Redacción Farmacosalud.com
Echarse a reír y tener un escape involuntario de orina no tiene ningún tipo de gracia. Pero es que ninguna. Muchas mujeres sufren este problema y, en ocasiones, aunque de forma involuntaria, el lenguaje de uso común banaliza determinados dramas personales: “Expresiones del tipo ‘es para mearse de risa’ o ‘¡qué divertido!, me meo’ son muy habituales, pero representan un problema muy común entre la población y no se las permito a mis amigos. Es como una declaración de principios, les pido que las sustituyan por otras”, enfatiza Virginia Urcelay, fisioterapeuta de la Unidad de Suelo Pélvico de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Urcelay ha escrito el libro ‘¿Mearte de risa?... ¡Ni de broma!’ con el objetivo de visibilizar la incontinencia urinaria y dar consejos prácticos para tratarla y prevenirla. La obra se ha titulado así por su “tono ameno y divulgativo”, señala la autora, quien destaca que “la incontinencia que se produce ante un ataque de risa es, para mí, una de las más difíciles de resolver, porque se produce más por una falta de control central que por un problema mecánico o de falta de fuerza”. Por cierto, la fisioterapeuta aprovecha esta entrevista para avisar que ‘aguantarse’ las ganas de orinar en la infancia puede pasar factura en la edad adulta: “Los malos hábitos que se generan en la infancia pueden llevar a alterar el ritmo miccional y defecatorio de los futuros adultos. Niños, y sobre todo niñas, que aguantan la orina y las heces hasta llegar a casa son candidatos a sufrir problemas como estreñimiento (muy relacionado con las incontinencias urinarias) e incontinencias de urgencia (llegan a casa ‘a reventar’)”.
-¿Por qué ha titulado su libro ‘¿Mearte de risa?... ¡Ni de broma!’?
Porque expresiones del tipo ‘es para mearse de risa’ o ‘¡qué divertido!, me meo’ son muy habituales, pero representan un problema muy común entre la población y no se las permito a mis amigos. Es como una declaración de principios, les pido que las sustituyan por otras. Además, quería que fuera un título que reflejara el contenido del libro (hablar de las incontinencias urinarias) y también su tono ameno y divulgativo.
-¿El libro recoge anécdotas?
Sí, sobre todo recoge casos reales de muchos de mis pacientes con los que multitud de personas se pueden sentir identificadas. Soy muy dada a poner ejemplos sencillos a mis pacientes y esto lo he trasladado al libro.
Hubo uno de los casos que escribí y que tuve que cambiar en la versión definitiva que entregué a la editorial. Se trataba de una paciente joven y maratoniana a la que había tratado unos años atrás y de la que contaba que se había asomado a la puerta de la Unidad para preguntarme si iba a prohibirle que siguiera corriendo. Al decirle que no, me confesó que se habría ido en caso afirmativo. Contaba de esta paciente que había mejorado mucho, pero no se había resuelto del todo su problema. Cuando el libro ya estaba muy avanzado, me la encontré en el departamento por otras razones y me anunció que no había vuelto a tener pérdidas y que su incontinencia se había solucionado por completo. Con gran felicidad, cambié el texto en lo referente a ella.
-¿Y situaciones dramáticas, también las recoge?
También hay varias. Porque quería plasmar el efecto negativo que este problema supone en la vida social, familiar, laboral, sexual, etc. de las personas que lo sufren. En los más de 11 años que llevamos en la Fundación Jiménez Díaz con la Unidad de Suelo Pélvico en marcha, no he dejado de oír a pacientes que dejan de viajar, de salir con amigos, de practicar deporte o de mantener relaciones sexuales.
Este ejemplo no aparece en el libro porque me ocurrió la semana pasada, cuando una paciente me dijo: ‘¿Podrían darme algo para quitarme las ganas de reír?’ Me pareció terrible.
-¿La incontinencia urinaria puede prevenirse con fisioterapia?
No todas las incontinencias se pueden prevenir, pero sí muchas. Mantener un buen tono en los músculos del suelo pélvico es fundamental de cara a evitar las incontinencias de esfuerzo. Y llevar unos buenos hábitos higiénico-dietéticos en cuanto a ingesta de líquidos, frecuencia miccional, etc. ayuda a prevenir las incontinencias de urgencia.
-El 70% de las mujeres con incontinencia urinaria que reciben tratamiento de fisioterapia solucionan su problema. ¿Por qué no ocurre lo mismo con el 30% restante?
Hay incontinencias que no tienen que ver con la fuerza del suelo pélvico, ni con unos buenos hábitos. Pueden tener que ver, por ejemplo, con una mala angulación entre el cuerpo de la vejiga y la uretra, o con una lesión de origen neurológico, con un prolapso que requiera tratamiento quirúrgico, etc. A pesar del título del libro, la incontinencia que se produce ante un ataque de risa es, para mí, una de las más difíciles de resolver, porque se produce más por una falta de control central que por un problema mecánico o de falta de fuerza.
-¿Cómo se explica fisiológicamente que la fisioterapia ayude a solucionar el problema a dicho 70% de mujeres?
Lo explica el hecho de que estamos hablando muchas veces de un tratamiento sobre músculos del suelo pélvico y éstos (como cualquier otro músculo voluntario del cuerpo) se ejercitan con fortalecimiento activo, biofeedback, a través de electroestimulación y aprendiendo a usar la fuerza adquirida. En el caso de las incontinencias de urgencia, los pacientes mejoran conociendo la fisiología normal del sistema urinario… conociendo el problema es mucho más sencillo darle solución.
Me preocupo mucho de que mis pacientes entiendan el porqué de cada técnica que usamos: si quiero que fortalezcan los músculos, deben saber qué vamos a conseguir con esa fuerza; si les digo que cortar el chorro del pis es contraproducente, que sepan en qué les perjudica; si tienen urgencia miccional, cómo vencerla, etc. La fisioterapia es una disciplina que requiere especialmente de la colaboración del paciente. Además, la fisioterapia en pelvi-perineología abarca mucho más que el tratamiento muscular y la reeducación miccional.
-Usted asegura que este problema, en algunos casos, puede solucionarse incluso con un tratamiento de sólo tres semanas. ¿Cuál es el programa de ejercicios en esos casos de rápida resolución?
Hay pacientes cuya patología tiene su origen en unos malos hábitos: cortar el chorro del pis durante la micción, aguantar demasiado para ir al baño, hacerlo con demasiada frecuencia, dejar que la vejiga ‘mande sobre ellos’ ante situaciones de urgencia, realizar ejercicios abdominales hiperpresivos o deportes de impacto, presentar un desconocimiento sobre su zona perineal, realizar pujos defecatorios contraproducentes debido al estreñimiento, no llevar a cabo un bloqueo de sus músculos ante los esfuerzos, etc. A menudo, con unas sesiones de reeducación es suficiente para lograr la continencia.
-Aunque la incontinencia urinaria es un trastorno más frecuente entre las mujeres porque el suelo pélvico masculino es más fuerte y no se ve sometido a agresiones hormonales, de sus primeros 100 pacientes de la unidad de suelo pélvico, 24 fueron hombres. ¿Qué pacientes llegan más fácilmente a una curación, hombres o mujeres?
Prácticamente la totalidad de estos 24 pacientes eran por secuelas tras la prostatectomía radical, que afecta al esfínter interno. Por lo tanto, el pronóstico de cara a la resolución de su incontinencia suele ser peor que en el caso de las mujeres. También es cierto que hay hombres con patologías más leves, como por incontinencias de urgencia, a los que aún no se les ha ocurrido acudir a una unidad de suelo pélvico pensando que estas incontinencias no tienen solución.
-¿La fisioterapia puede solucionar la enuresis, es decir, los ‘escapes’ de orina en la cama que padecen algunos niños?
El tratamiento de las enuresis, tanto nocturnas como diurnas, tiene un enfoque mucho más psicológico que desde el ámbito de la fisioterapia. Por supuesto, nuestro papel va a depender en gran medida de la edad del niño. Si está más cerca de la adolescencia, podemos enseñarle técnicas inhibitorias de la urgencia, basadas en el efecto que cada contracción de los músculos perineales tiene sobre la inhibición del detrusor. Enseñarle al niño/adolescente a hacer 10 contracciones en ráfaga puede ayudarle a calmar la contracción del detrusor y a que le dé tiempo a llegar al baño. Si hablamos de un niño de 6 años que se orina en la cama porque la sensación de plenitud vesical no consigue despertarle, la función del fisioterapeuta es casi nula.
-En ocasiones los urinarios de los colegios no tienen tapa ni papel, lo que provoca que los niños no quieran ir al baño allí y se aguanten hasta llegar a casa. ¿Eso puede conducir a una incontinencia urinaria en la edad adulta?
Los malos hábitos que se generan en la infancia pueden llevar a alterar el ritmo miccional y defecatorio de los futuros adultos. Niños, y sobre todo niñas, que aguantan la orina y las heces hasta llegar a casa son candidatos a sufrir problemas como estreñimiento (muy relacionado con las incontinencias urinarias) e incontinencias de urgencia (llegan a casa ‘a reventar’). Se acostumbran a desoír las señales que el sistema urinario y digestivo les envían. Algo tan fisiológico como la micción y la defecación, que podrían constituir un placer (cualquier necesidad satisfecha para mí lo es), se convierte en nuestra cultura en algo tabú.