Guillermo Castilla
En los últimos años se está produciendo un descenso preocupante del consumo de lácteos en la población española, condicionado en cierta medida por ideas, leyendas y mitos equivocados sobre su consumo, extendidos y aumentados gracias a las nuevas plataformas digitales, que facilitan la difusión y rapidez de la información. Los beneficios de los lácteos no se limitan exclusivamente a su valor nutricional, sino que, según numerosos estudios y evidencias, constituyen un factor de prevención en determinadas enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, hipertensión arterial o patologías infecciosas. Además, pueden contribuir a la lucha frente al sobrepeso y a la obesidad infantil. Por este motivo, y ante esta alarmante reducción del consumo de lácteos, se celebró una Mesa titulada: “Lácteos y salud. Del mito a la evidencia científica”, durante la celebración en Valencia del 37.º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) el pasado 16 de octubre.
Marta Hernández, Jefa del Área de Nutrición y Salud de Central Lechera Asturiana, advirtió que “a pesar de que la esperanza de vida en España ha aumentado hasta los 81 años, de la disminución de la mortalidad infantil y de que tenemos un mayor control de las enfermedades crónicas en edades avanzadas, los hábitos de vida están empeorando”. Esto está provocando, a tenor de los datos que presentó, un significativo incremento de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como la obesidad, cáncer, diabetes o enfermedades cardiovasculares.
Marta Hernández destacó que entre las principales ventajas nutricionales de la leche, aporta un contenido vitamínico, mineral y proteínico muy importante y superior al de otros alimentos, aportando un porcentaje muy inferior de calorías. “Las proteínas que contiene la leche” -remarcó- “son de alta digestibilidad y valor biológico, ya que incluyen los aminoácido esenciales que requiere el ser humano”. Además, es una importante fuente de calcio, potasio, magnesio, zinc y fósforo, y cubre las necesidades diarias de vitamina B y, en menor medida, las necesidades de las vitaminas liposolubles A y E. En este sentido, afirmó que la evidencia científica es muy extensa y que existen actualmente numerosos meta-análisis sobre la importancia nutricional y metabólica de la leche.
Derribando mitos y leyendas
En este sentido, la doctora Isabel Pastrana, médico de Familia del Grupo de Trabajo de Vasculopatías y de Actividades Preventivas y Salud Pública de SEMERGEN, comentó varios estudios realizados en muestras representativas de la población española en los que se indica que los aportes recomendados de calcio no se están alcanzando en un elevado porcentaje de adultos y niños, y que existen situaciones de riesgo de aporte insuficiente que, a largo plazo, podrían afectar a la salud de diversos colectivos.
Para esta experta, la Atención Primaria es clave a la hora de transmitir a la población el seguimiento de hábitos saludables, y desmitificó muchas de las leyendas equívocas que se le atribuyen al consumo de leche, “y que se deben intentar revertir por el bien de todos”.
La doctora Pastrana fue desgranando los mitos más conocidos, como el que asegura que “al ser el hombre la única especie que toma leche en la edad adulta y la única que consume leche de otras especies, se considera antinatural”. Para rebatirlo remarcó que “somos la única especie que practica la ganadería para asegurarse el sustento, la única capaz de procesar y cocinar alimentos, y la única que tiene dominio sobre su cadena alimentaria”. De hecho, en la evolución del hombre, en Europa se produjo hace miles de años una mutación genética que posteriormente se expandió por todo el mundo y que convirtió́ al ser humano en tolerante a la lactosa. Esta mutación debió́ otorgarles una ventaja adaptativa que les permitió́ sobrevivir en su entorno.
La leche no aumenta la mucosidad
Otro de los mitos que desmontó fue el de que la leche provoca un exceso de mucosidad y asma, “algo que no está en absoluto documentado”. Es curioso, comentó, que las personas que creen que aumenta la mucosidad manifiestan tener más sintomatología respiratoria, sin que se haya podido demostrar en realidad un aumento de dicha mucosidad. “Sin embargo, sí que existe evidencia de que la leche no aumenta la mucosidad en personas sanas ni altera las pruebas funcionales respiratorias en los asmáticos”.
Respecto a la creencia de que el consumo de leche produce cáncer, la doctora Pastrana aludió a los estudios más recientes, que evidencian que el consumo moderado de leche y sus derivados (3 raciones al día), es seguro.
Por último, dos de los numerosos mitos que también quiso abordar fueron, por una parte, la idea de que la leche engorda. “Los estudios afirman justo lo contrario, que la ingesta diaria del calcio proveniente de leche de los productos lácteos bajos en grasa se asocia con una disminución en la pérdida del peso, y que posiblemente sea el metabolismo del calcio y de algún otro componente el que pueda jugar un papel en el balance energético, y contribuir a la reducción en el peso”. Por otra parte, “tampoco es cierto que el consumo de leche pueda provocar diabetes”, afirmó. Lo que dice la evidencia es todo lo contrario; en un meta-análisis de 2007 se vio que el riesgo de padecer diabetes es un 14% menor en individuos con un consumo de lácteos en el quintil mas alto (3-5 raciones/día), comparados con consumos en el quintil mas bajo (‹1,5 raciones/día).
Lácteos y salud cardiovascular
Por su parte, el doctor Luis Rodolfo Collado, director del Departamento de Medicina y Director de la Cátedra extraordinaria UCM/CLAS en Investigación y Formación en Nutrición y Educación para la salud de la Universidad Complutense de Madrid, comentó que la salud cardiovascular es “uno de los grandes retos que tiene la Atención Primaria, ya que se calcula que aproximadamente el 33% de los fallecimientos en España se produce por un enfermedad cardiovascular. Por eso, la medicina se está orientando sobre todo hacia la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular, actuando sobre los factores de riesgo”. En este sentido, insistió en que los lácteos son uno de los principales protectores de enfermedad cardiovascular.
El doctor Collado recalcó que los ácidos grasos saturados presentes en la leche son beneficiosos para la salud cardiovascular. “Siempre se ha dicho que los ácidos grasos saturados aumentan el nivel de colesterol”, -aseveró- “y es cierto, pero no es aplicable a los ácidos grasos presentes en los productos lácteos, porque son de cadena corta y no afectan a los niveles de colesterol, son ácidos que no sufren resíntesis a nivel intestinal, es decir, no se vuelven a transformar en triglicéridos, y no crean tejido adiposo ya que son productores de energía rápida y no contribuyen, por tanto, al desarrollo de la obesidad. Solo hay algunos ácidos grasos que sí podrían ser perjudiciales, como el láurico, mirístico y palmítico, pero consumidos a muy altas dosis, y en el caso de los productos lácteos, su concentración es mínima. Por otra parte, hay estudios que demuestran que los ácidos grasos saturados pueden producir una reducción hasta de un 70% del riesgo de aparición del síndrome metabólico.
Proteínas, péptidos e hidratos de carbono
Las proteínas de la leche incluyen todos los aminoácidos esenciales, son muy fácilmente digeribles por el organismo, con un alto valor biológico y, desde un punto de vista cardiovascular, son productoras de péptidos bioactivos, algunos de los cuales está demostrada su evidencia en su acción beneficiosa para la salud cardiovascular.
En cuanto a los hidratos de carbono, el doctor Collado comentó que el principal presente en los lácteos es la lactosa, que se caracteriza por tener un bajo índice glicémico y una baja respuesta glicémica, que contribuye a un menor riesgo de padecer diabetes tipo 2 y la aparición de síndrome metabólico.
Respecto a los minerales presentes en los lácteos, según han demostrado numerosos estudios, este experto subrayó solo el calcio natural presente en los productos lácteos tiene un importante efecto antihipertensivo.
Lácteos y patologías infecciosas
El doctor José Prieto, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid, cerró la mesa comentando los mitos y leyendas que relacionan el consumo de lácteos con las infecciones. En concreto, alertó de las falsas creencias de que los lácteos producen infecciones, que los conservantes antimicrobianos son cancerígenos, que los lácteos deben suprimirse durante el tratamiento con antibióticos o que el yogur no cura las infecciones.
El doctor Prieto reflexionó sobre el peligro de internet a la hora de consolidar estos mitos y leyendas, que no están basados en ningún estudio clínico ni evidencia, y que los medios de comunicación, a veces a través de una lectura inadecuada de un estudio, o a veces por una interpretación errónea de los datos, les llevan a publicar conclusiones alejadas de la realidad, “como cuando se afirmó que la leche producía caries o acné, algo completamente falso”.
Más allá de los mitos y leyendas, el doctor Prieto analizó las evidencias de ciertos microorganismos patógenos que sí pudieran estar presentes en los productos lácteos, antes de ser tratados térmicamente como la brucella, estreptococos o estafilococos, entre otros, que pudieran desarrollar infecciones a través de la leche si se consumiera cruda. “Lo que ocurre es que estos efectos negativos se han corregido de una manera increíble en el último siglo y supone” -según sentenció- “uno de los mayores avances que se han producido en la historia de la humanidad: el control de la leche y de los lácteos en su capacidad de vehiculizar patógenos”.