Redacción Farmacosalud.com
Es un aviso de altos vuelos. Y nunca mejor dicho. Recientemente se ha celebrado en Barcelona la ‘30 Reunión del Grupo Español de Fotobiología (GEF)’, encuentro en el que se ha hablado de un estudio sobre las radiaciones ultravioletas en cabina de avión (Proyecto Sorafone), cuyas conclusiones dan mucho que pensar. “Se midió en la cabina de los pilotos la cantidad de radiación ultravioleta A que se recibe durante un vuelo. Y, sorprendentemente, la cantidad de rayos ultravioleta A que reciben los pilotos es más elevada de lo que sería esperable. La mayoría de los cristales filtran los ultravioleta B, pero los A pueden pasar con más facilidad a no ser que esos cristales estén especialmente tratados. Considerando que los aviones vuelan a gran altitud, y por lo tanto van a recibir mayor cantidad de rayos ultravioleta A que si se está en la superficie terrestre, sorprende que no lleven esa protección”, asevera la doctora Yolanda Gilaberte, coordinadora del Grupo Español de Fotobiología (GEF) de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
“Es importante que todo eso lo conozcan los pilotos para que tomen las medidas de fotoprotección adecuadas durante su jornada de trabajo”, comenta Gilaberte, quien explica que el Proyecto Sorafone ha sido llevado a cabo por el doctor y militar Santiago Vidal, dermatólogo del Hospital Gómez Ulla (Madrid), en colaboración con el doctor José Aguilera y la doctora María Victoria de Gálvez, que trabajan en la Universidad de Málaga. “Los rayos ultravioleta A pueden producir melanoma (cáncer de piel) y los ultravioleta B también. Como soluciones, se me ocurren dos cosas: la más ‘fácil’ sería que los pilotos se aplicaran cremas fotoprotectoras de amplio espectro para protegerse de los rayos ultravioleta A, y en segundo lugar que los cristales de los aviones se trataran con alguna sustancia para que protegieran también frente a la radiación ultravioleta A”, aduce la doctora Gilaberte en declaraciones a www.farmacosalud.com.
Los datos corroboran los temores expresados por la facultativa: los pilotos de avión y los TCPs (Tripulantes de Cabina de Pasajeros) tienen el doble de incidencia de melanoma comparado con la población general[1].
Las porfirias y la xerodermia pigmentosa
A juicio de Gilaberte, la ‘30 Reunión del Grupo Español de Fotobiología (GEF)’ “ha tenido bastantes asistentes, probablemente ha sido una de las más numerosas en los últimos años”. En el encuentro también se han abordado aquellas enfermedades que presentan problemas con la luz debido a alteraciones genéticas. “Se presentaron -detalla la doctora- varios casos de enfermedades que vienen genéticamente determinadas y que cursan con una especial sensibilidad a la luz; en algunos casos, esa sensibilidad a la luz condiciona la aparición o bien de lesiones cutáneas o enrojecimiento, como pueden ser las porfirias, o bien condiciona una especial susceptibilidad a desarrollar cáncer de piel, como pueden ser el xeroderma pigmentoso”.
El xeroderma pigmentoso es una alteración en la reparación del daño causado por la radiación ultravioleta en el ADN de las células. Si bien en condiciones normales las células tienen los mecanismos suficientes para reparar tales daños, los pacientes de esta enfermedad carecen de alguno de esos mecanismos y por tanto acumulan daño en el ADN de las células de la piel de una forma mucho más rápida que la población general. “Son personas (los afectados de xeroderma pigmentoso) que van a desarrollar distintos tumores de piel a edades muy precoces. La presentación de estos casos nos ayuda a los clínicos a saber reconocer esas enfermedades a tiempo, saber qué diferentes instrumentos tenemos que utilizar para el diagnóstico, si hay que practicar un análisis genético o no…. Afortunadamente, son patologías que no son muy frecuentes”, establece la dermatóloga.
Diferencias entre fotosensibilidad, fototoxicidad y fotoalergia
En el mundo de la Fotobiología se habla a menudo de fotosensibilidad, fototoxicidad y fotoalergia. Llegados a este punto, quizás sería bueno esclarecer las diferencias que hay entre los tres conceptos:
-Fotosensibilidad: afecta a sujetos que, a veces por determinación genética y a veces de forma adquirida, tienen una especial sensibilidad al sol. Por ejemplo, lo que a las personas no fotosensibles no produce enrojecimiento en la piel ni daño cutáneo alguno, a ellos sí.
-Fototoxicidad: viene determinada muchas veces por toma de medicamentos, pero en ocasiones viene condicionada por unas sustancias que sensibilizan a la luz del sol. Esto ocurre a menudo en verano: hay determinadas plantas que tienen unas sustancias que si se quedan depositadas en la piel, con la acción del sol se padece una especie de quemadura.
-Fotoalergia: sería una sustancia que desencadena una reacción alérgica, pero sólo si se combina también con la luz solar. Hay sustancias que nos pueden producir alergia (pólenes, alimentos, etc.) Pues bien, en el caso de la fotoalergia, es necesaria la presencia de un alérgeno combinado con la luz ‘visible’ o la luz del sol.
De todos es conocido que hay varios tipos de alergia e hipersensibilidades que están al alza en la sociedad occidental. Gilaberte considera que ocurre lo mismo con la fotoalergia, fototoxicidad y fotosensibilidad: “Yo creo que ese concepto de decir ‘oye, cada vez más hay reacciones de la piel por el sol’… esas reacciones seguro que entrarían en uno de estos tres conceptos”.
Importancia de acreditar los centros escolares sobre fotoprotección
“La acreditación de centros escolares en fotoprotección ha demostrado ser una estrategia eficaz de prevención primaria del cáncer de piel en países como Australia y Nueva Zelanda. En España, no hay ningún ejemplo de certificación que permita distinguir los centros educativos promotores de fotoprotección”, señala la doctora Gilaberte, en unas declaraciones recogidas por fuentes del Grupo Español de Fotobiología (GEF). Los especialistas resaltan la necesidad de formar a los profesores de los centros educativos sobre la importancia de protegerse convenientemente del sol. “Un alumno, entre las horas de recreo, educación física y competiciones escolares, puede estar expuesto a más de cinco horas al sol durante la semana y sin ningún tipo de protección especial. La mayoría de los centros escolares ni siquiera tienen acondicionadas sus instalaciones”, afirma Gilaberte.
Por su parte, la doctora Magdalena de Troya, directora del Área de Dermatología del Hospital Costa del Sol de Marbella (Málaga), explica que “los educadores tienen un papel esencial en la trasmisión de conocimientos y valores. Puesto que la educación en hábitos saludables de fotoprotección desde la infancia es la principal estrategia de prevención del cáncer de piel, los profesores se convierten en agentes clave en la lucha contra el cáncer de piel”. “Crear un distintivo de calidad para centros educativos con la misión de impulsar la educación en fotoprotección desde las aulas y promover entornos escolares más seguros para toda la comunidad sería el principal objetivo de esta certificación”, indica un estudio presentado en la 30 Reunión del GEF.
Para Gilaberte, estar expuesto -entre horas de recreo, educación física y competiciones escolares- a más de cinco horas al sol durante la semana “no es ni bueno ni malo. Todo depende del momento del año y de cómo se hagan esas exposiciones. Que los niños están al aire libre es algo excelente, pero claro, que un niño sin gorro y sin crema protectora esté expuesto entre las 12.00h y las 13.00h en un patio que no tiene ningún tipo de protección en pleno mes de mayo o junio, pues igual no sería lo ideal. En otoño-invierno no hay que protegerse tanto. También influye el sitio: no es lo mismo si la exposición es en Málaga, donde tienen muchísima intensidad solar, que si es en el Norte y en un día nublado”.
“Lo importante es que los colegios tengan un poquito de esa conciencia. Es decir, igual que los niños tienen que conocer cuáles son los hábitos saludables de alimentación, salud buco-dental o de ejercicio, también deben tener fotoeducación para que sepan los riesgos que hay. El riesgo no es el mismo en un niño de piel clara, rubio y ojos azules que se quema con facilidad que en un niño moreno. Es importante que la fotoeducación sea incluida en los colegios”, concluye la coordinadora del GEF.
Referencias