Dr. Enrique Martí Guadaño / Redacción Farmacosalud.com
La rinitis alérgica es una enfermedad de elevada prevalencia en la infancia y adolescencia y en la que se ha apreciado, durante las últimas décadas, un aumento en los países en desarrollo[1]. “Es un hecho contrastado el aumento de las enfermedades respiratorias de tipo alérgico, y en cabeza la rinitis; hay diversas teorías que intentan justificar ese crecimiento: la que más fuerza tiene es la de la higiene, la cual postula que durante la infancia se protege tanto al sistema inmunológico con una cantidad importante de vacunas, que éste deriva su foco de acción hacia elementos (los alérgenos) naturales frente a los cuales produce anticuerpos, en lugar de luchar contra las infecciones. Un ejemplo, en Etiopía casi no existen alergias, dado que todos los esfuerzos inmunológicos van contra las abundantes infecciones a las que están expuestos”, revela el doctor Enrique Martí Guadaño, alergólogo pediátrico, jefe de Servicio de Alergia del Hospital Universitario del Sagrado Corazón (Barcelona) y consultor de la Clínica Planas de Barcelona y del Hospital CIMA de Barcelona.
Según el facultativo, la rinitis afecta a la calidad de vida de un niño “dificultándole la función natural de la nariz, que es la de filtrar el aire, además de calentarlo y humidificarlo, para que llegue en óptimas condiciones a nuestros pulmones por vía bronquial. Los niños con rinitis y predominio de la obstrucción nasal duermen con la boca abierta, con el consiguiente perjuicio de la calidad de la respiración, presentando como síntoma principal la tos, que altera el beneficioso periodo de sueño”.
Es muy importante no demorar el diagnóstico
En nuestro medio el 8,5% de los niños de 6-7 años y el 16,3% de los de 13-14 años refieren haber tenido síntomas de rinitis alérgica durante el último año[2]. Todo ello puede acarrear consecuencias en el futuro, tal y como apunta Martí Guadaño: “Realmente, si a un niño con rinitis alérgica no se le diagnostica ni trata correctamente, tendrá mayor probabilidad de desarrollar, a veces incluso años más tarde, un cuadro de asma alérgico, dado que se habla de una vía respiratoria común, la que une nariz con bronquios, quedando obsoleto separar ambas patologías”. De hecho, la rinitis alérgica y el asma son enfermedades comórbidas: un alto porcentaje de pacientes con rinitis alérgica (50%) tienen asma, mientras que un 80-90% de asmáticos tienen rinitis. Se ha sugerido que un óptimo manejo de la rinitis puede prevenir o retrasar la aparición de asma y mejorar el coexistente[2]. Para alcanzar un óptimo y correcto manejo de la rinitis alérgica, “ante todo” no hay que “demorar el diagnóstico”, por lo que procede “acudir tempranamente al alergólogo pediátrico”, quien “resolverá si el origen de los síntomas es o no es de origen alérgico mediante un estudio sencillo, para nada doloroso ni complejo”, comenta el experto.
Además del asma, el 76,5% de los pacientes de rinitis alérgica presentan una enfermedad asociada a la rinitis, siendo las más frecuentes la conjuntivitis, en el 53,6% de los casos, el asma (49,5%), la dermatitis atópica (40%), la rinosinusitis (26,1%), la otitis media (23,8%) o la hipertrofia adenoidea (17,3%)[3]. “Como el diagnóstico etiológico -es decir, averiguar la causa-, es la principal obsesión del alergólogo pediátrico, una vez hallada dicha causa el tratamiento irá enfocado a solucionar el problema, allí donde esté afectado el órgano diana: la nariz, los oídos, la piel, etc. En el ABC del alergólogo, la letra A es evitar la causa, lo cual puede aliviar los síntomas de una manera rápida, como puede ser, por ejemplo, que la alergia esté causada por el contacto diario con un animal doméstico o con la toma de algún alimento específico”, detalla Martí Guadaño.
“Apenas en 15 minutos ya sabremos si el niño es o no alérgico”
Aunque el diagnóstico clínico de la rinitis alérgica sea muchas veces evidente, se aconseja realizar un estudio alergológico para identificar de forma objetiva los desencadenantes sospechosos de los síntomas alérgicos[2]. En cuanto a las pruebas diagnósticas que procede llevar a cabo en un niño, el alergólogo pediátrico explica que en primer lugar debe realizarse “una buena y completa historia clínica, la cual dará paso a unas pruebas cutáneas, indoloras, y de rápida respuesta; apenas en 15 minutos ya sabremos si el niño es o no alérgico, y si lo es además a qué lo es, corroborándolo después con el análisis de una pequeña muestra de sangre, lo que nos aportará una cifra cuantitativa de cómo está el sistema inmunológico del niño, así como la cantidad de anticuerpos específicos de la alergia que tiene”.
En caso de que el paciente pediátrico evite la exposición a los alérgenos identificados como fuente de la enfermedad pero los síntomas persistan, el doctor destaca que “en el mercado farmacéutico existe un gran número de medicamentos de gran eficacia y seguridad dirigidos a tratar los síntomas, adecuándose su utilización a la intensidad de éstos. Dado que estamos ante niños, con su cuerpo en constante progresión de crecimiento y madurez, siempre que se traten hemos de anteponer criterios objetivos, como que la acción farmacológica sea efectiva para tratar la enfermedad, sin causar perjuicios ni efectos secundarios”.
Las inmunoterapias, cada vez más individualizadas, uno de los grandes avances
“La inmunoterapia, según la OMS -especifica Martí Guadaño-, es el único tratamiento capaz de modificar el curso de la enfermedad cuando de una enfermedad alérgica se habla. Si la base de la sintomatología es una alergia y disponemos de una buena inmunoterapia específica para el niño, la prescribiremos de una forma totalmente individualizada, haciéndonos responsables directos de su seguimiento. Cuanto antes se proceda, mejor, dado que a nuestras consultas llegan muchos niños tras varios años de presentar síntomas alérgicos y sin habérseles hecho un estudio, y por consiguiente con muchos elementos favorecedores de una cronicidad, algo por supuesto nada aconsejable”
Finalmente, el doctor Martí Guadaño destaca como avances en el tratamiento de la rinitis alérgica infantil “la aparición de preparados tópicos nasales que combinan tratamientos antihistamínicos con antiinflamatorios locales, así como la utilización de inmunoterapia (vacunas) cada vez más individualizadas, hechas a la carta, prescritas para ser aplicadas por vía sublingual, siempre que el niño colabore correctamente”.
Referencias
1. Callén Blecua M. Diagnóstico y tratamiento de la rinitis alérgica. En: AEPap ed. Curso de Actualización Pediatría 2005. Madrid: Exlibris Ediciones; 2005. p. 77-88. https://www.aepap.org/sites/default/files/rinitis.pdf
2. Pascual Perez JM, Callen Blecua M, Bercedo Sanz A y Grupo de Vías Respiratorias. Protocolo de Rinitis Alérgica. El Pediatra de Atención Primaria y la Rinitis Alérgica. Protocolo del GVR (publicación P-GVR-6). Disponible en: www.aep ap.org/gvr/protocolos.htm http://www.aepap.org/gvr/pdf/rinitis_alergica_p_gvr_6_2009.pdf
3. Nota de Prensa de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC): ‘La rinitis alérgica es la enfermedad crónica infantil más frecuente’ http://www.seaic.org/