugar a otro, se convierte en una entidad altamente peligrosa. El mundo es mirado con otros lentes, que re-significan la utilidad y valor de objetos, personas, situaciones y sensaciones. La particularidad de este trastorno es que el afectado sabe que esos pensamientos no tienen sentido. No hay delirio. En todo momento (no importa el nivel de insight) el paciente se revuelve contra estos miedos irracionales. Los reconoce relativamente ajenos y ridículos. Pero las alertas afectivas son más fuertes que su posibilidad de desestimarlos. Con la terapia específica, esta tendencia a ser doblegado por el TOC se invierte, y el afectado comienza a ganar herramientas para dejar de realizar las compulsiones y retornar a hábitos saludables.
-¿A qué tratamientos se ha sometido?
El tratamiento específico (y que ha demostrado mayor éxito) para el TOC tiene como eje central a la EPR (Exposición y Prevención de la Respuesta), técnica desarrollada por la escuela Cognitivo-Conductual. Además, se incluye psico-educación y también medicación en los casos que haga falta. Mi primer tratamiento de EPR fue en Buenos Aires, con el Lic. Fernando García de la Fundación Aiglé. Mi segundo tratamiento lo realicé en los Estados Unidos, en California con el Lic. Kevin Foss del OCD Center of L.A.
-¿Cómo se encuentra actualmente de su trastorno?
Hoy puedo decir que en este momento me encuentro experimentando el nivel más bajo de TOC que haya tenido desde mi diagnóstico. He recuperado una altísima funcionalidad. Y si bien las obsesiones pueden ocupar un lugar en mi mente, se han debilitado considerablemente, no sólo porque ya no realizo la mayoría de las compulsiones, sino porque mi vida cotidiana está poblada de otras cuestiones importantes que no le corresponden al trastorno. Por eso considero de gran importancia no esperar a remover la mayoría de los síntomas para re-conectarse con los proyectos personales y las actividades placenteras. En la medida en que el afectado ya ha ganado un porcentaje considerable de funcionalidad, el tratamiento debe también prestar atención a la identidad del paciente. Debajo del TOC existe un sujeto ‘deseante’ que también debe ser reforzado. El TOC dinamita la autoestima; por lo tanto, retornar cuanto antes a nuestras tareas disfrutadas es fundamental para la recuperación.
-¿Qué le recomendaría a alguien que sufre un trastorno obsesivo compulsivo?
En principio, no tener vergüenza ni sentir culpa. Ningún afectado es responsable del trastorno. Los pensamientos obsesivos no se corresponden con los deseos o la personalidad del afectado. Cuando entendemos que el TOC es ego-distónico y que se trata de un trastorno genético y no de un aspecto de nuestra personalidad, comenzamos a dar el primer paso hacia la recuperación. Es muy importante que la familia (y el entorno en general) también comprenda la naturaleza del TOC para poder acompañar adecuadamente a su ser amado.
El segundo paso es pedir una entrevista diagnóstica con un profesional especialista en EPR. Este punto es muy sensible, ya que dada la poca información que hay sobre TOC, muchísimos afectados son subdiagnosticados (especialmente por psicoanalistas), lo cual es grave, ya que -como dije antes- el tratamiento para el TOC es muy específico. Si el paciente o su entorno no conocen ningún centro especializado, pueden comunicarse conmigo buscándome en Facebook como Ro Vitale, y yo intentaré recomendarles especialistas cercanos a su domicilio. Insisto en que el paso más importante hacia el bienestar es realizar el tratamiento adecuado (EPR). Este tratamiento puede incluir o no medicación, pero siempre debe dedicar un espacio de psico-educación para la familia del afectado. El rol del entorno es fundamental en el empeoramiento o mejoramiento del cuadro. Las personas con TOC deben comprender que este trastorno se trata, que se puede mejorar muchísimo y recuperar los proyectos y la sonrisa. Entiendo (porque lo he vivido) lo difícil que es convivir con este trastorno; por eso, insisto en llevar esperanza y echar luz sobre el tratamiento. Yo soy la prueba viva de que con un diagnóstico de TOC severo y habiendo perdido casi toda funcionalidad, he salido adelante con el tratamiento indicado, el apoyo de mi entorno y toda mi voluntad para volver a brillar.
-¿Qué puede encontrar el lector en el libro ‘TOCada’, su autobiografía?
TOCada es un relato urgente en tiempo real. Fue escrito al paso de mis propios pasos. Desde el diagnóstico hasta la recuperación, cada etapa es grito y arrullo, dolor y sonrisa y -sobre todo- esperanza. Quien lo lea podrá sentir que camina conmigo de la mano, reviviendo toda la experiencia como si volviera a ocurrir. Mi deseo es que este libro acompañe a las personas en sus travesías personales desde el dolor hacia la vitalidad, desde la adversidad hacia la felicidad.
*Término urbanístico similar a la ‘manzana’